Comer del Estado
Alrededor de 85.000 gurises almuerzan en los comedores escolares en Entre Ríos. El Estado dispone 1,50 peso por chico por día, una cifra que reluce insuficiente.La temática fue abordada por El Diario de Paraná, en su edición de ayer, en un interesante artículo firmado por Ricardo Leguizamón. Allí se habla de los "malabares" que se hacen en los comedores para que la comida alcance.A través del testimonio de cocineras y directores de colegios, se describen las prácticas que se realizan para ajustar los menúes, como el hecho de reemplazar carnes rojas por pizza.En Entre Ríos funcionan 989 comedores escolares a los que asisten 85.965 alumnos, para los cuales el Estado destina una partida diaria per cápita de 1,50 peso, unos 2,5 millones de pesos por mes.Los comedores se distribuyen siguiendo el mapa de la pobreza. El 20% funciona en Paraná; el 17% en Concordia. Quienes preparan los alimentos son alrededor de 2.000 cocineros, muchas de ellas mujeres jefas de hogar, que a veces cobran el salario (1.250 pesos) con atraso.Ahora bien, ¿alcanza el 1,50 peso por chico por día? Mientras en los comedores y en los colegios se quejan de que es insuficiente, desde la Dirección de Comedores piden que se administre mejor.No obstante lo cual, esa dirección elevó un pedido de aumento del valor de la ración, de 1,50 a 2,00 pesos. El menú que elaboró esa repartición estipula: una hamburguesa con puré, 2,06 pesos; un plato de tallarines con salsa bolognesa, 1,99 pesos; cazuela de vegetales, 1,42 pesos; arroz con pollo, 1,90 pesos; y polenta con salsa, 1,97 pesos.El informe periodístico incluye la cantidad de comedores escolares, los comensales de cada uno de ellos y lo que gastan por mes, según los distintos departamentos de Entre Ríos.A octubre de 2009, y según datos oficiales, en Gualeguaychú hay 45 comedores, a los que asisten 3.414 chicos, y cuyo mantenimiento supone un gasto mensual de 99.107 pesos.En tanto, el relato de cocineros y directores de colegios no coincide con el diagnóstico oficial y más bien pinta un cuadro de estrecheces. "Un camino posible es pedir donaciones, gestionar colaboraciones, o mermar el menú, poner a los chicos a dieta, un día no dar postres, otro suplir las milanesas por pizza casera, saltear las verduras cuando el precio trepa a las nubes, racionar hasta el extremo los alimentos", es la síntesis de las estrategias seguidas en estos lugares. La nota periodística menciona la situación de la Escuela N°22 Presbítero Luis Jeannot Sueyro, de Gualeguaychú, donde no hay comedor pero sí copa de leche."En ese lugar el hambre asoma de modo insolente, a deshora, en cualquier recreo, en medio de la clase", describe el periodista, quien transcribe el testimonio del docente Eugenio Jacquemain."Nosotros no le damos copa de leche. Se le da un sándwich, a veces de fiambre, a veces con dulce, a veces un pancho, y hay días que les hacen tortas fritas. El director hace maravillas con la plata que le dan: es imposible dar algo de comer con 54 centavos", refiere el docente.Más allá de la controversia sobre si las partidas oficiales alcanzan o no, queremos reiterar lo que hemos dicho por esta columna en el sentido del absurdo que significa la existencia de los comedores escolares en una provincia rica como Entre Ríos."A la política le tiene que causar vergüenza esta situación. Porque es la prueba palmaria de su fracaso", afirmamos. "Una política provincial con aspiraciones debiera hacer que los entrerrianos alcancen la autonomía en la búsqueda de sus recursos. Para que sus hijos no dependen de los burócratas para alimentarse".
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