INTERNA ¿SIN FIN? EN EL GOBIERNO NACIONAL
Débiles señales del poder para una tregua
Insinúa una tregua entre los contendientes. La caída que marcan los números no se detiene y si no paran, será mucho peor. Les será mucho peor. Algo de esta conciencia repentina parece haber embargado a varios actores que salieron a pedir públicamente la tregua. O al menos un simulacro de tregua para la gilada que mira cómo el mundo se derrumba sobre sus cabezas.
Por Jorge Barroetaveña
Si bien los precios marcan una ligera desaceleración en las dos primeras semanas de mayo, la tendencia está lejos de sentirse en el bolsillo. Algo peor aún son los datos preliminares de una desaceleración del crecimiento, algo que afirman los analistas, se profundizará en el segundo semestre, por la falta de dólares y el impacto de la inflación.
Wado de Pedro, a la postre, operador todo terreno, está intentando juntar los pedazos de lo que fue el Frente de Todos. Se ha tomado el trabajo de contactar uno por uno a los más duros de cada bando, para tratar de hacerles entender que, el mundo que está por fuera del Frente, es tan árido como áspero para las aspiraciones de todos, empezando por el propio Presidente y su vice. A fuerza de gritos, algo más salvaje, Aníbal Fernández intenta poner en caja a los díscolos, invitándolos a irse del gobierno “si no están de acuerdo con el rumbo de la gestión”.
Salvo excepciones otras voces han disminuido la intensidad de los reproches, aunque nadie se atreve a dar por terminado el conflicto. A esta altura hay una certeza: nadie que le responde a Cristina tienen intenciones serias de pegar el portazo. Al menos durante un buen tiempo. El Presidente tampoco tienen intenciones de echarlos, temeroso de provocar el desparramo final que se lo lleve puesto a él mismo.
Mientras tanto lo sostiene a Guzmán, que con la extraña ayuda del establishment, se atrincheró en el Palacio de Hacienda para soportar los mandobles. Alberto sabe que si entrega la cabeza de su ministro, se está despidiendo de la última rémora de poder que le queda. Ya se resignó que los gobernadores desdoblen los comicios del año que viene para salvar su ropa y que pocos hayan salido a respaldar su segundo mandato, como proclamó desde Europa en el último viaje. A lo mejor no lo vieron ni escucharon, pero ni los propios levantaron la voz para apoyar la declaración. La mesa chica parece se ha vuelto ratona.
Todo tiene un límite, habrán razonado en el kirchnerismo. Se lo dijeron y se lo hicieron saber de todas las maneras posibles. Pero Alberto resiste. Con moretones, enyesado y balbuceante, sigue parado arriba del ring.
Hipótesis 1: Alberto renuncia
Cristina también y se convoca a una Asamblea Legislativa
Hipótesis 2: Cristina renuncia
Se va del gobierno y se lleva con ella a todos los funcionarios que le responden. Vacía de contenido la gestión y le da el empujón final al Presidente.
Hipótesis 3: queda todo como está
Sería el plan ‘tirar’ a como dé lugar para llegar a las elecciones. La cuestión es cómo se llega a las elecciones, en qué condiciones y si con alguna expectativa de triunfo.
Mientras tanto, en Ciudad Gótica, siguen los dimes y diretes. Al cierre de esta edición el Presidente Fernández le pidió al Congreso que lo ayude con una suba de retenciones porque es la única manera de ‘desacoplar’ los precios externos de los internos. Nada raro que, otra vez con los pelos de punta, salieron a cruzarlo las entidades del campo. Con palabras poco amigas le recordaron que él fue el negociador por los Kirchner en el conflicto de la 125 y que conoce perfectamente que es mentira lo que dice. Lo sorprendente, o ya no tanto a esta altura, es que el Ministro del área, Domínguez, salió a desmentirlo, con un twitter, rechazando que se piense aumentar las retenciones. O Domínguez está allanando el camino para irse, si avanzan con lo pedido por el Presidente, o ya ni siquiera le reconoce autoridad a su jefe.
Casi a la misma hora, el vilipendiado Ministro Guzmán cerró el puño en señal de victoria: la Secretaría de Comercio, hoy en manos de Roberto Feletti, volverá a la órbita de Economía. ¿Otra señal de distensión? Quizás, o de desesperación, tratando de contener el alza de precios y los cuestionamientos sonoros al fracaso de todo lo que se intentó hasta ahora. Claro que ese fracaso es compartido. A Guzmán por su política económica, y a Feletti por la ineficacia de los controles que él mismo impulsa y comanda.
En el gobierno saben que no hay futuro electoral posible con 50% o más de inflación. Que de nada servirán los maquillajes ni batir el parche todo el día con el crecimiento de la economía, si abajo el poder adquisitivo se deprecia todos los días. Para enfrentar a ese fantasma, la falta de un plan y una metodología clara es mortal. Todos y cada uno, a su tiempo, han fracasado. La marea sube y sube y la respuesta luce escasa. Que pase el que sigue.