Cristina habló de inflación y funcionarios y ella misma debería tenerlo en cuenta
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¿Será la señal de un cambio en el discurso? ¿Será el primer reconocimiento implícito a uno de los problemas de la gestión? ¿Será porque es un año electoral y la prioridad está al tope de la agenda social? Será lo que será pero la Presidenta habló por primera vez de inflación. Y aprovechó para repartir y dar algunos consejos. Jorge Barroetaveña Aquí el catálogo. "No hagan esas cosas si quieren ser presidentes", fue el primer consejo a los gobernadores e intendentes, algunos de los cuales estaban presentes como el inmutable Daniel Scioli que fue lo que hizo precisamente el año pasado en su provincia aumentando todo lo que puso tasas e impuestos. Sólo le faltó la tasa vial que impuso De la Sota en Córdoba porque la Nación denunció a su par, sino hubiera hecho lo mismo. Con el mismo látigo la Presidenta siguió con el castigo. "Si es necesario readecuar tarifas, hay que hacerlo con gradualismo para que no tengan impacto no sólo económico, también hay un impacto de expectativa y psicológico en la economía, que tal vez es más negativo", agregó con acierto. Claro, quizás la mandataria no sabía que el 'fenómeno' de los ajustes se dio en casi todas las provincias gobernadas por el kirchnerismo, no sólo por la oposición, y en algunos casos los reajustes llegaron hasta el 600%.Pero para evitar centrar demasiado el discurso, Cristina optó por concentrar los cañones en el Jefe de Gobierno porteño. Y Macri por cierto, hace bastante para que ello suceda."A 3,80 [pesos] me parece una barbaridad", opinó la Presidenta sobre el aumento que planea el macrismo para el boleto del subte, y abundó: "Con los aumentos en el ABL y esto, después no me hablen de inflación. La inflación no se compone sólo de la leche, el pan o la carne, sino también de servicios indispensables como el micro, el subte, la luz, el gas". Cierto, rigurosamente cierto. Pero para no perder la costumbre siguió otro poquito de zamarreo, cuando le recordó al ex presidente de Boca que "nos pide que dejemos de ser deudores... Yo le recomendaría que hable con su papá [Franco] porque Sevel y Socma fueron dos empresas cuyas deudas fueron estatizadas en 1982", le dedicó. "Si tu papá era empresario y el Estado se hizo cargo de la deuda, yo no digo que me aplauda, pero por lo menos un respetuoso silencio". Chan chan.La Presidenta estaba en su salsa. Por primera vez en mucho tiempo hablaba de inflación y admitía que la suba de impuestos genera expectativas negativas, y aprovechaba para pasarle facturas a varios de sus enemigos, de los opositores y oficialistas. Scioli, a pocos pasos de ella, no dijo ni mu porque lo comprendían las generales de la ley. A la distancia, fue De la Sota el que recogió el guante y le pidió a la Presidenta que deje el 'látigo' y le pague a los cordobeses lo que les debe. Por su cuenta de twitter el cordobés no se quedó callado y espetó: "Señora, devuelva a los cordobeses la plata que le prestaron. Guarde su látigo. Acá si alguien ajusta es Ud.", disparó el gobernador a través de su cuenta de Twitter, en obvia réplica al discurso de la Presidenta.El embate no terminó allí. "Señora Presidenta, no acuse sin razón. Págueles a los jubilados cordobeses lo que les debe; arregle las rutas destruidas y no habrá tasas. ¡Pague!", continuó De la Sota. Y remató: "Devuelva a los trabajadores el impuesto a las ganancias y a las provincias la coparticipación. No agreda con plata ajena en su bolsillo". Lo que dice De la Sota lo piensan otros mandatarios con menos margen de acción. Lo piensa Scioli que hace malabarismos para no decirlo aunque se encarga de insinuarlo en más de una ocasión. El viernes, en una video conferencia con la Presidenta, fue sonora la ausencia del intendente de Olavarría. El jefe comunal, del FPV y reelecto el año pasado, se negó a inaugurar una obra que, sostuvo, ya había sido inaugurada un mes antes. Pero fue más lejos. Avisó que el faltazo estuvo acordado con el gobernador Scioli. Si bien el mandatario luego tomó distancia el zafarrancho ya estaba armado, para indignación del kirchnerismo.Esta divisoria de aguas que se insinúa en el oficialismo permite que se cuelen algunos infiltrados. De Narváez dijo el viernes muy suelto de cuerpo que Scioli expresa 'el peronismo moderno' porque es 'dialoguista' y no 'confronta en exceso'. Y abundó: "Massa es el candidato de Cristina", metiéndose de lleno con un aliado del gobernador que también tiene aspiraciones altas.En medio de este maremágnum opositor que busca asentarse, la Presidenta dio una señal clara con su discurso en el que hizo referencia a la inflación. Puede volver a aparecer aquella Cristina de la campaña del 2007 o la más reciente del año pasado, bajando el nivel de confrontación y abriéndose para hablar de temas tabú para el modelo como la inflación o la inseguridad. Es probable que la Presidenta sienta que tiene margen para ello y la oposición debe saberlo. Al cabo, está en los genes del kirchnerismo ir a adaptando su discurso a las demandas sociales, al menos en los tiempos preelectorales. No se trata de una cuestión dogmática ni pragmática sino de sentido común. Y el kirchnerismo ha dado muestras acabadas de ello. Ninguno de los traspiés que sufrió en los últimos meses pueden ser tomados como señales de debilidad definitiva. Sería el peor error (en el que ya incurrieron) de percepción que la oposición podría cometer.En el aspecto económico todo indica que lo peor ya pasó. Se fue el 2012 y llegó el 2013. Si hay algo malo se evita o se disfraza, si hay algo bueno se ensalza hasta la exasperación. Así fue y así será. Es el sello de los tiempos que corren.
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