Desconfianza en el sistema judicial
Para buena parte de la población argentina el Poder Judicial no inspira credibilidad ni confianza, según los últimos sondeos de opinión.En la percepción pública en general hay descontento con la Justicia. La falta de confianza popular en los jueces y tribunales es alta, según se desprende de un estudio realizado por la consultora Isonomía.El 73% confía muy poco o nada en el este servicio que es esencial para el funcionamiento del Estado de Derecho. La mayoría de los consultados no tiene una buena opinión sobre quienes están a cargo de impartir justicia en el país.Ante la pregunta "¿considera que a usted personalmente lo afecta contar con un Poder Judicial independiente del poder político?", un 45% contestó "sí", un 39% "no" y un 11% "a veces".Casi un tercio de los consultados ve a la Justicia como un gasto innecesario, un trámite burocrático o una corporación al servicio de otros intereses. El informe de Isonomía calificó de "preocupante" y "grave", así, el nivel de valoración social del Poder Judicial.En realidad la imagen negativa que tiene el público argentino de la Justicia viene de lejos. Y se alimenta de noticias desalentadoras: jueces sospechados o presionados por el gobierno, escándalos de corrupción, causas que se abren y se cierran según distintos intereses.A esto hay que sumarle el problema de la delincuencia en alza y la sensación de impunidad reinante, asociada a la idea de que se premia al que comete delito. Crece, así, la percepción social sobre la inutilidad de acudir a los tribunales.El Poder Judicial no escapa a la gran debilidad institucional que sufre la Argentina, que históricamente padece de "anomia", una palabra que delata la ausencia de normas para regular la vida social.Expresión de ese fenómeno es la deserción del Estado de sus funciones básicas, como garantizar la seguridad y prestar un servicio de justicia que sea imparcial, honesto y eficiente.Sobre la anomia argentina escribió páginas ya clásicas el jurista Carlos Nino, autor del libro "Un país al margen de la ley" (1992), donde se conecta subdesarrollo con desapego a la legalidad.En octubre de este año se conocieron los resultados inquietantes de otro sondeo -esta vez del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral-, que trataba de la relación de los argentinos con la ley.Según esa medición, ocho de cada diez argentinos consideraron que el país vive el margen de la ley se define como transgresor o desobediente. El 73% de los consultados dijo que en el país no existe consenso sobre lo que está bien o lo que está mal, en tanto que el 43% afirmó que estaba dispuesto a ir en contra de lo que dispone la ley en caso de creer que tiene razón.La anomia, al parecer, es constitutiva del ser nacional, si uno le da crédito a lo que escribió 1833 sobre el país el naturalista Charles Darwin, quien viajó por estos lares a bordo de la nave H.M.S Beagle.Observador penetrante, el inglés dejó sentados en notas de su diario comentarios nada elogiosos sobre la sociedad nativa de la época."La policía y la justicia son completamente ineficientes. Si un hombre comete un asesinato y debe ser aprehendido, quizá pueda ser encarcelado o incluso fusilado; pero si es rico y tiene amigos en los cuales confiar, nada pasará", apuntó en sus escritos el autor de la teoría de la evolución.Y en otra parte, al describir el funcionamiento de los tribunales en estas pampas, añade: "No se puede esperar justicia si hay oro de por medio".
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