Ciudades ruidosas, la otra contaminación
A nivel salud, el ruido constituye una fuente de contaminación pocas veces tenida en cuenta. De hecho puede causar graves daños en la calidad de vida de los vecinos de una ciudad, si no se controla.Acaba de conocerse que la ciudad de Buenos Aires ocupa el cuarto lugar en el ranking de las más ruidosas del mundo, después de Nueva York, Tokio y Nagasaki.Eso surge de un estudio de la Agencia de Protección Ambiental del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Bocinas, alarmas, sirenas, bares, motos, obras en construcción, constituyen un conjunto sonoro que pone los pelos de punta a los porteños. Aunque se cree que el transporte público está entre las principales causas de contaminación sonora.Mientras la Organización Mundial de la Salud (OMS) dictaminó que los niveles de ruido no tendrían que exceder los 55 decibeles (dB) en el día y los 45 durante la noche, en Buenos Aires sin embargo promedian los 70 u 80 dB.Según la OMS, cuando el ruido supera los 70 dB, causa molestia física. Por encima de los 90 dB, las emisiones causan daño al organismo. El gobierno porteño pudo determinar el grado de contaminación acústica gracias a que posee sonómetros en varias partes de la ciudad.Las mediciones de esos aparatos indicaron que las zonas más ruidosas son Microcentro, Retiro, Monserrat, Barracas y Constitución. En Aeroparque se registra al mayor nivel de ruido, ya que el despegar de los aviones implica 146 decibeles.El otro lugar característico de contaminación acústica es el subte, donde un reciente estudio determinó que en la línea C de la capital argentina hay picos de ruido de entre 106 y 114 dB.Se llama contaminación auditiva al exceso de sonido que altera las condiciones normales del ambiente en una determinada zona. Hace referencia al ruido (o sonido excesivo y molesto), provocado por actividades humanas.Se dice que el ruido es contaminante porque puede producir efectos nocivos físicos y psíquicos para una persona o grupo de personas. Por ejemplo, puede afectar seriamente a la capacidad auditiva.En este sentido, puede ser causa del envejecimiento prematuro del oído, provocar sordera y daños irreversibles en el sistema auditivo. Además el ruido ocasiona otros trastornos al organismo, como alteraciones cardiovasculares, falta de concentración, aumento del estrés, síndrome de depresión, problemas con el sueño y disminución del apetito sexual.En el caso de Gualeguaychú, la ordenanza N°8.832 del año 1989, sancionada durante el gobierno de Manuel Alarcón, reglamenta la problemática de los "ruidos innecesarios o excesivos".El texto considera ruido innecesario, por ejemplo, al que emiten los vehículos con llantas de hierro, los con tracción mecánica desprovistos de silenciador de escape, las bocinas de tono múltiple o de aire comprimido, las sirenas que no correspondan a vehículos de servicios públicos y las aceleradas a fondo.Aquí también se incluyen los ruidos generados por propaganda o difusión con altavoces o amplificadores, y los emanados por la carga y descarga de mercadería.El texto, en tanto, considera ruidos excesivos a los causados por "cualquier acto, hecho o actividad de índole industrial, comercial, social, deportiva, etc., que superen en el edificio afectado el nivel de ruido admisible". Dicho nivel, según la ordenanza, se sitúa en 45 decibeles, al que se le aplican correcciones según la hora, el día y el lugar.La norma, incluso, incluye dentro de la problemática acústica los ruidos generados por la pirotecnia y los que provocan los animales domésticos.
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