Distorsivo, caprichoso y unitario
La centralización de los recursos públicos es cada vez más fuerte en nuestro país. Además viola la Constitución Nacional a partir de su artículo primero que dispone la adopción de la forma federal de gobierno.
Mario Alarcón Muñiz
Especial para elDíaTal como está organizada, la estructura impositiva, base de sustentación del Estado, es unitaria. El federalismo, bien gracias. Dibujado queda lindo. En los discursos también. Pero la realidad muestra todo lo contrario. Las provincias carecen de autonomía financiera. Para subsistir dependen de la Nación. No se requieren demasiados argumentos demostrativos. Las noticias cotidianas son suficientes al dar cuenta de la frecuente peregrinación de gobernadores a Buenos Aires requiriendo el auxilio financiero del gobierno central o el apoyo a proyectos de obras públicas, servicios u otras necesidades. Nuestro país funciona al revés. En algún momento se entenderá que las provincias son anteriores al Estado nacional y que éste es el resultado de la unión de las provincias que en buena hora decidieron crear una confederación de estados provinciales y fundaron la Nación Argentina.
Corregir el sistema
La distorsión que padecemos no es nueva. En las últimas décadas se ha acentuado, pero reconoce un remoto origen que tomó forma concreta cuando en 1935 el presidente Justo, argumentando la necesidad de unificar tributos, creó el sistema de coparticipación federal.Desde entonces el Estado nacional se queda con la parte del león. Algunas ligeras variantes se produjeron a lo largo del tiempo sin modificar el concepto y las formas de distribución. Y esto es lo que reclama cambios.Así lo advirtió la convención que sancionó en 1994 la nueva Constitución Nacional ordenando que el régimen de coparticipación "será establecido antes de la finalización del año
Mario Alarcón Muñiz
Especial para elDíaTal como está organizada, la estructura impositiva, base de sustentación del Estado, es unitaria. El federalismo, bien gracias. Dibujado queda lindo. En los discursos también. Pero la realidad muestra todo lo contrario. Las provincias carecen de autonomía financiera. Para subsistir dependen de la Nación. No se requieren demasiados argumentos demostrativos. Las noticias cotidianas son suficientes al dar cuenta de la frecuente peregrinación de gobernadores a Buenos Aires requiriendo el auxilio financiero del gobierno central o el apoyo a proyectos de obras públicas, servicios u otras necesidades. Nuestro país funciona al revés. En algún momento se entenderá que las provincias son anteriores al Estado nacional y que éste es el resultado de la unión de las provincias que en buena hora decidieron crear una confederación de estados provinciales y fundaron la Nación Argentina.
Corregir el sistema
La distorsión que padecemos no es nueva. En las últimas décadas se ha acentuado, pero reconoce un remoto origen que tomó forma concreta cuando en 1935 el presidente Justo, argumentando la necesidad de unificar tributos, creó el sistema de coparticipación federal.Desde entonces el Estado nacional se queda con la parte del león. Algunas ligeras variantes se produjeron a lo largo del tiempo sin modificar el concepto y las formas de distribución. Y esto es lo que reclama cambios.Así lo advirtió la convención que sancionó en 1994 la nueva Constitución Nacional ordenando que el régimen de coparticipación "será establecido antes de la finalización del año
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