Con el alma al rojo vivo
Antes que me insulten por meterme a crítico literario, voy a explicarles dos cosas: una, que en el diario Noticias comenté muchos libros; y dos, que solamente me avala mi amor a las artes; no tengo la sensibilidad artística desbordante de -por ejemplo- mi amigo Toto Carrazza, cuya sensibilidad artística es mucho más intensa y abarca más facetas que la mía.
Escribe Julio Majul
OpiniónPasa que Toto nunca escribe, nunca entendí por qué. Y otra gente que podría escribir sobre artes con más conocimientos teóricos que yo (que no los tengo, directamente) no escribe, o al menos no escribe sobre gente de Gualeguaychú.Como creo que este libro merece algunas reflexiones, aquí van algunas que puedo desparramar.Primero, hay que decir que les recomiendo gastarse veinte pesillos y comprar el libro "Con la boca al rojo vivo", de la profesora Susana Lizzi. Es un libro de cuentos, simplemente.Apto para todo público, todas edades, todos los sexos.Se lo regalé, por ejemplo, a mi hija adoptiva socia amiga Celi, y ella se leyó todo el libro en un día (traicionando sus trabajos profesionales, debo decirlo), mientras me decía "leo este cuento y lo dejo", "pero qué bueno está este cuento, leeré otro y empiezo a trabajar", y así hasta terminar.Creo que el secreto de lo atrapante que resulta el libro (a mí en general los cuentos no me gustan; soy más de las novelas, pero a "CON LA BOCA AL ROJO VIVO" no pude dejar de leerlo hasta terminarlo); creo que el secreto del libro, decía, digo, como diría Wimpi, tiene varias aristas.Por una parte, la pasión que ha puesto Susana en relatarnos vivencias infantiles, mezclándolas con los cuentos que su padre les contaba en las noches de pobreza; pobreza digna y serena, pero pobreza al fin, que obligaba a reemplazar el cine y el teatro por los relatos orales. El padre de Susana debe haber sido un gran narrador, porque sus cuentos son maravillosos por lo bien relatados, y por los detalles que suman. Casi todos son relatos que los gualeguaychuenses tenemos incorporados a nuestra memoria genética cultural, pero tan bien relatados, que no se pueden dejar de leer.Otro mérito mayúsculo del libro es su "no cuentismo clásico". O sea: se supone que el mérito mayor del cuento es el desenlace, generalmente sorpresivo. No concuerdo con esta idea, y a mí los cuentos que más me impresionaron fueron "El patito feo" -que sí tendría esa condición de sorpresa final, pero es muchísimo más que eso-, "Emma Zunz", la maravilla de Jorge Luis Borges, y "El perseguidor", ese portento de Cortázar que no se sabe si es un cuento largo o una novela corta, pero que no tiene nada de misterioso, sino que lo maravilloso es lo bien escrito, lo que nos hace sentir de Charlie Parker como si fuéramos el genial músico.Pero ya me puse a hablar al cuete. Sigo con Susana. Los cuentos de Susana, o del padre de Susana, no tienen nada de sorpresa misteriosa y abrupto final, y hasta a muchos los conocemos; el mérito está en el cómo, en saber relatarlos. Y esto es lo que Susana hace, con una destreza que sólo puede ser motivada por la pasión y el amor.Y otro acierto notable son las notas al pie de página, que explican el sentido de palabras que seguramente los más jóvenes que uno (porque uno aún es joven, ojo) no han conocido.Y hasta en alguna de esas excelentes explicaciones, ustedes podrán saber qué quiso decir Susana con el título de su libro.Como quiero que lo compren, no se los voy a decir.
Escribe Julio Majul
OpiniónPasa que Toto nunca escribe, nunca entendí por qué. Y otra gente que podría escribir sobre artes con más conocimientos teóricos que yo (que no los tengo, directamente) no escribe, o al menos no escribe sobre gente de Gualeguaychú.Como creo que este libro merece algunas reflexiones, aquí van algunas que puedo desparramar.Primero, hay que decir que les recomiendo gastarse veinte pesillos y comprar el libro "Con la boca al rojo vivo", de la profesora Susana Lizzi. Es un libro de cuentos, simplemente.Apto para todo público, todas edades, todos los sexos.Se lo regalé, por ejemplo, a mi hija adoptiva socia amiga Celi, y ella se leyó todo el libro en un día (traicionando sus trabajos profesionales, debo decirlo), mientras me decía "leo este cuento y lo dejo", "pero qué bueno está este cuento, leeré otro y empiezo a trabajar", y así hasta terminar.Creo que el secreto de lo atrapante que resulta el libro (a mí en general los cuentos no me gustan; soy más de las novelas, pero a "CON LA BOCA AL ROJO VIVO" no pude dejar de leerlo hasta terminarlo); creo que el secreto del libro, decía, digo, como diría Wimpi, tiene varias aristas.Por una parte, la pasión que ha puesto Susana en relatarnos vivencias infantiles, mezclándolas con los cuentos que su padre les contaba en las noches de pobreza; pobreza digna y serena, pero pobreza al fin, que obligaba a reemplazar el cine y el teatro por los relatos orales. El padre de Susana debe haber sido un gran narrador, porque sus cuentos son maravillosos por lo bien relatados, y por los detalles que suman. Casi todos son relatos que los gualeguaychuenses tenemos incorporados a nuestra memoria genética cultural, pero tan bien relatados, que no se pueden dejar de leer.Otro mérito mayúsculo del libro es su "no cuentismo clásico". O sea: se supone que el mérito mayor del cuento es el desenlace, generalmente sorpresivo. No concuerdo con esta idea, y a mí los cuentos que más me impresionaron fueron "El patito feo" -que sí tendría esa condición de sorpresa final, pero es muchísimo más que eso-, "Emma Zunz", la maravilla de Jorge Luis Borges, y "El perseguidor", ese portento de Cortázar que no se sabe si es un cuento largo o una novela corta, pero que no tiene nada de misterioso, sino que lo maravilloso es lo bien escrito, lo que nos hace sentir de Charlie Parker como si fuéramos el genial músico.Pero ya me puse a hablar al cuete. Sigo con Susana. Los cuentos de Susana, o del padre de Susana, no tienen nada de sorpresa misteriosa y abrupto final, y hasta a muchos los conocemos; el mérito está en el cómo, en saber relatarlos. Y esto es lo que Susana hace, con una destreza que sólo puede ser motivada por la pasión y el amor.Y otro acierto notable son las notas al pie de página, que explican el sentido de palabras que seguramente los más jóvenes que uno (porque uno aún es joven, ojo) no han conocido.Y hasta en alguna de esas excelentes explicaciones, ustedes podrán saber qué quiso decir Susana con el título de su libro.Como quiero que lo compren, no se los voy a decir.
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