Crónica de otro día siniestro
La paradoja de confirmar a través de los hechos y por medio de los sentidos del olfato y la visión, la grave agresión contaminante pre anunciada por la larga historia mundial, que sostiene la impresionante capacidad de contaminación en todas las maneras posibles de las fábricas dedicadas a la producción de pasta celulósica, funcionen en el rincón del planeta en el que funcionen y aún contando con la tecnología de última generación que tanto publicitan y nos mienten.
Pero es que por segunda vez en el término de diez días, están demostrando lo altamente inefectivas e inservibles que son esas tecnologías, cuando se producen contingencias graves como las que comentamos y ya hemos sufrido.
El olor de ácido sulfídrico, intolerable, que por un tiempo considerable el lunes de la semana pasada se introdujo hasta en nuestros hogares, y la imagen tan triste que significó ver al río Uruguay en el estado que lo vimos ayer, son la prueba acabada, indiscutible, de una crónica anunciada, y dolorosa, que desde algún centro de poder se nos ha ido imponiendo .
Las voces que han surgido desde el seno mismo de esta sociedad, en estado de rebeldía desde el origen de la instalación arbitraria de la mega planta celulósica de Botnia, y cuando eran tan vilipendiadas y puestas en duda hasta por los de aquí adentro, emergen ahora esas voces con más fuerza y autoridad aún.
Tendrán que rever sus posturas los aventureros de la palabra oportunista, o de la opinión calculada y calculadora que ofendió y trató de debilitar una fuerza imparable de lucha digna como la de Gualeguaychú.
Desde aquí, seguramente sabremos aprovechar a estas novedosas y perjudiciales instancias de la contaminación en nuestra zona, para reforzar la lucha a expensas aún, de la contaminación que estamos oliendo y mirando, en nuestro hábitat y mundo natural circundante.
La indignación y el dolor que hoy sentimos, al igual que pocos días atrás, se deben transformar en una fuerza inteligente capaz de llevar adelante la puesta en su lugar, de lo que a priori aparecía como desequilibrado profundamente por su dimensión y poderío.
La erradicación de Botnia, su anulación o desplazamiento definitivo no es un imposible de lograr, como algunos suelen entender, de rodillas ante los hechos consumados. Aquí estamos de pie sin embargo.
Por ahora está funcionando Botnia. Por ahora produce. Al más alto costo que por cierto pagamos los seres humanos, y todos los seres vivos que habitamos este rincón del planeta. El de la pérdida de calidad de vida. Hasta la vida misma, que también se diluye de manera inconcebible,
Tienen que entender nuestras autoridades, los responsables de cuidar nuestras vidas, de proteger nuestro medioambiente, el valor inapreciable que significa defender el modo que hemos elegido para transitar esta vida.
Gualeguaychú está más alerta que nunca. Gualeguaychú se prepara para acciones cada vez más profundas, más inteligentes, más informativas, más concientizadoras, más sólidas. No cabe duda.
Nada está perdido. Vamos a salvar nuestro río Uruguay de semejante acoso depredador. Vamos a impedir la acumulación de un daño irrecuperable.
Hagámoslo con la fuerza y el poder que la verdad da siempre. Sumemos más voluntades. Ahora más que nunca. De frente al futuro.
La de ayer ha sido una jornada siniestra. La de hoy, tiene que ser una jornada de fortalecimiento, de mayores convicciones, y de jerarquía en los métodos, para lograr a toda costa, en los cauces institucionales que correspondan, la concreción del único objetivo: No a Botnia, Sí a la Vida.
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