POR JORGE BARROETAVEÑA
El debate sobre qué hacer con Macri agita la oposición

El papel de los ex presidentes siempre es tema de discusión en las democracias modernas. Algunos, como los norteamericanos lo tienen bastante claro. El que cumple con los dos mandatos, a su casa, con buen sueldo y a dar conferencias. Habrá que ver lo que pasará con Trump que tiene posibilidades de otro mandato. En Argentina la oposición debate qué hace con Macri.
Por Jorge Barroetaveña Hay un mérito en este tiempo que se le puede atribuir a la oposición: haberse mantenido unida. Pese a las diferencias, a que la derrota del 2019 amagó con hacer volar por el aire a Cambiemos, con remiendos y reproches a cuestas, ninguno ha resuelto salirse del camino. Son concientes, igual que el oficialismo, que dividirse es potenciar las chances del adversario en un escenario electoral aún demasiado volátil. Es probable que si hoy se sale a la calle a preguntarle a los argentinos, la inmensa mayoría ignora que este año hay elecciones legislativas. Las preocupaciones pasan por otro lado: la pandemia y su secuela económica que todavía se ignora hasta dónde llegará. Los números de la inflación de enero son un puñal que se clava en las expectativas electorales del gobierno. Por eso la convocatoria a gremios y empresarios en el enésimo intento por tratar de enfriar los precios, sobre todo de los alimentos, que no paran de subir. El Ministro Guzmán sabe que tiene que hacer un colchón, porque los combustibles y las tarifas de los servicios públicos tienen que ser actualizados. Pasa con los combustibles y llegará, inexorablemente, el turno de las tarifas. Si bien la economía argentina se encargó de quemar minuciosamente todos los manuales de economía, nadie ignora que los aumentos de tarifas y combustibles, tanto como el corrimiento del dólar, repercuten en los precios al consumidor. Ni hablar de los impuestos que se campean libres y sin dar muchas explicaciones “son actualizados”. Las especulaciones políticas en la superestructura llegan lejos y algunas rozan la irracionalidad. Los gobernadores ya no saben qué puerta golpear para que al menos se suspendan las PASO. Ahí se mete una cuña en la interna peronista porque el kirchnerismo no quiere saber nada con eso. Y el Presidente, como casi siempre, trata de hacer equilibrio entre unos y otros. El debate da para todo, incluso para operaciones insólitas como que los mayores de 60 años podrían ser eximidos del voto. En la oposición las diferencias están con el rol de Mauricio Macri. Hace un par de semanas el ex Presidente se vio cara a cara con Rodríguez Larreta. Allí le comunicó que no va a ser candidato pero quiere tener voz y voto en el armado de las listas de todo el país y un rol importante en la campaña que se avecina. Larreta, que cincela con paciencia de orfebre una estructura en todo el país enviando representantes a las provincias, está de acuerdo. Sabe que la presencia de Macri es vital para una porción del electorado opositor y que es la mejor forma de cubrir sus propias ‘debilidades’. Claro que el ‘combo Macri’ incluye a Patricia Bullrich y Miguel Angel Pichetto, dos ‘duros’ que también tendrá que digerir. Pero si hay políticos que se conocen mutuamente en la Argentina opositora son Macri y Larreta. Compartieron años en la Ciudad de Buenos Aires y saben hasta dónde pueden llegar. En su fuero íntimo Macri debe saber que su presencia no debe obturar ninguna candidatura con chances de ganarle al peronismo. Sería un suicidio político. Tampoco hay ninguna encuesta que marque algún nivel de ‘perdón social’ por las falencias de su gestión que a la postre lo terminaron llevando a la bancarrota electoral. Más allá de las falencias que se le pueden achacar a la gestión de los Fernández, no significa que los votantes saldrán corriendo a buscar las opciones opositoras. Es cierto el malestar social, los reproches a las idas y vueltas del gobierno, las dudas sobre quién tiene el poder y la lentitud de muchas áreas para desenvolverse. Todo matizado por la pandemia que sigue haciendo estragos en la economía. Más allá del verano y que en las provincias turísticas hacen esfuerzos encomiables por invitar a los turistas, repechar la cuesta del desastre de la pandemia llevará tiempo. La cadena de hoteles, locales gastronómicos y anexos que siguen cerrando parece no terminar nunca. Muchos optan por no abrir hasta que la situación tienda a normalizarse pero nadie les asegura cuándo y cómo será eso. Es el desafío más grande que tiene Alberto Fernández. Conseguir cierta normalidad en la vida de la gente. Un punto importante será el retorno a clases, aunque sea parcial. Pese a la resistencia de algunos gremios la decisión política se tomó hace rato y todo indica que en marzo habrá clases en la mayoría de las escuelas del país. Será el primer paso. Jugarse todo a manos de las vacunas, es casi como acertar un pleno. Nadie sabe nada ni puede asegurar de qué cantidad se podrá disponer y cuándo. Demasiadas dudas para tanta ansiedad.
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