El desafío de seguir la inspiración del director
Era el conductor de empresa que no conocía de deserción; a la vez un periodista entre todos, aunque el más experimentado y aguerrido; y sobre todo el que daba la impronta espiritual al diario.¿Comprenderá el lector -ese destinatario de nuestro esfuerzo, esa persona a la que consideramos parte esencial de esta aventura periodística- el impacto que produce en nosotros la partida de Gustavo Carbone?En los últimos días, en que su golpeado organismo le había dicho basta, su ausencia se hacía sentir entre aquellos que lo veníamos acompañando en el trajín de armar cada nueva edición.El director de EL DIA, figura que encarnaba cabalmente en su definición, pues dirigía con todas las letras este barco, ha dejado ya un vacío que no será fácil de cubrir.Está el dolor de su familia y el de los amigos ante una pérdida irreparable. Eso es algo que queda entre los sentimientos recoletos de aquellos que lo amaron en vida, la cual compartieron existencialmente.A nosotros, aquí y en este espacio, nos importa destacar al hombre público, a aquel que hace unos años decidió venirse a vivir junto con su familia a Gualeguaychú -ciudad postiza a la que amó siempre- con la voluntad de sacar adelante a este diario.Fue en ese contexto complicado desde el punto de vista económico (que coincidió con el hundimiento del país) que Gustavo tomó las riendas de la empresa, con la voluntad de relanzarla con nuevo bríos.El objetivo, finalmente, fue alcanzado. EL DIA logró echar estos años la base de su consolidación económica e institucional. El diario, concretamente, es un producto que enorgullece a los que lo hacemos.Se ve allí no sólo la incorporación de la más moderna tecnología, y la adopción de un diseño a tono con la sensibilidad del lector contemporáneo. Más que eso, laten en sus páginas algunos valores espirituales esenciales.Esto forma parte del ideario compartido, de la cosmovisión del diario, respecto de lo cual Gustavo era un celoso guardián. Solía decir, acaso disgustado con cierto relativismo de época, que él pertenecía a una generación que todavía creía en la verdad, la sinceridad y la honradez.Quería que esa convicción se contagiara en la redacción. La había aprendido de su padre, Nené Carbone, cuyas posiciones intransigentes en estas cuestiones le servían de guía, como quien administra una preciosa herencia.Ahora bien, ¿cuál es la impronta ideológica más marcada de EL DIA, cuál es su credencial cultural, fomentada deliberadamente por su director? Pues el pluralismo ideológico e informativo.Gustavo era consciente de que Argentina no es un país que haya honrado la tolerancia de ideas. La negación de la razón del otro es un mal enquistado en su cultura.Quería por tanto que su diario ayudase a promover el debate plural. Al punto que se pudiera leer en sus páginas aquella postura más discordante con su línea editorial. Sabía también que la lealtad de los lectores, más allá de las posiciones que asumiera el diario, fincaba en este reconocimiento.Otra idea que el director valoraba especialmente, era que un medio gráfico tiene la misión de ayudar a comprender la realidad, más allá de su misión de informar.¿Cuál es nuestro nivel de preparación?, solía inquirirse. ¿Nuestros conocimientos se corresponden con las exigencias de un medio al que más allá de la primicia se le exige profundidad y hondura cultural?No será fácil, en suma, sustituir al Gustavo Carbone conductor, al líder de esta empresa periodística, y al periodista de alma que era. Pero eso no debe sonar a excusa.El reto nuestro consistirá en no traicionar su legado espiritual. Que es la esencia de este otro hijo que tenía: EL DIA.
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