Demasiado ruido para tan pocas nueces
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Ha concluido en nuestro país un semestre complicado, con demasiadas tensiones y controversias, según lo observábamos el domingo anterior. En Entre Ríos el panorama no ha sido diferente, pues el discurso y la realidad no coinciden.Mario Alarcón MuñizDiscursos hemos escuchado o leído en abundancia. A veces despiertan interés y revelan buenas intenciones, como el primero que pronunció este año el gobernador Urribarri, el 11 de enero, seguramente el de mayor importancia como para iniciar un año bastante flojo.Anunció en esa oportunidad un plan de 6.000 viviendas en el trienio a partir de la creación del FISER (Fondo para Infraestructura Social de Entre Ríos) integrado mediante la recuperación del impuesto a la herencia, además de aportes estatales. Un proyecto en ese sentido se convirtió en ley (10.197) a toda velocidad, sin mayor análisis legislativo, según ahora se acostumbra cuando se trata de asuntos importantes. A todo trapo y en silencio parece mejor.En este caso el propósito de "erradicar totalmente las villas de emergencia", según dijo Urribarri, y mejorar la calidad de vida de un sector muy numeroso de la población, es incuestionable. Restablecer con ese fin -y no para el barril sin fondo del Estado- el tributo a la transmisión gratuita de bienes, es una idea interesante.Sin embargo, se enreda al bajar a la realidad. El mínimo no imponible se estableció en herencias de 125.000 pesos. Muchísimas propiedades pequeñas superan ese valor y por lo general la herencia se divide entre varias personas. De tal modo a las viviendas de los pobres terminarán pagándolas otros pobres. Hay que arreglar esto, lo mismo que el rol del IAPV, organismo específico creado hace más de medio siglo para construir viviendas sociales, que no aparece en la ley.Como todavía no se ha registrado una recaudación suficiente (el gravamen se aplica sobre herencias de quienes hayan fallecido desde la promulgación de la norma) no se ha avanzado en el tema. Al margen de la buena intención, nada por aquí, nada por allá. Nadie sabe cómo se alcanzará el objetivo de 2.000 unidades por año. Menos se sabe cómo se llegará a las 17.000 viviendas y 6.000 mejoramientos habitacionales que Urribarri prometió a fines de 2011 en su enumeración de buenos propósitos denominada Plan Quinquenal.Primero yo, el mejorAdemás de los grandes anuncios que se desinflan, otra pintoresca particularidad destaca al actual gobierno provincial que en diciembre próximo cumplirá seis años: su propio cotejo con otras administraciones, siempre a favor por supuesto. Tanto el gobernador como algunos de sus funcionarios más cercanos, están convencidos de ser los mejores. Y lo dicen. De este modo imponen la cultura deportiva de ganarle a otro, estar primero, superar al resto.En un acto realizado el lunes en Paraná, Urribarri dudó al principio ("no sé si hemos hecho la gestión más exitosa de la historia"), pero se repuso enseguida ("sí es la gestión más motivadora, transformadora y reparadora"). Muchos se han preguntado estos días de qué estaba hablando el jefe provincial.Si uno repasa cosas del primer semestre, sin necesidad de retroceder demasiado, se encuentra en principio con la caída de la producción de arroz, un cultivo emblemático de la provincia. En la última campaña Entre Ríos sembró sólo 68.000 hectáreas, cediendo el primer lugar, que ocupó Corrientes con 101.000 hectáreas. La cosecha provincial llegó a 461.000 toneladas después de haber logrado 900.000 toneladas en períodos anteriores.La cosecha de citrus cayó este año un 40% con relación al año anterior, denunciaron los productores a principios de este mes, expresando su preocupación por la pérdida de fuentes de trabajo.oDe mal en peorEl frigorífico San José, reinaugurado hace un año mediante videoconferencia de la Presidenta, tras la integración de una empresa mixta (gobierno y productores), con fuerte aporte estatal, desnudó problemas en el semestre. No trabaja todos los días y los operarios, sujetos a la garantía horaria pierden un 30% de sus haberes, denunció un dirigente gremial.Nada se diga de Santa Elena. El retroceso de esa planta es marcado. El gobierno lo sabe mejor que nadie.En Villa Mantero la fábrica molinera Calimboy -principal fuente de trabajo de esa localidad del departamento Uruguay- está paralizada desde hace casi un año y poco o nada se ha hecho en los últimos meses por su rehabilitación. Hay un proceso de quiebra y los trabajadores tratan de constituir una cooperativa, pero solos no pueden.Algo parecido ocurre con el molino San Patricio, de Concepción del Uruguay. Está inactivo desde fines del año último. Sus obreros no han cobrado un peso. También quieren integrar una cooperativa. Hasta ahora golpean en tapera.Cotapa, la cooperativa tambera de Paraná, va de mal en peor desde que el gobierno decidió en 2010 transformarla en sociedad anónima con participación estatal. Fundada en 1965, de la cooperativa sólo queda hoy el 43%; el 56% pasó a la Provincia, que por lo tanto domina la situación y el 1% restante es del municipio de Paraná. Supo recibir la producción diaria de dos mil tamberos. Hoy le queda, con suerte, un centenar y de ellos sólo 50 entregan leche diariamente.No hay cifras oficiales, pero se estima que esta SA con mayoría estatal pierde cerca de un millón de pesos mensuales. Por lo pronto sorteará la crisis con un autopréstamo (del gobierno provincial a su propia sociedad) de seis millones de pesos, otorgado a principios de mes.Estas son sólo algunas muestras. Restan la publicitada fábrica de cosechadoras, una de las cuales fue exhibida a la Presidenta, además de la deuda pública, entre otros resultados de un primer semestre muy complejo.
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