China ahora desea más nacimientos
El coloso asiático, que aspira a liderar la economía mundial en el futuro, planea hacer un giro explícito en su política poblacional, que hasta aquí era de férreo control natal.La prensa internacional da cuenta que China va camino a dejar atrás la controvertida "política del hijo único". Las razones: la población envejece y el costo económico es enorme, en un contexto de aumento de las protestas públicas.La novedad la acaba de comunicar Zhang Weiqing, ex jefe de la Comisión de Población Nacional y Planeamiento familiar, en declaraciones al diario China Daily.Ahora el régimen comunista elabora un plan de acción para liberalizar la medida con la que Pekín controla su crecimiento demográfico desde hace más de 30 años.El plan prevé permitir dos hijos a todas las familias en 2015 y gradualmente eliminar la prohibición para 2020. De esta manera se pretende salir del cuello de botella del envejecimiento, que amenaza la renovación poblacional y la provisión de mano de obra para una economía en expansión.El Partido Comunista impuso en 1979 la política del hijo único para combatir los riesgos asociados a la bomba demográfica. Según las autoridades, en tres décadas se evitó el nacimiento de 400 millones de personas, aunque estudios independientes hablan de 100 millones.Sin embargo, cada vez son más claras las consecuencias negativas de esa política. Es altísimo el costo económico de la seguridad social de una población más vieja.Pero además la estrategia ha dejado una negativa huella psicológica en los chinos, que ya no toleran el control policial sobre los embarazos, ni las penalidades del régimen sobre las familias que desean tener más hijos, que suelen ser bastante crueles.Además se ha producido una inquietante desigualdad de género: hay más hombres que mujeres. Los campesinos chinos suelen preferir a los hijos hombres, para que los cuiden en su vejez, y entonces se incurre en abortos selectivos.Otra práctica común es el feminicidio, que consiste en el asesinato de las recién nacidas, o al abandono de bebés cuando las familias campesinas no logran tener un primogénito.Hasta acá China ha seguido la filosofía demográfica de Thomas R. Malthus (1776-1835), el economista y profesor que hizo célebre el temor por el crecimiento poblacional.Este autor decía que el capitalismo triunfante (pleno desarrollo de la Revolución Industrial) encontraba un escollo: el exceso de población. Según sus cálculos, si la población seguía creciendo al ritmo en que lo hacía, en breve lapso se acabarían las fuentes de alimento disponibles.Según su visión, la raza humana se encaminaba a una crisis inevitable, a menos que se redujera voluntariamente su tasa de natalidad. Sin embargo, el aumento de la productividad agrícola, asociada a la innovación tecnológica, hasta aquí ha conseguido retrasar la catástrofe.Desde la aparición de la obra de Malthus, la población mundial, que en su opinión se aproximaba a su máximo natural, ha pasado de novecientos ochenta millones a casi siete millones.La política malthusiana de control de la natalidad (el Estado regula la cantidad de hijos), al menos en el caso de China, se tambalea ante el efecto impensado del envejecimiento.La sociedad ha evolucionado de tal modo que la expectativa de vida se ha ensanchado notablemente. A la larga, entonces, aparece otro escollo: sociedades que no renuevan sus miembros y caen en la senectud por falta de nacimientos.Esto es lo que ya se está advirtiendo en China.
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