Drogas e inseguridad: la cuestión no es lo que se habla sino lo que no se hace

Y Cambalache volvió a cobrar vida, como si alguna vez hubiera muerto. Es que la guerra esta semana de la dirigencia política fue de todos contra todos y no se salvó nadie. La Presidenta tiró la piedra el sábado y la convivencia estalló por los aires. Justo cuando reveló que habla con el 'ingeniero' (Macri). Jorge Barroetaveña La tranquilidad con la que se desarrolló el discurso presidencial el sábado pasado no presagiaba el vendaval que sobrevendría después. Ni siquiera el tono utilizado por la mandataria permitió entrever el debate que catapultarían sus palabras y desnudarían hasta dónde llega la desorientación política de oficialistas y opositores.Pero el único oportunista que vio la brecha y se lanzó como tiburón sobre la sangre fue Sergio Massa. Se le podrán reprochar muchas cosas al ex intendente de Tigre menos su falta de olfato para saber por dónde pasa lo que interesa en la calle.Es rigurosamente cierto que la comisión presidida por Eugenio Zaffaroni elaboró tan solo un anteproyecto que deberá pasar por el filtro del Ejecutivo primero y del Parlamento después. Que la comisión estuvo integrada por dirigentes reconocidos y prestigiosos de distintas ideologías, que trabajaron durante un año y medio para buscar un texto consensuado de reforma del Código Penal. Y que pocos hasta ahora (o nadie directamente) había salido a cuestionar el contenido.¿O Macri no sabía qué estaba haciendo Federico Pinedo? ¿O los radicales lo que hacía Ricardo Gil Lavedra? En último caso estas omisiones constituyen una alarmante ausencia de proyecto serio sobre el tema y, lo que es peor, la subestimación de un problema grave que golpea todos los días los hogares de los argentinos.Cualquier encuesta seria, desde hace tiempo, sitúa a la inseguridad al tope de la demanda social. Incluso por encima de cuestiones económicas, educacionales o institucionales como la corrupción pública o privada.Los especialistas dirán claro que la inseguridad no tiene que ver con las leyes o la administración de justicia, pero la sensación de la opinión pública es diferente y allí radica el pecado más insólito de buena parte de la dirigencia: no saber lo que pasa en la calle y qué es lo que reclama la sociedad.Massa necesita mantener su protagonismo a como dé lugar en los próximos meses. Sabe que desde una banca, entre más de 250 legisladores, tiene que hacer mucho para destacarse. Y la Presidenta le sirvió en bandeja el motivo y el resto de sus pares le dieron más aire aún con las críticas y las descalificaciones.Suele haber en los estamentos del poder en la Argentina cierto desdén permanente a la hora de hablar de inseguridad, de las leyes que deben velar por eso y de la problemática social que la rodea. Como una consecuencia directa de los '70, las sucesivas generaciones de especialistas y no tanto, han abrazado con fervor el garantismo, que el massismo califica ahora como 'abolicionismo'.Y Zaffaroni es el principal exponente. Su pensamiento es compartido por buena parte de los operadores de justicia y de la clase política, más allá incluso de cuestiones ideológicas. Habría que ver si eso es lo que piensa la sociedad y hasta dónde no es necesario consultarla a la hora de tomar decisiones que impactarán en su calidad de vida.Macri salió a tomar distancia del anteproyecto, dejando orsai a Pinedo y lo mismo hicieron los radicales con Gil Lavedra que se quedó solo defendiendo su trabajo, denunciando que la dirigencia "se ha corrido a la derecha".En el medio del fuego cruzado y sacando rédito se quedó Massa, saboreando la victoria de haberle arrebatado por algunas horas el discurso contra la inseguridad a Daniel Scioli y obligando a todo el arco político a hablar de él. Justamente lo que quería. El dólar bluePero las ambiciones personales y el oportunismo de los dirigentes nos privan de un debate necesario y urgente que no es posible tomar con trivialidad. Poco contribuye el Jefe de Gabinete Capitanich cuando dice que los medios hablan de narcotráfico porque se les acabó la escapada del dólar blue.La realidad del narcotráfico en la Argentina golpea todos los días, tanto que ha sido el propio gobierno en denunciar desde hace tiempo la situación que se vive en Santa Fe y sobre todo en Rosario, con el auge de la criminalidad narco. ¿Es posible pues negar lo que sucede y que la Argentina se encamina a tiempos difíciles si no se toma en serio el problema?La iglesia desde hace rato, y lo hizo con el último pronunciamiento del Episcopado, viene denunciando lo que pasa en las calles más pobres del país y cómo los más jóvenes quedan expuestos. Esquivar el debate, restarle importancia o utilizar subterfugios para rehuírlo es irresponsable y le pasará factura a todos los que ocupen o quieran ocupar el poder en la Argentina.Ya no se trata de saber cuál debe ser la cotización del dólar, si los precios cuidados son respetados por los supermercados o cuánto habrá que pagarles a los españoles por la expropiación de YPF. La batalla contra las drogas se libra en cada estamento de la sociedad y sin el compromiso de los que toman decisiones será una epopeya ganarla. Allí está el espejo de México o Colombia como los ejemplos que no queremos.¿Se tomará real conciencia o preferiremos seguir engañándonos con rencillas tontas que abonan el campo para el avance de los inescrupulosos? La imagen de las aulas vacías que acompañó el comienzo del ciclo lectivo 2014 es demasiado potente como para ignorarla. En eso habría que pensar. En las generaciones futuras, el país que les estamos dejando y lo que estamos haciendo para cambiarlo.
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