EDITORIAL
De dónde saldrán los dólares para la economía
Argentina, un país que suele tener crónicos problemas de escasez de divisas, y por esto mismo depende del crédito externo, necesita una vigorosa fábrica de dólares para financiar su desarrollo.
Históricamente, ha sido el campo el sector proveedor cada año de los miles de millones de billetes verdes para abastecer varios frentes: las importaciones necesarias para mantener funcionando la industria y algunos servicios como la energía; los viajes de los argentinos al exterior por turismo; y sobre todo la apetencia de los argentinos que ven en el dólar la forma más segura de ahorro, dentro de un sistema bimonetario. La falta de una política macroeconómica consistente a lo largo del tiempo –el país ha ido a los barquinazos en los últimos 70 años- ha conspirado contra la producción de divisas, por ejemplo adoptando una estrategia cambiaria que penaliza las exportaciones (sobrevaluación del peso). Estas inconsistencias han provocado crisis periódicas, con fugas masivas de capitales al exterior, instauración de mecanismos de racionamiento de dólares (cepos cambiarios), devaluaciones abruptas del peso y caída de la actividad económica. Los problemas de la “caja de dólares” de la economía argentina se agravan con la existencia de una idiosincrasia monetaria por la cual los argentinos atesoran en dólares (utilizan el peso sólo para transacciones), produciendo en épocas de pánico clásicas corridas contra las reservas del Banco Central (BCRA). La bimonetización supone costos. Por ejemplo, la suba de las tasas de interés, para evitar la huida de los ahorristas del peso al dólar, encarece el crédito y por esta vía se afecta la actividad económica. La hiperinflación, que es una amenaza latente en argentina, es una manifestación del repudio a la moneda local (peso). De ahí que algunos analistas vengan proponiendo para la Argentina un sistema de dolarización, como existe en Ecuador. En los ‘90 hubo una dolarización encubierta cuando el Estado decidió en 1991 sancionar una ley que ató el peso al dólar (el famoso 1 a 1 de la convertibilidad) y obligó a respaldar la base monetaria en un 100% con las reservas internacionales del Banco Central. Por eso la pregunta clave hacia el futuro de corto y largo plazo pasa por saber de dónde saldrán los dólares para financiar la economía, habida cuenta que la Argentina ha agotado el expediente de recurrir al crédito externo, después del último salvataje del Fondo Monetario Internacional (FMI). A menos que la estrategia sea cerrar la economía y volver al control de capitales (cepo), lo que conduciría a abandonar la vía exportadora, abriendo la perspectiva de un nuevo default (no pago de la deuda externa), el país está obligado a estimular fuertemente los sectores proveedores de divisas. Al respecto, los economistas creen que el campo (que incluye la agroindustria y los bienes transables de las economías regionales) debe seguir siendo la gran fábrica de dólares del futuro a través del incremento de las exportaciones. Pero ahora la minería y la energía se perfilan también como fuertes proveedores de divisas, tras la apertura a los mercados globales promovida en los últimos tres años, lo que ha generado fuertes inversiones externas en el sector. Aquí aparece Vaca Muerta como una de las herramientas para resolver el “talón de Aquiles” de la falta de dividas. Este yacimiento neuquino, hoy en plena expansión, al convertirse en exportador neto de gas y petróleo, “puede resolver los problemas de insolvencia de Argentina”, refiere el economista Ricardo Arriazu.
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