China compra, pero si la dejan vender
La reciente decisión del gobierno de Beijing de limitar las importaciones del aceite de soja de la Argentina, es en respuesta a las restricciones que puso Argentina a importaciones chinas.Era algo previsible. En el mercado internacional, en términos generales, no rigen las adhesiones ideológicas, sino los intereses. Y China, la emergente potencia mundial, compra si le compran.La agencia de noticia Xinhua, órgano de difusión periodística del Partido Comunista Chino, expresó que la medida de limitación se tomó "para ayudar a productores locales y en represalia contra Argentina, nación que ha aplicado medidas anti-dumping, contra productos provenientes de China, incluyendo valijas y textiles".La lógica china reproduce así la Ley del Talión, que exige un castigo igual al crimen cometido, pero en el plano comercial. Este principio, muy conocido en la antigüedad, establece una proporcionalidad entre el daño recibido y el producido en el castigo.Hasta antes del conflicto comercial, Argentina proyectaba para este año exportaciones por aceite de soja a China por 2.000 millones de dólares. Una cifra nada despreciable para un país que vive de las ventas del "yuyito" y sus derivados.Y sobre todo para un gobierno, como el argentino, que financia su presupuesto con fuertes impuestos a las exportaciones (llamadas "retenciones"). En este caso del aceite, el gobierno argentino dejaría de percibir ingresos por 600 millones de dólares.Pero los importadores chinos ya comunicaron al club de los exportadores de aceites de la Argentina -Cargill, Nidera y Bunge- que no envíen más barcos con ese producto, una medida que se extenderá por algún tiempo.Para justificar la medida de suspensión, Beijing desempolvó una vieja resolución de 2004 en la que impide el ingreso de aceites que tengan más de 100 partes por millón de un solvente llamado hexano, que se utiliza para extraer, precisamente, aceite del poroto de soja.Según los técnicos, los asiáticos echaron mano así a una medida para-arancelaria, un dispositivo muy común en estos casos, de índole sanitaria y de calidad, cuando se quiere frenar el ingreso de una mercadería.Ahora nos enteramos del porqué de la reacción china. Resulta que la aduana argentina, hasta enero pasado, de las 41 resoluciones antidumping que había emitido, 25 eran contra manufacturas provenientes de China.Según los manuales de comercio internacional, dumping es una práctica comercial desleal que consiste en exportar mercadería por debajo del valor de producción local, con el objeto de discriminar precios para eliminar competencia.Las últimas resoluciones por dumping que afectaron a productos chinos involucraron hilados, fibras y valijas. En 2009, en tanto, se registraron 11 denuncias por este concepto de referentes de sectores económicos locales.Los productos puestos bajo la lupa fueron: calzados, ascensores, tubos de acero para petróleo y gas, jeringas, electrobombas autocebantes, dispositivos de encendido para motocicletas, equipos de aire acondicionado, clorodiflurometanos, ventiladores con motor eléctrico, calefactores y neumáticos.Cabe consignar que la barrera comercial impuesta por China, compromete unas 11 millones de toneladas de soja (el 20% de la cosecha). Y esta historia no termina en escándalo, porque el 70% del aceite que compra Beijing va desde Argentina, que en este comercio coloca el 46% del total de su producción.Hay otros países que pueden aprovechar el conflicto. Es el caso del Brasil, que ya se ofreció para sustituir el aceite de soja argentino. ¿Cómo hará Argentina para no perder al gran comprador asiático?
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