De a pie con el rebenque en la mano
Es común que los episodios resonantes releguen a un segundo plano a otros de parecida importancia, aunque menos ruidosos.Por Mario Alarcón Muñiz
Sucede en casi todos los medios de comunicación del mundo. Por eso no debe extrañarnos que el interés público haya estado repartido durante la última semana entre los cascotazos de la señora Bonafini a la Justicia, la tragedia vial del norte santafesino (14 muertos), la visita del presidente consorte a Concordia, su pronóstico de "un triunfo de Urribarri por once puntos", el secuestro y muerte de un estudiante en Maschwitz, la ley de glaciares, el recorte de fondos a la Corte Suprema (chas chas por portarse mal) y el presidente de Ecuador secuestrado por policías. De todo, como puede verse. Y detrás de ese panorama, casi en silencio, aparece la mayor crisis histórica de uno de los pilares de la economía nacional, confirmada en el Congreso Mundial de la Carne reunido en Buenos Aires.Visión equivocadaTodo lo otro es importante y en algunos casos grave. Pero el problema de la ganadería argentina también lo es, afecta el presente, compromete el futuro y no parece interesarle a mucha gente, menos a los gobernantes. Caemos en la cuenta cuando llegamos a la carnicería y le echamos un vistazo a la pizarra. Tras el consiguiente rezongo nos explicamos por qué razón el consumo promedio de 73 kilos anuales por habitante ha caído este año a 55 kilos para continuar en baja, según los pronósticos. Puede ocurrir que el descenso resulte favorable a la salud. Así dice la mayoría de los médicos. Sin embargo, los sustitutos apropiados no aparecen o las posibilidades de acceder a ellos encarecen el presupuesto familiar.Por lo que se observa, el problema de los precios de la carne no tiene retorno. Quizá avanzada la primavera haya algún alivio circunstancial, pero al finalizar el año la mayor demanda habitual lo neutralizará. Sucede que no hay suficiente cantidad de hacienda para faenar y esto incide de manera directa en los precios.La ausencia de una política ganadera desalentó al productor; la soja le ganó espacios a la ganadería; el gobierno se sumó limitando cuando no cerrando las exportaciones y todo esto derivó en la liquidación de los rodeos. Los frigoríficos redujeron o cesaron su actividad, miles de trabajadores quedaron desocupados y la situación afectó al transporte y las curtiembres entre otros rubros.Ciertos funcionarios, como el capataz Moreno, jamás entenderán que el campo es movilizador de muchas actividades y creador de trabajo. Las consecuencias del abandono están a la vista. El ministro Domínguez lo sabe, pero no puede.Lo que viene Los economistas avizoran un cercano futuro de prosperidad en el planeta con incidencia en la mejor alimentación humana, según se reveló en el Congreso de la Carne. Por separado la Unión Europea anunció que abandonará la producción bovina para dedicarse a las aves y los cerdos. Todo esto significa que aumentará de manera considerable la demanda mundial de carne vacuna.Mejor escenario no podría presentársele a la ganadería argentina si estuviera en condiciones de competir. Y a los frigoríficos, los trabajadores de la carne, el transporte, sus trabajadores, las curtiembres, los trabajadores del cuero, los veterinarios, los peones rurales, las empresas consignatarias, las rentas del Estado, en fin, toda la rueda imaginable cuando un motor de la producción se pone en marcha. Hasta el bolichero puede mejorar.Pero no. Esta vez no podrá ser. O será muy difícil. El viento a favor nos encontrará de a pié con el rebenque en la mano y sin caballo por falta de políticas adecuadas o torcidas, que al final es lo mismo. "El mundo está esperando que la Argentina se suba al tren", se dijo con toda claridad en el mencionado congreso. Si no lo advertimos a tiempo el tren pasará de largo.Aprovechará Brasil que hace veinte años compraba nuestra carne y hoy es el primer exportador del mundo. Le vendrá muy bien a Uruguay que el último año exportó más que la Argentina y seguirá creciendo. Paraguay ya nos igualó y el año próximo nos pasará como a poste, porque de 50.000 toneladas que exportaba hace diez años ha logrado colocar 280.000 en 2010, quintuplicando su producción y sus ventas.Hace dos décadas la Argentina era el tercer productor de carne del mundo. En la actualidadcontemplamos el crecimiento de los demás.
