El discurso en Davos: seduciendo al capital
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El presidente Mauricio Macri y su comitiva participaron del Foro de Davos, corazón del capitalismo mundial, donde emplearon una estrategia de seducción tendiente a atraer inversiones a la Argentina.Los hombres de negocios y banqueros escucharon los planes y las intenciones del nuevo gobierno, quien dio señales de que el país dará garantías a quienes quieran arriesgar su dinero en estas pampas.La inversión productiva es la parte del ahorro que en lugar de gastarse se destina a construir nuevas fábricas o maquinarias que amplían la oferta de bienes y servicios de una economía. Al parecer la "variable estrella" de la nueva administración será ésta: alentar sobre todo a los privados (nacionales y extranjeros) a que pongan su dinero para hacer crecer la economía.El diagnóstico de base es que el país sale de un modelo asentado en el consumo, cuyas posibilidades ya se habrían agotado, por otro asentado en la inversión. La persistencia de la inflación, según esta lectura, obedece a que el país gasta más de lo que produce, o exhibe una oferta de bienes y servicios insuficientes. Más de un capitalista extranjero que escuchó a Macri y sus funcionarios en Davos se habrá preguntado: ¿por qué debería invertir en un país cuyos habitantes sacan su dinero al exterior? La clave para derrotar a la inflación y al mismo tiempo para que la economía vuelva a crecer depende de la inversión. Ése es el pensamiento íntimo de quienes conducen hoy el rumbo económico del paísUn problema adicional es que además de escasa, la inversión en Argentina por lo general se ha destinado a construcciones (inmuebles y shoppings) y en menor medida a ampliar su base productiva, que tiene efectos multiplicadores de largo plazo.El país necesita más fábricas, más maquinarias para ampliar la producción, más infraestructura y equipos de transporte, más investigación y desarrollo. ¿Pero de dónde saldrá la plata para financiar estos emprendimientos?El nuevo gobierno dice que está creando las condiciones macroeconómicas para aumentar la inversión (salida del cepo, por caso), que también requiere de "certidumbre y reglas de juego claras".El viaje a Davos revela que gran parte de la estrategia oficial consiste en incentivar la llegada de capitales extranjeros, ya sea en inversión directa en sectores como hidrocarburos y agro-alimentos, o a través de créditos bancarios.Aquí la pregunta que cabría hacerse es la siguiente, ¿qué hay de los capitales argentinos? ¿La economía vernácula no produce el ahorro suficiente para que parte de él se destine a la inversión? ¿Es que el país acaso no genera riqueza?Ahí reside el talón de Aquiles de la economía argentina y ahí finca también la debilidad discursiva de los gobernantes argentinos cuando salen afuera a pedir plata.Lo cierto es que pocas naciones como la nuestra están en condiciones de acumular renta suficiente para tener un desarrollo vibrante. El problema es que estos capitales se fugan del país acumulándose sobre todo en el exterior.Se calcula que el stock de capital propiedad de ciudadanos argentinos depositado en el exterior oscilaría entre los 205 mil millones de dólares de mínima y 376 mil millones de máxima.A la luz de esta realidad, seguramente más de un capitalista extranjero que escuchó a Macri y sus funcionarios en Davos, pidiéndole que crea en la Argentina, se habrá preguntado: ¿por qué debería invertir en un país cuyos habitantes sacan su dinero al exterior?Afuera la Argentina es una aporía: no se entiende que un país rico se haya convertido en un "capitalismo sin capital".
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