Cristina jugó a fondo y Macri le respondió igual: a todo o nada camino a las PASO

Al cierre de esta edición es probable que no se sepa aún si la Presidenta de la Nación será o no candidata. Menudo detalle si el apellido Kirchner figura o no en alguna boleta. Igual, Cristina se jugó todo el resto con Carlos Zannini. Macri se dio cuenta que el rival no es Scioli: es ella. Jorge Barroetaveña La movida de ponerle a Carlos Zannini a Daniel Scioli como fiel custodio del proyecto, fue la piedra que Macri necesitaba para convencerse de su propia decisión. El tembladeral que sacudió al oficialismo el jueves con el portazo de Randazzo a la candidatura bonaerense abrió una grieta inesperada en la estrategia oficial. Con Scioli-Zannini en la presidencial y Randazzo en Buenos Aires la ecuación cerraba perfecta. Se acababan las internas y la propia Presidenta podría reservar su nombre para otra ocasión. Sin ella en la boleta igual quedaba todo bien claro.Pero la conversación de la Presidenta con su Ministro no tuvo el resultado que el universo kirchnerista esperaba. Sólo ellos dos saben el tenor de la conversación, aunque la posterior misiva pública de Randazzo reveló buena parte. Fue tensa y la Presidenta jamás esperó un no por respuesta. Es que cuando el Ministro llegó a Olivos ya estaba todo cocinado. Si se enteró por televisión de la elección de Zannini para acompañar a Scioli: en ese instante sintió que su candidatura quedaba en el aire.El impacto del no del precandidato cayó mal entre sus seguidores y en buena parte del arco kirchnerista. Randazzo siempre pareció el candidato del modelo, el que recibió más aire presidencial, y el que más defendía el kirchnerismo duro y puro. Si hasta los intelectuales de Carta Abierta se sumaron a sus mofas sobre Scioli. Como nunca el jueves, la red social presidencial se llenó de reclamos y reproches, insólitos, para la Presidenta. Pero la decisión ya estaba tomada y había que tratar de minimizar los efectos colaterales. Así se presentó la 'competencia' en la Provincia, aunque la ola de 'pureza' para defender al modelo siguió adelante. Wado de Pedro irá al tope de la lista de diputados en Buenos y Aires y Máximo Kirchner hará lo mismo en Santa Cruz. La omnipresencia de los Kirchner, es el mejor mensaje que pudo recibir el campamento opositor. Eso es al menos lo que decodificó el PRO, por eso la elección de Gabriela Michetti.Para el partido opositor una profundización del perfil kirchnerista de la propuesta oficial lo pone en aprietos a Daniel Scioli. Claro que fue el propio gobernador bonaerense el que resolvió atar su suerte a esa estrategia, quizás sospechando que era la única forma de ganarle la pulseada a Randazzo. Ahora, quedó entrampado en la estrategia que él mismo fogoneó: es que a Scioli lo persigue el mismo dilema de siempre. ¿Le alcanza con el kirchnerismo duro para ganar la elección? ¿Al menos para tener chances en la primera vuelta? Si no es así tendrá que salir a buscar el voto crítico, ese que apoya muchas politicas oficiales de estos años pero critica los modos y los procedimientos y siente cansancio moral por tantos años de kirchnerismo. En ese sector del electorado se dirimirá la elección y todos los saben.Macri recibió alborozado la noticia de Zannini. Le sirvió para mitigar el impacto de la posible derrota de Del Sel en Santa Fe cuando todo apostaba a una victoria y para replantear su propia estrategia. La idea de volver a buscar a Gabriela Michetti nació después de su derrota en la Capital. Michetti hizo todos los deberes: dijo lo justo y necesario, se sumó a la campaña de su competidor y dejó trascender que podría rever su decisión de rechazo inicial. Grande fue la sorpresa cuando las encuestas le confirmaron a Macri que la derrota no había dañado la imagen de la senadora. Michetti le aporta frescura al discurso duro del PRO y algo que cotiza en bolsa en una campaña: niveles altos de conocimiento y aceptación. La elección le permitirá a Macri desdoblar la campaña y tener una figura fuerte a su lado, morigerando la llegada a un sector del electorado que también él necesita para ganar la elección.En el imaginario amarillo, la dicotomía es casi ideal: Zannini un cancerbero del modelo y de Scioli, fiel ladero de Cristina, es la contracara perfecta para el slogan continuidad o cambio, que Macri no se cansa de repetir. Si la fórmula viene acompañada de más kirchnerismo duro, con De Pedro, Máximo y la propia Presidenta, el cóctel se completa. Cristina monopolizará la campaña y no le permitirá a Scioli correrse un ápice de su estrategia. No podrán retacear a Zanini ni a ninguno de los otros candidatos. Será a todo o nada, clave para que la polarización se profundice, no ya con Scioli sino con la propia Cristina y Macri como protagonistas."No puedo creer que todavía me sigan subestimando", descargó herido Scioli a poco de saberse la bajada de Randazzo y cuando las versiones de la imposición de Zannini arreciaban. Al cabo, consiguió lo que quería: ser el único candidato presidencial del Frente para la Victoria. Pese a los contratiempos, las zancadillas de sus propios aliados y la desconfianza eterna de la Casa Rosada, logró su objetivo. Falta pues el tramo más caliente de la campaña y el cuello de botella en el que la gente deberá tomar una decisión. Entre tanta incerteza sólo hay una certeza: el apellido Kirchner será inevitable en la contienda. Para algunos será oasis, para otros, desierto. Jamás indiferencia.
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