Cristina lejos pero a Daniel Scioli lo carcome la duda: ¿reza o se inmola?

Sería la última vuelta para las carreras de autos o el último codo para las de caballos. La carrera electoral que culmina el 27 de octubre entró en su etapa final y decisiva. La foto que vimos en agosto, ¿se repetirá el mes que viene? Algunos actores darían la vida por cambiarla, otros para mantenerla. Los votos tienen la palabra. Jorge Barroetaveña El peronismo se parece cada vez más a las playas de Normandía cuando los aliados empezaron a ponerle fin a los delirios de Hitler. Trincheras por doquier, anfibios escupiendo soldados y aviones tirando bombas. Las bajas, que se contaron por cientos de miles aquellos días de 1944, le dieron marco a una de las batallas más grandes de la historia moderna. Salvando las distancias claro, el peronismo se asemeja desde la política a aquel combate ciertamente desigual: sectores que resisten y otros que avanzan arrojando lo que tienen a mano sin importarles demasiado los daños colaterales.El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner está en estado de deliberación permanente. Como nunca hoy no sabe lo que el futuro le deparará y tantea intentando percibir lo que vendrá después del 27 de octubre. Es la primera vez, desde que Néstor Kirchner empezó a cimentar su poder con el 22% de los votos de base, que el kirchnerismo siente que ha perdido la iniciativa y ese aparato difuso pero implacable que se llama PJ está cada vez más cerca de devorarlo. ¿De qué sirvió 'larvar' los debates internos durante estos años o ponerle el pie a los que se atrevían a levantar la voz sugiriendo otros caminos? La mayoría de los gobernadores, ya no tan en secreto, sacan cuentas para el año que viene y bucean en sus números para ver cómo le harán frente a una menor cantidad de recursos. En todas las provincias el aparato estatal y el gasto creció a mares, casi lo mismo que lo hizo la deuda con la Nación. Esa bicicleta tiene precio y más temprano que tarde habrá que pagarlo. Con Cristina o sin Cristina en el gobierno, las necesidades económicas no se detendrán y muchos de ellos tienen aspiraciones. ¿Se atreverán a pedirle a la Nación un ajuste para evitar males peores después del 2015? La clave pasa por la relación de fuerzas. Todos o casi están esperando el día después para sentarse a negociar. Saben que la fecha de vencimiento llegará inexorablemente y especulan con eso.La zaga de fallos judiciales adversos para el gobierno tuvo su paroxismo esta semana con el procesamiento del otrora poderoso Guillermo Moreno. Insólitamente, la resolución judicial fue festejada más en algunos sectores del gobierno que en la propia oposición. No son pocos a esta altura, aunque ninguna se atreve a blanquearlo delante de la mandataria, que creen que el ciclo del Secretario está cumplido. Es que el personaje se devoró al funcionario, su sobreactuación lo terminó perjudicando y encima cosechó fracasos en un área sensible que es probable que le cueste una derrota al kirchnerismo: la inflación.De hecho, los últimos intentos por dar un golpe de timón antes del 27, incluyen pocas cuestiones vinculadas a la lucha contra el aumento de precios. El objetivo se enfoca casi exclusivamente en la seguridad, Talón de Aquiles que los asesores marcan como clave en la díscola Buenos Aires. Con Berni como espolón de proa y ahora Granados junto a Scioli el kirchnerismo perdió las formas y las convicciones: habrá mano dura tal como pide la gente. La propia Presidenta avaló el viernes con su presencia en un acto en Ezeiza el volantazo, guardando en el cajón de las conveniencias, las críticas a la política de seguridad de Scioli en el territorio bonaerense, que siempre estuvo más cerca del pensamiento de Aldo Rico que el de Eugenio Zaffaroni.Con ese objetivo, habrá que ver hasta dónde se juegan unos y otros. Scioli sabe que si se inmola por Insaurralde, las esquirlas de los bombazos lo acabarán afectando y con ello perjudicando sus ambiciones presidenciales. Pero si lo deja solo la debacle será tan grande que tampoco quedará exento de las consecuencias. En ese juego de múltiples bandas la Presidenta también es clave. La mandataria debe preservar todo lo que pueda su poder, para los dos años que le quedan y asegurarse una transición ordenada, a salvo de los zamarreos de la sucesión. Su ánimo debe ser jugar el partido, pero su razón le debe pedir que se quede al margen.Mientras estos devaneos carcomen las entrañas oficiales, Massa otea desde las alturas de Tigre la migración incesante de dirigentes. Ya ni es necesario que los llame, vienen solos. Azuzados por encuestas cada vez más favorables, cada publicación empuja un puñado más de nuevos creyentes massistas. Embriagado el líder del Frente Renovador coquetea mal con las posibilidades de someterse a un debate con el resto de los candidatos. Sería contradictorio que alguien que habla de las nuevas formas de la política, se niegue a debatir para no correr riesgos. No es un buen indicio.Los números y los asesores pueden más: que ni se le ocurra arriesgar, ahora que los números están cada vez más sólidos. Massa ya mostró un gesto de rebeldía cuando, pese a la falta de acuerdo con Scioli, decidió tirarse a la pileta, como dijo Cristina. Quizás sorprenda y en los próximos días acepte un debate. Estaría bueno que suceda porque le pondrá, indirectamente, la misma vara a todos los demás candidatos. Y será una buena forma de contestarle a los que lo señalan como más de lo mismo, sólo que con un maquillaje más tenue. También servirá para conocer un poco más al nuevo fenómeno de la política argentina y saber cuán profundo es su proyecto.
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