Cuando los años no reflejan lo biológico
Dice el viejo refrán que no todo lo que reluce es oro. Y puede ser cierto en el caso de nuestro cuerpo: detrás de una apariencia física saludable acaso existan órganos en mal estado.También puede darse el fenómeno inverso: el aspecto externo quizá luzca más deteriorado que el interno. Si de percepción se trata, de hecho hay sujetos que se ven más jóvenes para su edad y otros que se ven más viejos.En cualquier caso, la dualidad entre el afuera y el adentro persiste y esto inhabilita a pensar por lo pronto que pueda deducirse un diagnóstico exacto de nuestra salud corporal a partir de la apariencia física.Si el propósito fuera conseguir un conocimiento verdadero sobre el estado global de nuestro organismo, no habría que autoengañarse con la imagen distorsionada que nos suele devolver el espejo.Por eso en la medicina distingue la edad biológica de la cronológica, dando a entender que no suelen cabalgar juntas. Entre otras razones porque malos hábitos o factores genéticos pueden deteriorar la salud interna de las personas, sin que este proceso se manifieste externamente.De suerte que uno puede estar luciendo bien, de acuerdo a lo que se espera de la edad que tiene, mientras por dentro padece un proceso de envejecimiento y enfermedad acelerado.La edad cronológica de un individuo se calcula en función del tiempo transcurrido desde el nacimiento. Es por tanto la edad en años. Es un criterio que tiene más un valor social o legal que biológico.La edad biológica, en tanto, se corresponde con el estado funcional de nuestros órganos, comparados con patrones estándar para una edad. Es por tanto un concepto fisiológico.El conocimiento de este último concepto es más importante en vistas de la salud y para saber el grado de nuestro envejecimiento real, entendido como un proceso que ocurre irremediablemente en todos los seres vivos.Está claro que el paso del tiempo -cuya personificación en la mitología griega era el dios Chronos (de ahí cronología) - conduce progresivamente a un desgaste corporal, que culmina con la muerte del individuo.Ahora bien, el ritmo de este envejecimiento varía según las personas. Y el dato es que están las que envejecen más rápidamente, por distintos factores, haciendo que su edad biológica sea mayor a su edad cronológica.Nuestros tejidos, órganos y sistemas internos pueden sufrir un deterioro que acelera el envejecimiento del organismo, a contrapelo de la edad cronológica. El desgaste físico, en esencia, puede ser mayor al que se espera por el paso de los años."A los 50 años podemos tener, por ejemplo, un hígado de 75 años. Quizá somos relativamente jóvenes de edad, pero por dentro somos unos ancianos, lo que también se termina reflejando en nuestra cara externa".Así se expresa el doctor Mariano Barragán, director de NeoVitality, primera clínica en México especializada en combatir el deterioro del organismo. Según su parecer, los tratamientos de tipos "cosméticos" pueden esconder una trampa: ilusionarse con los cambios externos."Mucha gente sólo se enfoca en tener una cara bonita y libre de arrugas, pero no se preocupa de cuidar su salud interna, lo que termina pasando la cuenta en la tercera edad", advierte Barragán.Envejecer es inevitable. Sin embargo, si se toman las precauciones debidas, como eliminar malos hábitos (vida sedentaria, exceso en el comer, cigarrillo y demás), atendiendo al organismo y no a la cosmética, es posible que ese proceso coincida con la edad cronológica.En suma, la salud de nuestros órganos vitales es más importante que la apariencia física.
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