Cuando la tecnología transforma el poder
La naturaleza del poder en general ha ido mutando a tenor de los cambios tecnológicos, en lo tocante al flujo y control de la información y el conocimiento, piedra de toque del dominio social de las conciencias.La dependencia causal entre las mutaciones operadas a nivel intelectual, en términos de mayor acceso social a la información, y la esfera de los que detentan el poder, es una idea instalada hace tiempo en las ciencias sociales.En este contexto, se entiende la tesis de Joseph Nye, un politólogo de la Universidad de Harvard, para quien "los gobiernos temen la revolución de la información".Un ejemplo de lo cual, según su opinión, es que a los regímenes autocráticos ya no les alcanza el dinero y la fuerza para detener las revueltas populares. Y esto porque están sometidos a los embates de una opinión pública que abreva en la revolución informática."Vivimos tiempos -dice el catedrático en un reciente artículo- en que todos los Estados se mueven en un entorno donde ni siquiera las autoridades más poderosas tienen el mismo grado de control que en el pasado".A lo largo de la historia de la humanidad, los gobiernos se han preocupado por controlar el flujo de la información. Es que la dominancia depende menos de la fuerza que de la adhesión ideológica de los gobernados.Eso decía Antonio Gramsci, el fundador del Partido Comunista italiano, quien centró su reflexión política en torno a la "hegemonía", palabra con la que designaba una situación donde una fuerza tiene supremacía absoluta sobre todas las demás.En sus "Quaderni del carcere", Gramsci explicó que la supremacía de la clase dominante no residía en el control de las fuerzas armadas y policiales sino de los medios de comunicación y demás agentes del orden cultural.Desde esas trincheras mediáticas, afirmaba el italiano, es desde donde se ejerce la asimilación de los sometidos a la ideología que promueve el grupo dominante. El control por tanto del flujo de información y conocimiento, garantiza control político.Pero construir hegemonía no es lo mismo ahora que en la época en que Gramsci formuló su teoría (principios del siglo XX), cuando los medios de comunicación masiva respondían a una lógica vertical, donde una minoría emisora decidía sobre qué debía informarse a la masa de receptores.Los totalitarismos del siglo XX (fascismo y comunismo), al controlar esos medios, apostaron justamente a la reacción pavloviana del receptor (en alusión al perro del fisiólogo ruso Pavlov, un animal obediente, previsible, que una vez entrenado invariablemente responde de la manera que se espera a los estímulos de su amo).Joseph Nye sostiene, en cambio, que "el poder de la información está mucho más distribuido ahora que unas pocas décadas atrás", producto de la revolución tecnológica, gracias a la cual se ha disminuido enormemente el costo de crear, buscar y transmitir información.En su opinión, esta revolución "está transformando de raíz la naturaleza del poder en el siglo XXI". Los ordenadores y todos los artefactos digitales modernos están generando, según dice, cambios comparables a los que trajo consigo la imprenta de Gutenberg, en el siglo XVI.Al igual que hoy la informática, la invención de la imprenta con caracteres móviles supuso una democratización de la información. Entonces el saber escrito dejó de ser patrimonio de una elite y se extendió a amplias capas de la población, haciendo que la hegemonía política modificara su ecuación en Occidente.
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