Cuándo los malos
¿Quiénes son los malos?, así podría arrancar este comentario. Podría también arrancar diciendo efectivamente quienes componen el eje maldito al que se hace referencia permanentemente.Juan Carlos Rodríguez*OpiniónPero temo que ninguna de las dos propuestas pueda ser respondida con certeza, sin dejar en el camino algún malo sin nombrar o esquivando de la definición algún otro.Se dice de un lado que los malos son aquellos quienes se oponen a los cánones que este régimen ha instaurado y que además esa instauración se ha hecho en protección de todos -lo cual intuyo incluye los malos-, pero inmediatamente los descarta porque la lista nefasta está a la vista. Es entonces un hecho que los malos están perfectamente identificados, con lo cual la búsqueda es una pérdida de tiempo.Alguien reprobará acaso el calificativo de régimen utilizado para el caso. Podría identificarlo asimismo, como sistema, procedimiento, modo, forma, gobierno, y referiría a lo mismo.Alguien además podría decir que los malos son "los de siempre", con la diferencia de haber constituido en la hora una entidad tal que su presencia no solamente es claramente identificable sino que posee un poder de daño que han potenciado las políticas nacidas desde el bondadoso puesto denunciante.Revisando lo anteriormente escrito, caigo en la cuenta de haber respondido a una fórmula que hoy cobra significación sobreabundante. He introducido un tema y después me he ocupado de defenderlo. No obstante, sirva este comentario simplemente para demostrar que lo hago inconscientemente, o acaso no lo puedo evitar.Alguien con muchos años me dijo hace poco, y en ocasión de una cadena nacional, es fácilmente identificar a los mentirosos: gritan, hacen demasiado ademán y encima te amedrentan para que les creas.Pensé solo para mis adentros, cuánto daño podrían hacerte los cazadores de malos mi amigo. No se lo dije para evitar esa mirada que poseen quienes conocen lo zonzo de la defensa vana.Entonces me pregunté: ¿debería identificar bandos?, como una iluminación caí en la cuenta que los bandos ya están formados de hecho.¿Debería entonces descubrir mentirosos?, pero la propia situación me llevó a pensar que incluir la verdad y la mentira torna subjetivo el pensamiento, además de tornar innecesario el debate.Entonces se aclara el pensamiento, y en vez que buscar lo que debo hacer es concluir y la conclusión aparece sola, evidente y actual: todo lo que se dice, lo que se persigue y lo que se proyecta forma parte de la vedette del momento: la retórica.Ella es una dama tan poderosa que su presencia nos deja sin aliento ante las demostraciones, sin defensa a los descuidados a la vez que enaltece a su servidor. Por eso la verdadera enseñanza de este pensamiento sería: lo mejor es no descuidarse. La maldad es de los descuidados.* Abogado
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