Sucede en casi todos los medios de comunicación del mundo. Por eso no debe extrañarnos que el interés público haya estado repartido durante la última semana entre los cascotazos de la señora Bonafini a la Justicia, la tragedia vial del norte santafesino (14 muertos), la visita del presidente consorte a Concordia, su pronóstico de "un triunfo de Urribarri por once puntos", el secuestro y muerte de un estudiante en Maschwitz, la ley de glaciares, el recorte de fondos a la Corte Suprema (chas chas por portarse mal) y el presidente de Ecuador secuestrado por policías. De todo, como puede verse. Y detrás de ese panorama, casi en silencio, aparece la mayor crisis histórica de uno de los pilares de la economía nacional, confirmada en el Congreso Mundial de la Carne reunido en Buenos Aires.Visión equivocadaTodo lo otro es importante y en algunos casos grave. Pero el problema de la ganadería argentina también lo es, afecta el presente, compromete el futuro y no parece interesarle a mucha gente, menos a los gobernantes. Caemos en la cuenta cuando llegamos a la carnicería y le echamos un vistazo a la pizarra. Tras el consiguiente rezongo nos explicamos por qué razón el consumo promedio de 73 kilos anuales por habitante ha caído este año a 55 kilos para continuar en baja, según los pronósticos. Puede ocurrir que el descenso resulte favorable a la salud. Así dice la mayoría de los médicos. Sin embargo, los sustitutos apropiados no aparecen o las posibilidades de acceder a ellos encarecen el presupuesto familiar.Por lo que se observa, el problema de los precios de la carne no tiene retorno. Quizá avanzada la primavera haya algún alivio circunstancial, pero al finalizar el año la mayor demanda habitual lo neutralizará. Sucede que no hay suficiente cantidad de hacienda para faenar y esto incide de manera directa en los precios.La ausencia de una política ganadera desalentó al productor; la soja le ganó espacios a la ganadería; el gobierno se sumó limitando cuando no cerrando las exportaciones y todo esto derivó en la liquidación de los rodeos. Los frigoríficos redujeron o cesaron su actividad, miles de trabajadores quedaron desocupados y la situación afectó al transporte y las curtiembres entre otros rubros.Ciertos funcionarios, como el capataz Moreno, jamás entenderán que el campo es movilizador de muchas actividades y creador de trabajo. Las consecuencias del abandono están a la vista. El ministro Domínguez lo sabe, pero no puede.Lo que viene Los economistas avizoran un cercano futuro de prosperidad en el planeta con incidencia en la mejor alimentación humana, según se reveló en el Congreso de la Carne. Por separado la Unión Europea anunció que abandonará la producción bovina para dedicarse a las aves y los cerdos. Todo esto significa que aumentará de manera considerable la demanda mundial de carne vacuna.Mejor escenario no podría presentársele a la ganadería argentina si estuviera en condiciones de competir. Y a los frigoríficos, los trabajadores de la carne, el transporte, sus trabajadores, las curtiembres, los trabajadores del cuero, los veterinarios, los peones rurales, las empresas consignatarias, las rentas del Estado, en fin, toda la rueda imaginable cuando un motor de la producción se pone en marcha. Hasta el bolichero puede mejorar.Pero no. Esta vez no podrá ser. O será muy difícil. El viento a favor nos encontrará de a pié con el rebenque en la mano y sin caballo por falta de políticas adecuadas o torcidas, que al final es lo mismo. "El mundo está esperando que la Argentina se suba al tren", se dijo con toda claridad en el mencionado congreso. Si no lo advertimos a tiempo el tren pasará de largo.Aprovechará Brasil que hace veinte años compraba nuestra carne y hoy es el primer exportador del mundo. Le vendrá muy bien a Uruguay que el último año exportó más que la Argentina y seguirá creciendo. Paraguay ya nos igualó y el año próximo nos pasará como a poste, porque de 50.000 toneladas que exportaba hace diez años ha logrado colocar 280.000 en 2010, quintuplicando su producción y sus ventas.Hace dos décadas la Argentina era el tercer productor de carne del mundo. En la actualidadcontemplamos el crecimiento de los demás.
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