El barullo que meten las estadísticas públicas
¿Qué significa que la administración K, que hasta aquí había demonizado al Fondo Monetario Internacional (FMI), ahora le pida "asistencia técnica" para corregir al Indec?Al parecer los métodos de Guillermo Moreno para armar el índice nacional de precios están bien para los argentinos. Es decir, en estas pampas se puede tolerar que se truchen las estadísticas.Pero afuera resulta una extravagancia difícil de digerir. El dato central es que por esta causa Argentina es vista como la "oveja negra" del G20, en un momento en que el gobierno necesita arreglar su inserción internacional.La necesidad tiene cara de hereje. Esa expresión podría sintetizar muy bien este acercamiento oficial al FMI, más allá del discurso nacionalista del ministro Boudou de que eso no significa "bajarse los pantalones" ante el organismo.En esta historia se percibe una "bajada de línea" al gobierno argentino, al que le cuesta sostener un discurso de seducción al mundo financiero internacional en el exterior, y otro para consumo interno de belicosidad a ese mundo.La ideología en estos casos -que muchas veces actúa como "opio" en algunos sectores de la opinión pública ilustrada y progresista- encuentra sus límites infranqueables.Una cosa parece clara: al gobierno le debe representar un trago amargo tener que pedirle justo ahora -cuando ha ganado simpatía en la opinión pública- la asistencia al Fondo.¿Por qué está tan necesitado? Al parecer cada vez que la presidente salía al exterior en misión oficial le recordaban de mala manera que el país carecía de estadísticas creíbles.Y esto se revelaría como un obstáculo firme ante cualquier intento del país por reanudar sus relaciones con la comunidad financiera internacional, a través del arreglo de la deuda en default con el Club de París, que nuclea a países acreedores.Según las informaciones, desde el G20 le hicieron saber al gobierno argentino que si quiere avanzar en este frente, antes tiene que acudir al odiado FMI para sincerar el Indec.El senador Miguel Ángel Pichetto, en diálogo con este diario, aceptó que estas dos cosas -el rediseño de las estadísticas domésticas y el arreglo con los países acreedores-, están íntimamente conectadas.¿Pero por qué el gobierno está tan necesitado de arreglar con el Club de París, si hasta aquí le ha ido bien "puenteando" a los inversionistas globales, calificándolos de buitres insaciables?Como respuesta, hay que decir que muchos analistas coinciden en que la economía argentina, si no quiere caer en una encerrona, tiene que afrontar decisivamente su talón de Aquiles. ¿Cuál? El de la falta de inversión.Según el manual, toda economía debe calibrar la relación entre la oferta y la demanda. Las anomalías se producen cuando hay desajustes importantes entre estas dos esferas.Hay razones para sospechar que el nivel de inversión en Argentina es bajo. El motor del crecimiento estaría centrado hoy en el consumo. Pero esto a la larga genera problemas, como el de la inflación.Al parecer el gobierno ha entendido que si no se amplía la oferta de bienes y servicios, y esto sólo se hace con inversión real, interna y externa, la economía derrapa.Una de las claves para que haya un clima propicio para la inversión es abrirse al mundo financiero global. Arreglar con los acreedores externos, haría que el país accediese a crédito más barato y sería una señal muy fuerte a los inversores privados.Esta sería una de las claves que explica por qué tanto barullo con el Indec y este retorno inesperado al FMI.
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