Cooperativismo y la cuestión social
El sábado 3 de julio, en el mundo y en la Argentina, se celebró el Día del Cooperativismo y de su instrumento práctico, las cooperativas. Un movimiento que, sobre la base de la ayuda mutua, tiende a humanizar la economía.En efecto, históricamente surgió como oposición y defensa al concepto del lucro, que limitaba las posibilidades de vida digna a los obreros del siglo XIX, en pleno industrialismo emergente.Era un momento en que la "cuestión social" interpeló al primitivo capitalismo, que exaltaba la ganancia por encima de cualquier otra consideración, aun al precio de generar injusticia en la sociedad.El cooperativismo se alineó, entonces, dentro de las concepciones que no toleraban que la economía lo fuese todo, o que el capital tuviese supremacía sobre el bienestar general de los pueblos.En este marco, en lugar de la competencia feroz de los agentes económicos, propició las ideas de asociación y cooperación de los grupos humanos, en la consecución de su bienestar.Se trató, en suma, de otra filosofía sobre el proceso económico. Ya no era, así, el egoísmo el que motorizaba ese proceso, o la mera apetencia de lucro, que a la larga instalaba en el mercado la supervivencia del más fuerte.El cooperativismo, a la vista de los desequilibrios sociales, postuló en cambio una visión más esperanzadora del ser humano, apelando a su capacidad de intercambio recíproco, en un marco ético superior.Sobre la base de esta filosofía, nacieron las cooperativas, las que tienen por objeto realizar actividades de producción, consumo y crédito, con la finalidad de proporcionar a sus asociados una utilidad mutua, basada en la cooperación personal antes que en el aporte del capital.Hoy, el movimiento cooperativo internacional representa una fuerza notable, que en muchos países es factor de estabilidad e integración humana, en un mundo globalizado, donde se insinúa la hegemonía de fuerzas económica depredadoras del tejido social.Desde sus comienzos, el cooperativismo fue en Argentina un factor indispensable para el desarrollo económico y social. La primera cooperativa que se constituye en el país fue de consumo y fue fundada en Buenos Aires en 1871 por inmigrantes franceses y alemanes.La presencia de los inmigrantes, que traían de Europa la idea cooperativa, fue clave para la expansión del movimiento en la Argentina. Así, se crearon distintas cooperativas en la geografía nacional.Servían para desarrollar actividades diversas (panadería, telefonía, seguro agrícola y demás), que satisfacían necesidades sociales, y aportaron al crecimiento de una sociedad pujante e integrada.Entre Ríos también conoció el desarrollo de esta fuerza económica y social. En 1900, en Basavilbaso, un grupo de colonos judíos fundó la cooperativa "La Agrícola Israelita", la que en 1907 cambia su denominación por la de "Sociedad Agrícola Lucienville Cooperativa Ltda."Los gualeguaychuenses, por su lado, también vieron en esta modalidad un modo legítimo de desarrollo. Abrazando, así, la idea de la asociación, la ayuda mutua y la cooperación, en actividades de producción y consumo.Aquí hay instituciones señeras que responden a este modelo, en áreas dispares como seguros, servicios públicos, actividad agrícola, comercial e industrial. Las cuales representan un capital económico y social valioso que distingue a esta comunidad.En un momento en que la pobreza y la exclusión social campean, producto de una economía concentrada en pocas manos, el cooperativismo aparece como una estrategia válida para dar respuesta, una vez más, a la "cuestión social".
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