El dilema es cómo salir de la crisis energética
Ahora se blanqueó la paradoja de un país que tiene petróleo, pero que es un importador neto de combustible, una factura que resulta intolerable para sus finanzas. La nacionalización del YPF, ¿resolverá el dilema?La propia presidente de la Nación, al justificar la expropiación de las acciones mayoritarias del grupo español Repsol, sostuvo que Argentina perdió el autoabastecimiento energético y se transformó en un país dependiente del exterior.Aunque ese discurso cargó la cuenta del desaguisado a los españoles, resulta difícil no verlo como corolario de los errores de política energética de los últimos años, que venían siendo negados pertinazmente por el gobierno.De un tiempo a esta parte, en tanto, la elite dirigente argentina cayó en la cuenta de la importancia de cierto control sobre la explotación de hidrocarburos, que en muchos países del mundo ha estado históricamente en manos públicas.En los '90 el discurso era otro: la privatización de ese activo se propagandizó como panacea de desarrollo. Cristina Kirchner avaló dicha venta durante el gobierno de Carlos Menem.Y su actual secretario general, Oscar Parrilli, la defendió en la Cámara de Diputados el 23 de diciembre de 1992, cuando dijo: "La transformación de YPF (en empresa privada) va a oxigenar a nuestro gobierno y va a representar una bocanada de aire puro que fortalecerá al presidente Menem".La historia reciente de YPF está atravesada por este tipo de zigzagueos políticos e ideológicos. Pero el problema de fondo, estructural, tiene que ver con la falta de gas y petróleo que compromete la viabilidad económica del país.Por qué hemos llegado a este punto, cuál es la responsabilidad política de ésta y las anteriores administraciones, seguramente es un debate que hay que dar, en un país en el cual los gobernantes no suelen hacer autocrítica.El tema es cómo sigue la crisis energética, y si la medida adoptada va en la ección correcta. La coyuntura indica que el déficit energético, superior a los 10.000 millones de dólares anuales, le está pegando severamente a la balanza comercial del país y a sus finanzas.La política de restricciones a las importaciones -que viene agravando la actividad fabril interna- está vinculada a este cuadro. En efecto, las crecientes importaciones de combustible se llevan el grueso de los dólares aportados por las exportaciones agrícolas.Ergo: hay que producir internamente más gas y petróleo para depender menos de las compras externas. Argentina, según los analistas, es un país que tiene petróleo bajo tierra, pero no es un país petrolero, en el sentido de que sabe extraerlo.El país dispone de enormes recursos naturales. Tal cual lo dijo la presidente, cuenta con reservas de gas no convencionales, apenas superadas en el mundo por las de China y Estados Unidos.La clave es cómo transformar esa potencialidad en producción doméstica efectiva. Para el ex ministro de economía, Roberto Lavagna, lo que más importa discutir es esto: "¿De dónde saldrán los fondos necesarios para llevar a cabo la gran inversión que hace falta para alcanzar el autoabastecimiento?".Algunos piensan que el hecho de que el Estado retome el control de YPF soluciona de por sí el dilema. Otros creen que ésa es una condición necesaria, pero no suficiente.Otros analistas, desconfiados de la gestión estatal de los argentinos, y en vistas del impacto negativo de la expropiación en el mundo de los negocios internacionales, temen que se esté ante un remedio peor que la enfermedad.Una historia, en fin, con final abierto.
ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
ACCEDÉ A ÉSTE Y A TODOS LOS CONTENIDOS EXCLUSIVOSSuscribite y empezá a disfrutar de todos los beneficios
Este contenido no está abierto a comentarios

