De lo individual a lo colectivo
El próximo 8 de noviembre se realizará un nuevo cacerolazo cuya convocatoria intenta aglutinar al conjunto del arco opositor.María Agustina Díaz*OpiniónLa expresión de las ideas políticas es un componente integral del tipo democrático de gobierno o de lo que en términos de Robert Dahl se llama "poliarquía" (reglas mínimas necesarias para el funcionamiento de un sistema político democrático), es un signo de madurez y una señal de sanidad institucional.Ahora bien, toda expresión o manifestación política debe de tener, necesariamente, dos dimensiones. Por una parte, una dimensión asociada a las "preferencias individuales" como pueden ser las reivindicaciones de derechos individuales y, por otra parte, una dimensión referida a la "comunidad de interés", es decir, un salto cuantitativo y cualitativo en la formulación de la propuesta política que pasa del "yo ciudadano" al "colectivo ciudadano".¿Por qué señalo que, necesariamente, toda expresión, manifestación o formulación política debe presentar aquellas dos dimensiones? Pues, porque en el sistema política (democrático, republicano y representativo) al que estamos adscriptos, los ciudadanos estamos llamados a organizarnos en "comunidades de interés" según nuestras preferencias. Dichas organizaciones, en sus formas institucionalizadas, esto es, partidos políticos, constituyen la principal herramienta de mediación entre la Sociedad Civil y el Estado.Dichas organizaciones emergen de diversos clivajes, ejes de quiebre, que diferencian su propuesta de las de otras. Estos clivajes pueden ser clasistas (clase trabajadora, clase propietaria), ideológicos (liberalismo, socialismo), religiosos, estamentales (portación o no de un determinado status social), históricos (basados en acontecimientos como la aparición de un gran líder), etc.Pero, independientemente de la naturaleza de ese clivaje, el componente aglutinador debe de asegurar un mínimo de coherencia a fin de que trascienda la organización basada puramente en la oposición a "algo".Recordemos el fracaso histórico político de algunas experiencias, tales como la "Unión Democrática" de 1945 que nació al calor de la oposición de la candidatura de Perón, o las manifestaciones de junio de 1955 en torno a la celebración de Corpus Christi donde conservadores de derecha se conciliaron, por un breve lapsus, con liberales anticlericales y comunistas antiperonistas.El componente aglutinador significa alcanzar un mínimo de consenso sobre los objetivos perseguidos y los medios para alcanzarlos; es decir, tener un cuerpo doctrinario, una concepción histórica, una interpretación del mundo y una configuración conceptual-ideológica de raigambre compartida y, por sobre todas las cosas, el deseo de forjar como colectivo un proyecto político definido que beneficie la mayor cantidad de ciudadanos posibles a fin de que también ellos integren el colectivo.El fenómeno de los reclamos atomizados carece, precisamente, de dicho componente aglutinador. Se trata de manifestaciones aunadas sólo en un punto (el rechazo - oposición a algo) pero disímiles en los contenidos, los objetivos perseguidos y los métodos. Sólo así se puede explicar la convivencia de pancartas que rezaban "No más autoritarismo" con cruces esvásticas o con vivas voces a Videla y otros genocidas de la última dictadura militar. A todo ello se suma la enorme incapacidad de los partidos de la oposición que, subiéndose a las consignas antipoliticistas de un descontextualizado "que se vayan todos", olvidan que forman parte de la dirigencia política argentina.Quizás, coherentes sí con ese nivel de irresponsabilidad, es que se niegan a votar en el parlamento los mismos proyectos de ley que, hasta hace poco, eran sus propios proyectos so pretexto de que el oficialismo "lo utilizaría a su favor".Pareciera que lo colectivo los avergonzara, por eso, ellos mismos, denostando sus propias banderas e insignias las ocultan y se disfrazan de "autoconvocados espontáneos" que "no responden a aparatos político-clientelares". Se trata de una especie de sobrevaloración de lo individual, que arrogó a sus creencias de que votan los individuos, no los pueblos.Se realizará, entonces, otro cacerolazo, pero la dimensión individual, nuevamente, no trascenderá hacia la colectiva. La Teoría de la Elección Racional, donde cada individuo se comporta egoístamente moviéndose según sus preferencias individuales primará, nuevamente, por sobre la posibilidad de lo común, de lo compartido.* Licenciada en Ciencia Política y Asesora de la Casa Entre Ríos en Buenos Aires.
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