Democracia acosada
La democracia supone disensos. No se la puede imaginar con unanimidades. Es más, éstas perjudican la calidad de la democracia. Los disensos la enriquecen.Por Mario Alarcón Muñiz Especial para El Día
En última instancia se impone el criterio de las mayorías tras un proceso de intercambio de ideas o de discusión, en el que cada uno de los participantes aporta sus propuestas, críticas y puntos de vista que contribuyen a solucionar la cuestión planteada. Sin embargo, en la realidad los conceptos suelen confundirse y hasta perderse. En esos casos el disenso toma forma de confrontación y la razón es suplantada por la cinchada. Nada más pernicioso para la democracia.Las jubilacionesEn la actualidad nuestros dirigentes de todos los colores han optado por cinchar en lugar de debatir. Esto es lo que se observa a través de los variados temas que por estos días demandan la atención de los argentinos.En el debate instalado por el 82% móvil de la jubilación mínima, el gobierno sostiene que es imposible pagar ese índice. No le alcanza la plata, más allá de que a diario informe que crecen la economía y la recaudación fiscal a tal punto que "nunca el país estuvo mejor". De ser así, una de las dos afirmaciones es mentirosa o al menos exagerada.La oposición asegura que los fondos de la Anses permiten atender el 82% y muestra sus números. Atribuye la negativa del gobierno al hecho de haberle ganado de mano a Kirchner y presentar un proyecto que éste pensaba plantear como propio en la campaña electoral que se avecina.El gobierno quiere evitar de todos modos la ley del Congreso porque luego de sus objeciones se verá obligado a vetarla con el descrédito que ello significaría ante millones de jubilados.La oposición sabe que si la ley se sanciona habrá veto. Conoce entonces que el proyecto está destinado al fracaso, pero insiste para descolocar al gobierno.Nada ilegal esconden los argumentos de uno u otro. Sin embargo, revelan la preeminencia de los propósitos electoralistas de ambas partes por encima de cualquier otra consideración. Reemplazan la razón por las especulaciones. Y esto no favorece a la democracia.Las corporacionesDurante la última semana la Cámara de Diputados de la Nación no logró quórum para tratar un proyecto de ley de defensa de los glaciares, tema que el año pasado -con otro texto pero la misma intención- fue aprobado por unanimidad y vetado por la Presidenta. Hasta el momento nadie puede predecir el destino final de la iniciativa que probablemente se considere en los próximos días. No obstante, la situación invita a vincular la resistencia del oficialismo con un denunciado acuerdo entre el gobierno y poderosos intereses multinacionales que están explotando minas a cielo abierto en San Juan, La Rioja y Catamarca y probablemente a corto plazo también en la Patagonia. No otra cosa indican el citado veto presidencial a la ley de protección y la reciente reunión de la Presidenta con los magnates de la poderosa Barrick canadiense, dedicada también a la explotación minera en nuestro país.Lo curioso de todo esto es que hace un par de días, en uno de sus frecuentes discursos, la Presidenta confesó que le "da miedo que la clase política se subordine tanto a las corporaciones". ¿Mea culpa? ¿Acusación? ¿A quién? ¿O simplemente un traspié en el que suele incurrir todo aquel que habla demasiado?El panorama nacional dista de ser el más auspicioso por las contradicciones y confusiones en las que incurre nuestra clase dirigente. Cada uno mira a través de su propio cristal. Y esto tampoco favorece la calidad de la democracia.
En última instancia se impone el criterio de las mayorías tras un proceso de intercambio de ideas o de discusión, en el que cada uno de los participantes aporta sus propuestas, críticas y puntos de vista que contribuyen a solucionar la cuestión planteada. Sin embargo, en la realidad los conceptos suelen confundirse y hasta perderse. En esos casos el disenso toma forma de confrontación y la razón es suplantada por la cinchada. Nada más pernicioso para la democracia.Las jubilacionesEn la actualidad nuestros dirigentes de todos los colores han optado por cinchar en lugar de debatir. Esto es lo que se observa a través de los variados temas que por estos días demandan la atención de los argentinos.En el debate instalado por el 82% móvil de la jubilación mínima, el gobierno sostiene que es imposible pagar ese índice. No le alcanza la plata, más allá de que a diario informe que crecen la economía y la recaudación fiscal a tal punto que "nunca el país estuvo mejor". De ser así, una de las dos afirmaciones es mentirosa o al menos exagerada.La oposición asegura que los fondos de la Anses permiten atender el 82% y muestra sus números. Atribuye la negativa del gobierno al hecho de haberle ganado de mano a Kirchner y presentar un proyecto que éste pensaba plantear como propio en la campaña electoral que se avecina.El gobierno quiere evitar de todos modos la ley del Congreso porque luego de sus objeciones se verá obligado a vetarla con el descrédito que ello significaría ante millones de jubilados.La oposición sabe que si la ley se sanciona habrá veto. Conoce entonces que el proyecto está destinado al fracaso, pero insiste para descolocar al gobierno.Nada ilegal esconden los argumentos de uno u otro. Sin embargo, revelan la preeminencia de los propósitos electoralistas de ambas partes por encima de cualquier otra consideración. Reemplazan la razón por las especulaciones. Y esto no favorece a la democracia.Las corporacionesDurante la última semana la Cámara de Diputados de la Nación no logró quórum para tratar un proyecto de ley de defensa de los glaciares, tema que el año pasado -con otro texto pero la misma intención- fue aprobado por unanimidad y vetado por la Presidenta. Hasta el momento nadie puede predecir el destino final de la iniciativa que probablemente se considere en los próximos días. No obstante, la situación invita a vincular la resistencia del oficialismo con un denunciado acuerdo entre el gobierno y poderosos intereses multinacionales que están explotando minas a cielo abierto en San Juan, La Rioja y Catamarca y probablemente a corto plazo también en la Patagonia. No otra cosa indican el citado veto presidencial a la ley de protección y la reciente reunión de la Presidenta con los magnates de la poderosa Barrick canadiense, dedicada también a la explotación minera en nuestro país.Lo curioso de todo esto es que hace un par de días, en uno de sus frecuentes discursos, la Presidenta confesó que le "da miedo que la clase política se subordine tanto a las corporaciones". ¿Mea culpa? ¿Acusación? ¿A quién? ¿O simplemente un traspié en el que suele incurrir todo aquel que habla demasiado?El panorama nacional dista de ser el más auspicioso por las contradicciones y confusiones en las que incurre nuestra clase dirigente. Cada uno mira a través de su propio cristal. Y esto tampoco favorece la calidad de la democracia.
ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
ACCEDÉ A ÉSTE Y A TODOS LOS CONTENIDOS EXCLUSIVOSSuscribite y empezá a disfrutar de todos los beneficios
Este contenido no está abierto a comentarios