El sistema económico global parece marchar a una encerrona energética. El agotamiento de los combustibles fósiles no es retórico. Y aún no se sabe que recurso los reemplazará.Se trataría del dilema más grave que enfrenta el actual sistema de producción y consumo, que funciona si hay energía. Pero el petróleo, el gas y el carbón, que hasta acá mueven la rueda económica, no son infinitos.Un reciente informe del Departamento de Energía de Estados Unidos puso los pelos de punta a más de uno. Allí se dice que quedan 60 años de petróleo y 62 de gas.Aunque para el carbón la proyección se estira a 216 años, se trataría de una opción muy contaminante. Por tanto, si la próxima economía estará signada por la fuga de los combustibles fósiles, ¿qué hacer?Por lo pronto, ante la perspectiva de escasez, se entiende que un país como Brasil, por caso, se haya lanzado a la explotación petrolífera en el mar, con notable éxito.Lo mismo Gran Bretaña, que ante el agotamiento de los pozos en el Mar del Norte, que abastecen buena parte del consumo del país y de otros países de Europa, ha decidido extraer petróleo en el mar austral.Los ingleses tendrían la información de que dentro de las 200 millas que rodean a las islas Malvinas existen reservas petroleras nueve veces superiores a las yacentes en el Mar del Norte.Gobiernos y grandes corporaciones económicas están abocados, así, a enfrentar la "crisis energética" mundial. El tema se discute al máximo nivel desde hace un tiempo.La opinión pública no especializada ha caído en la cuenta, paralelamente, de que el mundo funciona con petróleo. Producimos nuestros alimentos con ayuda de fertilizantes y pesticidas petroquímicos.Nuestros plásticos, nuestros productos farmacéuticos y nuestra ropa derivan, en su mayoría, del petróleo. Transporte, energía, calor, electricidad y luz también dependen de ese combustible.El problema es que el petróleo no es eterno. Pero, desde otro punto de vista, habría algo decisivo: la economía del petróleo es altamente contaminante.Aquí lo importante es la capacidad de absorción y dilución de este combustible en la naturaleza, del límite de su transmutación y disposición hacia la atmósfera en forma de dióxido de carbono (efecto invernadero).La visión ecologista impugna, por tanto, la búsqueda del equilibrio de la economía por una sobreproducción de hidrocarburos para seguir alimentando la maquinaria industrial (y agrícola por la producción de biocombustibles).La razón es que esta búsqueda pone en riesgo la sustentabilidad de la vida en el planeta. La "despetrolización" de la economía, entonces, no debe resultar de la escasez creciente, sino que es un imperativo ante los riesgos catastróficos del "cambio climático".El fin de la era del petróleo, como sea, cabalgaría en el agotamiento de un recurso no renovable y en su incompatibilidad ecológica, más allá de los que pretenden que la actual economía siga funcionando y otros que la quieran desmontar sobre otra lógica.¿Existe algún recurso alternativo a los recursos fósiles, que a la vez no ensucie el planeta? Están quienes piensan que la única posibilidad son los recursos naturales."Hay que pedir energías renovables en todos lados", ha dicho Woodrow Clark, premio Nobel de la Paz y especialista de la Universidad de California en "economía del cambio climático".Clark se suma a la opinión de otros expertos que consideran que la clave está en aprovechar fuentes renovables de energía -eólicas, fotovoltaicas, hídricas, geotérmicas, de biomasa-.Y esto para alejar a la sociedad de su dependencia del petróleo.