El desafío de ser creíbles y confiables
Los especialistas en el comportamiento humano consideran que la credibilidad y la confianza son la base de las relaciones entre las personas, los grupos y los países. Ninguna empresa humana es imaginable, en el sentido de que puede tener un buen resultado, sin el concurso de esos dos valores. Las parejas se rompen o la amistad desaparece, por caso, en el momento en que la desconfianza se instala.El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) describe la confianza como "la esperanza firme que se tiene de algo o de alguien". Es por tanto una creencia, una hipótesis sobre las acciones y las conductas futuras de los demás.La confianza está estrechamente ligada a la credibilidad, y en un sentido se diría que una es hija de la otra. ¿Cómo se puede confiar en alguien que no es creíble?Credibilidad es la cualidad de creíble (que puede o merece ser creído). El término procede del vocablo latino credibilis. Se asienta sobre la honestidad y la verdad.Ninguna persona, grupo o país logra ser creíble, por tanto, si intenta establecer una relación con otros sobre la base de la mentira y la falsedad. Alguien deja de ser creíble, y por ello ya no inspira confianza, el día en que no se muestra íntegro, cuando lo que dice y hace no se ajusta a la verdad."La credibilidad es como la virginidad. Una vez que se pierde, ya no se recupera", escribió Mark Twain, al explicar el daño muchas veces irreparable que se ocasiona a sí mismo quien se entrega a dobleces y engaños.Así como hay personas menos creíbles que otras, lo mismo pasa con la imagen que proyectan los países en el concierto internacional. ¿Es Argentina un país creíble, que despierta confianza en la comunidad de naciones?Hace poco, de visita en Gualeguaychú, el diplomático Vicente Espeche Gil sostuvo que "el mundo quiere volver a tener confianza en nosotros", prueba por tanto de que la hemos perdido.En su opinión, los argentinos tenemos un problema con la ley: no la cumplimos. Lo cual nos vuelve poco creíbles en el plano internacional."Al no tener nosotros la ley metida adentro, no somos confiables. La única manera de generar confiabilidad es cuando yo puedo predecir la conducta del otro. Ejemplo: si tengo un problema económico y pido un préstamo, lo pago aunque sea tarde. Pero lo pago. Esto tiene que ver con la ley".¿Creen los argentinos en ellos mismos? Mario Bunge, científico que se exilió del país en 1963, en 2010 sentenció al respecto: "los argentinos se han vuelto muy cínicos: no creen ya en nada, no creen que el país tenga futuro".Lo sorprendente del caso argentino es que si bien hacia fuera, como país, no despertamos confianza, resulta que un hijo de esta tierra, el Papa Francisco, se ha convertido en el líder más creíble del globo.Los especialistas en liderazgos lo ponen como modelo de gestión. Y al respecto enfatizan una cualidad: la ejemplaridad. "Sus acciones son consecuentes con lo que dice. Y eso lo hace creíble", remarcó Diego Kirschenbaum, director de la consultora Capital Humano."Habla de ser sencillo y lo demuestra con el ejemplo", agregó, señalando que cualquiera que pretenda dirigir a otros no puede practicar algo distinto de lo que predica, porque desde ese momento ya nadie le creerá.La coherencia con la que nos comportamos, individual y grupalmente, clave para que una conducta inspire confianza, tiene que ser algo consistente, no una pura fórmula marketinera."En una palabra: para parecer un hombre honrado, lo que hace falta es serlo", sostuvo el escritor francés Nicolas Boileau (1636-1711).
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