El dinero, la banca y el sistema capitalista
Así como la propiedad privada es el fundamento de la sociedad burguesa, el capital es la sangre que circula para darle movimiento al sistema. La cuestión del dinero, los bancos y el crédito, por tanto, es de máxima relevancia.Es conocida la tesis según la cual el protestantismo ayudó a cambiar la concepción que había en la Edad Media del dinero y del lucro. El gran sociólogo Max Weber lo explica en su libro "La ética protestante y el espíritu del capitalismo".Fue la doctrina del teólogo francés Juan Calvino, en el siglo XVI, la que tuvo una influencia determinante en el futuro de la economía mundial, al instalar una visión positiva de los bienes terrenales.El estado de salvación de los fieles estaba "predestinado" desde el comienzo de todo. Dios había elegido a una minoría para ser salvada. Pero esta idea de la predestinación generaba fatalidad y angustia en los devotos.Porque, ¿cómo saber si uno era salvo, si el juicio de Dios es impenetrable? El calvinismo vino a decir que el éxito mundano, la prosperidad material, era un signo divino de pertenencia a la raza de los elegidos.Esta teología, dice Weber, al santificar la búsqueda de lucro y cambiar la concepción del dinero (que era visto con malos ojos en la Edad Media), dio fundamento a la ética del capitalismo.La banca y los banqueros han sido identificados con el sistema económico. Ellos más que nadie simbolizan el concepto del capital. No hay capitalismo sin crédito, se repite por todos lados.Aunque el crédito, pese a la publicidad que tiene, suele ser esquivo. Calvinistamente, se diría que son pocos los predestinados a beneficiarse con él. La raza de los elegidos, de los salvos, suele ser selecta.No sólo eso, en muchas ocasiones para acceder hay que demostrar que no se lo necesita. "Un banquero es una persona que te presta su paraguas cuando el sol brilla, pero lo quiere devuelta en el preciso instante en que comienza a llover", escribió Mark Twain.Además, el discurso es que el crédito está al servicio de la producción de bienes. O al menos de esa manera se justifica moralmente la práctica de vender dinero como una mercancía más.Ahora bien, en los últimos años en Argentina las instituciones financieras prestaron poca plata pero ganaron mucha. Varios informes dan cuenta que la economía productiva se sostiene, básicamente del autofinanciamiento y especialmente de la repatriación de capitales fugados (aunque en el conjunto el monto de capitales fugados -50 mil millones en los últimos tres años- ha sido mayor que los ingresados).La banca en Argentina no goza, justamente, de una imagen productivista. El negocio de los bancos, históricamente, ha sido la timba financiera. Es decir, el manejo de las finanzas se ha dirigido, básicamente, a actividades especulativas (como prestarle plata a un Estado insaciable), en lugar de fecundar la actividad económica.El sesgo que hoy tiene el negocio bancario muestra, según estadísticas del Banco Central, que el interés de los banqueros pasa por financiar el consumo. Escasea el crédito para la producción, las PYMES y las viviendas (es casi nulo el crédito hipotecario).La banca, además, creó poco crédito. En 2001 el crédito llegó al 29% del PBI, y luego cayó estabilizándose cerca del 13% del PBI. Según Felaban, (Federación Latinoamericana de Bancos) en Chile llega al 91% del PBI, en Brasil al 55% y en el promedio latinoamericano, a un 30% del PBI.Por lo visto en Argentina la rentabilidad bancaria se asienta en negocios que poco tienen que ver con la economía productiva. Es un rasgo sui géneris del capitalismo argentino.
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