OPINIÓN
Cristina le mete pata y piensa en ganar en primera vuelta

Creer o reventar, pero lo que viene repitiendo Durán Barba como una letanía desde hace tiempo, está cada vez más cerca de darse. El ecuatoriano, que tiene fama de haber ganado todas las elecciones en las que asesoró a Macri, sostiene que en octubre la gente deberá elegir entre el miedo y la decepción. Algo así como elegir una forma para morir. Cruel pero cierto. El recorrido de Sergio Massa le permite ciertas licencias. Con origen en la UCEDE en los '90, fervoroso kirchnerista, como jefe de ANSES y luego Jefe de Gabinete, fue el responsable de asestarle el golpe final a las ambiciones re-reeleccionistas de Cristina en el 2013. Su rumbo fue insólitamente indefinido a partir de allí. No pudo, de hecho, construir un liderazgo para quedarse con todo el peronismo, y fracasó en las presidenciales del 2015. Ante el fracaso económico de Macri fue acentuando su perfil opositor, aunque con doble vía: en la provincia de Buenos Aires su relación con Vidal fue muy buena, a punto tal que garantizó muchas iniciativas y le aportó gobernabilidad al proceso. Pero nunca pudo encolumnar a todo le peronismo no kirchnerista detrás suyo. Sin poder fáctico, su referencia interna se limitó al slogan de 'queremos un peronismo republicano y democrático, lejos de Macri y Cristina". Componedor, nunca dinamitó los puentes con nadie, ni siquiera con el oficialismo. Hoy, su nueva cercanía con el kirchnerismo está aceitada por la buena relación que tiene con Alberto Fernández, que pese a que hace bastante dejó de ser su operador predilecto, nunca salió del radar de su influencia. Si Massa se va de Alternativa Federal la dejará al borde del colapso. Ya pegó el portazo Lavagna y si el tigrense toma la misma decisión no habrá mucha tela para cortar. Juan Schiaretti, el macho alfa que no quiso ser macho alfa, parece que se fue de vacaciones. Con Pichetto solo no alcanza y Urtubey dejará de ser gobernador en diciembre. Encima se juntó con Macri dos veces en una semana, lo que alimentó los rumores más disparatados. Lavagna y su ego no se sabe bien qué harán y el progresismo que lo apoyaba, empezando por Stolbizer y terminando en Lifschitz, está al garete. ¿Seguirán con él y la opción de volver con Massa al kirchnerismo les disgusta? Sería raro verla a Stolbizer junto a Cristina, a la que denunció hasta el hartazgo. Pero el que tiene los mayores desafíos es Massa. Es el que ocupa la posición relativa más ventajosa, aunque cada minuto que pasa le va bajando el precio. Una cosa era ser candidato a gobernador de Buenos Aires, y otra encabezar la lista de diputados. Una cosa era ser candidato a Presidente y otra aspirar a solamente dirigir el Senado de la Nación. Alta diferencia dirían los chicos. Pero hay otro interrogante mayor que lo persigue: ¿qué hará su electorado refractario a todo lo que huela a K? ¿Lo seguirá a pie y juntillas y se tragará el sapo o reaccionará en consecuencia? Los que conocen a Massa afirman por estas horas que no quiere pasar a la historia por haber impedido el triunfo del peronismo en el 2019. Que no quiere llevar semejante carga sobre su conciencia. El detalle claro, es qué peronismo podría ganar las elecciones. ¿El que él aspiraba a representar, renovado y republicano, o el mismo de siempre con un poco de maquillaje? Por supuesto que para Los Fernández es todo ganancia. Si Massa tiene el 15% del electorado, la mitad que lo siga será puro balance positivo, destinado a engrosar el caudal electoral del kirchnerismo, dejándolo más cerca de ganar en primera vuelta. Ese objetivo subrepticio, que ahora ve la luz, es el norte de la movida electoral que depositó a Alberto en la primera línea. El día que Cristina tomó la decisión de bajar un escalón admitió que sola no podría ganarle a Cambiemos. Comprendió que tenía que enviar un mensaje hacia los que la rechazan para tratar de convencerlos que cambió, que es otra y que está dispuesta a bajar el perfil con tal de garantizar la victoria. Equivocada o no, puso en jaque a todos los demás. Alberto sólo parece no haberle sumado nada, pero Massa es la frutilla del postre que le puede abrir las puertas para volver. Desde la movida K el tiempo corre en contra del gobierno. Retroalimenta el debate, las versiones inundan los despachos oficiales y la duda queda instalada. Macri tiene que hacer una movida similar, así de impactante. ¿Alcanzará con un radical de vice? ¿Estilo Martín Lousteau? ¿Abrir la fórmula a un peronista? Un PRO puro, amarillo, no alcanza. ¿Cuántos votos podría sumarle? Abandonado el proyecto de llevar a Vidal a la cabeza, a Macri le queda por apostar a un peronismo dividido y a intentar alguna clase de acuerdo para la segunda vuelta. Si Cristina sigue sumando voluntades, la quimera del triunfo en primera vuelta mutará tanto que puede volverse real. Esos 10 puntos que necesita sacarle a Cambiemos van a quedar a tiro. Macri lo habrá hecho.
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