Diferentes mea culpa

[email protected] ser humano tiene la posibilidad de hacer, de ser y en su máxima expresión de capacidades está la inteligencia y su verbo primordial, el pensar. El mundo ilimitado de las ideas, lamentablemente no siempre acertadas, tiene un historial de magníficos pensamientos y creaciones, pero también de las otras, las ideas que emergidas del cerebro humano, se vuelven en contra de él.Dentro de la capacidad pensante está la posibilidad de reflexionar sobre los hechos, lo realizado por uno mismo, y aparece acá un término que tiene su origen latín que es "mea culpa", cuyo significado literal es por mi culpa. Es que debemos hacernos cargo de lo que pensamos y de lo que hacemos, lo que equivale a ser responsables de pensamiento y acción.El mea culpa tiene así un significado elevado, como resultado del pensamiento elaborado que nos lleva a reconocer que nos hemos equivocado, diciendo eso fue por mi culpa, o sea, por mi causa.Pero como se mencionó, las ideas y su materialización en el mundo tangible de los hechos no siempre fueron ni son buenas, positivas y benefactoras del hombre. En los últimos tiempos, producto de algún cerebro divagante, surgió la idea de realizar un estilo de fiesta llamada "mea culpa". Como es de suponer, esta no es una fiesta del pensamiento, donde se invita a los jóvenes a reflexionar sobre la vida, los actos cometidos y hacerse cargo de los errores.La fiesta "mea culpa" es una propuesta de propietarios de algunos boliches que invitan a las chicas a ingresar al mismo con canilla libre, alcohólicamente hablando, a todas las jovencitas con el único límite que es el hecho que una de las presentes tenga la ocurrencia de querer ir al baño a orinar. Si eso se concreta, y una chica claudica fisiológicamente y logra su cometido en el baño, inmediatamente caduca la canilla libre y deben empezar a abonar lo que consumen. Por lo general, los varones tienen que esperar afuera hasta que eso ocurra.Lógicamente, la primera que no aguante más y se dirija al baño, será agredida, verbalmente, hostigada a más no poder, y en algunos lugares hasta hubo agresiones físicas hacia la incontinente bebedora.Parece increíble pero es real, pero por suerte en algunos lugares fueron prohibidas estas pseudo fiestas, como ocurrió en Paraná cuando se intentó realizar este horroroso festín de la estupidez humana.El o los ideólogos de semejante fiestita, evidentemente lo único que pensaron fue en lograr máxima concurrencia, es decir, sólo un objetivo taquillero, sin contemplar los efectos físicos y psíquicos de la modalidad fiestera.Los jóvenes de hoy viven vapuleados por la realidad, deambulan por un mundo vacío de humanismo y desprovisto de proyectos que les fuimos dejando, porque ahí sí, debemos hacernos cargo en un mea culpa de nuestra responsabilidad social. Ante esta realidad encuentran distracción en el alcohol, evasión de la realidad en la borrachera y en alguna otra droga y desahogo en el grito.Esta fiesta del mea culpa pega fuerte en la psiquis juvenil, les propone frenar necesidades fisiológicas en pos de crear adicción, les limita lo fisiológico para ilimitar lo irracional. Hacer sentir culpa a la chica por querer orinar es inhumano. Dañar los riñones por un lado y volverlos compulsivos consumistas del alcohol, es el resultado del pensamiento de los creadores de esta modalidad de fiesta.Distancias siderales separan el sentido de ambos mea culpa, uno, el reflexivo, el pensante y filosófico, el responsable y el de hacerse cargo de los actos, el otro, la fiesta que no es tal, el mea culpa de lo irracional, de lo nocivo y degradante, de la compulsión y la derrota del pensamiento.En Gualeguaychú se anunciaba hace unas semanas atrás una fiesta de éstas, no se si se concretó, pero lo que sé es que más allá de si se hizo o no, lo importante sería que los creadores de la fiesta y los que quieren adoptar esta modalidad en su locales bailables, reflexionen un momento sobre su idea "creativa", sus efectos dañinos sobre la juventud y hagan un mea culpa pero del otro, del de origen latín y cesen con esa idea absurda que los pone de la vereda de enfrente de la razón.Más que prohibir las fiestas mea culpa, lo ideal sería que se dejen de hacer o proponer esta modalidad como resultado del reconocimiento de los creadores y seguidores, de lo erróneo de la idea, que sea el producto de la reflexión, que no es ni más ni menos, una de las capacidades humanas más enriquecedoras. Que sobreviva el mea culpa filosófico y no el bacanal, ese que fue capaz hace siglos de destruir un imperio y actualmente de destruir una generación.
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