Cristina Fernández, Axel Kicillof y el corralito del 2001: ¿fin de la historia?
La figura de Axel Kicillof no para de crecer, tanto que esta semana casi deja en el camino al CEO de YPF, Miguel Galuccio cuando se conoció la fuerte intervención del mercado petrolero que el gobierno de Cristina Kirchner dispuso por decreto. A la misma hora, el CEO de YPF intentaba convencer a empresarios. Cuando se enteró decidió pegar el portazo. Es que el poder y la influencia del Vice Ministro de Economía siguen en ascenso, tanto que ya eclipsó la figura de Guillermo Moreno y lo puso en jaque. También el puesto del Secretario de Comercio se vio sometido en los últimos días a una tormenta feroz que amagó con dejar fuera del camino al otrora poderoso funcionario. Para eso contribuyó el supuesto enojo de la Presidenta que, merced a los buenos vientos de Kicillof, habría resuelto poner alguien de su confianza en el cargo. Pero al final, ni lo uno ni lo otro se concretó. Galuccio fue convencido para quedarse, con la promesa que recibirá los 7.000 millones de dólares que necesita para la petrolera estatal y tendrá amplio margen de maniobra para tomar decisiones, y Moreno no se movió un ápice de la Secretaría de Comercio. La Presidenta ha demostrado en otras oportunidades que, cuando las versiones arrecian, se toma un tiempo para tomar las decisiones, justamente para no dejar la sensación que lo hace presionada.Pero la puja en torno al manejo de la economía se hace cada vez más visible. De Vido, Kicillof, Moreno y ahora Galuccio son actores principales que no quieren ceder nada en la contienda. Igual, la estrella del Vice Ministro parece brillar más que todas las demás, aunque es siempre la Presidenta la que se reserva el último dedo.La puesta por el 158 aniversario de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires fue un ejemplo: se cuidó hasta el más mínimo detalle para que nada quedara librado al azar. El lugar, peligroso para el oficialismo después de las incendiarias acusaciones de Boudou, debía servir para transmitir el fin de una etapa, aquella que arrancó en el 2001 con el corralito y que el kirchnerismo llegó para ponerle fin.Fue extraño ver a la Presidenta saludar y dialogar hasta con cierta intimidad, a Adelmo Gabbi, el anfitrión que en una tumultuosa conferencia de prensa de abril, su Vice Amado Boudou, acusó de corrupto y mafioso. Esos gestos, ¿implican que la Presidenta no le cree a su segundo o es simplemente una puesta para disimular el encontronazo? Sólo los protagonistas de la historia lo saben, lo cierto es que el que faltó a la cita fue Boudou que envió una nota de protocolo para justificar su ausencia. Hubiera sido peor, es cierto, ver a Boudou y Gabbi abrazarse como si nada hubiera pasado, aunque en la Argentina de los imposibles todo es posible.Salvo la presencia de Mauricio Macri que, silla de por medio intercambió algún comentario con la mandataria, todo quedó preparado para que Cristina se llevara los laureles. Y así fue. Durante una hora y media la Presidenta repasó por enésima vez los números de la economía, resaltó el desendeudamiento de la Argentina y dejó en claro que el kirchnerismo le puso el pecho y se hizo cargo de pagar lo que los bancos le quitaron (término extraño por no decir robar) a los ahorristas a principios de la década pasada.El pago de este Boden 2012, más lo que falta a fin de año, sirvió de justificativo para las restricciones impuestas al mercado cambiario y el cierre casi total de importaciones que Moreno piloteó con mano de hierro. Claro, eso trajo aparejado un parate de la economía que se desaceleró abruptamente, aunque las voces oficiales sostienen que lo peor ya pasó, en medio de un mundo que se cae y golpea a todos, incluída la Argentina. Si Scioli optó por desensillar hasta que aclare o ya capituló ante el vendaval 'pingüino' que lo puso contra las cuerdas, el gobernador de Córdoba José Manuel De la Sota ha redoblado la apuesta. Fiel a su particular estilo, el mandatario mediterráneo eligió una solicitada en el prime time de Canal 13, durante el programa de Marcelo Tinelli, para anunciarle a los cordobeses y al país que recurrirá a la Corte Suprema para reclamar que la Nación cumpla con un convenio firmado y le pague a su provincia la friolera de 1.200 millones de pesos. En sintonía, el socialista de Santa Fe, Bonfatti reclamó lo mismo aunque fue un poco más lejos y pidió que haya tratamiento igualitario para todas las provincias.Es que la situación de ahogo financiero que viven los tres distritos más grandes de la Argentina hace temblar las administraciones. De la Sota fue siempre un político ambiguo, desde que nació con la renovación peronista hasta las últimas elecciones en las que, después de ganar anunció el nacimiento del 'cordobesismo' para terminar flirteando con el gobierno nacional en octubre.Ahora, sostienen sus allegados, está embarcado en un proyecto nacional y presiona a Scioli y a otros gobernadores para que empiecen a tomar distancia de Olivos. Su margen de maniobra claro, no es demasiado amplio. La dependencia de los recursos que maneja la Nación es tan grande que hasta una provincia 'rica' como Córdoba tiene que andar mendigando en Buenos Aires que le paguen lo que le deben.Sus charlas con el sciolismo por ahora no tendrán la foto que espera, igual que con otros gobernadores, temerosos siempre de las represalias del poder central. La mayoría parece haber tomado conciencia que lo peor que podrían hacer es sacar los pies del plato. Cuánto más aprieta el zapato, menos son los kilómetros que se pueden recorrer. Con esa consigna, algunos se conformarán con el calzado que les elija el poder central y otros buscarán nuevos horizontes. Habrá que ver hasta dónde les llegará el cuero para intentarlo. Jorge Barroetaveña
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