El auge del agro, atado al mundo
En 40 años, la frontera del agro argentino creció un 55,2%. Pero el incremento de los rindes fue muy superior: la producción de granos creció en el mismo lapso 202%.La información que aporta el periodista Matías Longoni, en base a un estudio elaborado por la consultora Sectoresonline.com, da cuenta de la notable evolución que tuvo el agro local desde 1970.En ese año, la superficie agrícola se situó en 19,7 millones de hectáreas. Ahora está en 30,6 millones según datos de la campaña 2009/2010. Es decir, un aumento del 55,2%.Sin embargo, la producción aumentó un 202% en el período. En efecto, desde los 35,9 millones de toneladas promedios que se cosecharon en la década del '70 se pasó a las 78,2 millones, que es la media en los primeros diez años del nuevo milenio.Es decir que las mayores siembras no explican por sí solas el aumento de la producción. ¿Cómo se explica esta aparenta paradoja? La clave, según la consultora, esta en los incrementos de los rindes.El rendimiento es la relación existente entre la cantidad producida y la superficie destinada a su producción. En el caso del campo argentino, se ha venido produciendo más por hectárea.Y esto a partir de los cambios en los hábitos de la producción del sector, como la introducción de la genética, los agroquímicos y la siembra directa, según señala la consultora."De haberse mantenido los rindes imperantes en la década de 1970, la expansión de la frontera del agro hoy hubiera arrojado un incremento de la producción de sólo el 44%", aclaró.El campo argentino se incorporó decisivamente a la llamada "revolución verde". Así se bautizó en los círculos internacionales al importante incremento de la productividad agrícola.Dicha productividad fue producto básicamente de la introducción de semillas híbridas a la producción (utilización de variedades genéticamente modificadas en los granos), y a la aplicación en grandes cantidades de fertilizantes y plaguicidas.Este modelo de producción industrial es impugnado por quienes pregonan una agricultura ecológica y con escala humana. Por quienes consideran que el campo se ha convertido en el negocio especulativo de las grandes trasnacionales del sector, con su secuela de despoblamiento rural y asfixia de los cultivo familiares.A la vez se critica en el caso de Argentina la consolidación del monocultivo de la soja, a cuya expansión se acusa de destruir ecosistemas enteros. De esta manera, la expansión del agro en el país concita una polémica que trasciende más bien lo global, y que empalma con la que se desarrolla alrededor de las ventajas y desventajas del desarrollo industrial.Una cosa parece cierta, la expansión de la frontera agrícola en Argentina en los últimos 40 años, así como los aumentos notables de la productividad del campo, tienen vinculación directa con el comercio mundial.Hoy el país es uno de los mayores productores de soja del mundo, a partir del fuerte incremento de la demanda global, provocado por China en la última década.Desde 2001 América Latina se viene beneficiando económicamente por un alza notable de las materias primas que exporta (minerales, energéticos y alimentos), gracias a las compras que realiza toda Asia, convertida en el nuevo polo del poder capitalista.La demanda china, en el caso de Argentina, catapultó los precios: la soja pasó de 170 a 540 dólares la tonelada. Solamente en soja, China quintuplicó, en diez años, sus importaciones: pasó de 10 millones de toneladas a 50 millones.La expansión del agro argentino está estrechamente vinculada, en las últimas décadas, a los cambios producidos en el mercado internacional.
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