El discurso desnudo y a la intemperie
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Las banderas de lucha contra el capital concentrado, los monopolios, las multinacionales y en defensa de la soberanía nacional, acaban de ser arriadas. La ley de hidrocarburos y el convenio secreto con Chevron las han tirado a la hoguera.Mario Alarcón MuñizEl pesado paquete de proyectos importantes descargados por el gobierno nacional sobre el Congreso en las últimas semanas, fue mencionado el domingo anterior en esta columna. Si bien algunos han sido resueltos (ley de abastecimiento, código civil y comercial, ley de hidrocarburos), otros están en discusión (código procesal penal, ley de telecomunicaciones). De estos el final ya es conocido: manos arriba, aprobado, se terminó la cuestión. Y rápido.Caben interpretaciones variadas. Después de los tropiezos de principios de año (dólar, devaluación, inflación, caída del consumo), el gobierno ha recuperado la iniciativa porque supo aprovechar la provocadora actuación del juez Griesa en el caso de los fondos buitre, sosteníamos la semana pasada. Si el rumbo elegido es correcto o no, puede ser materia de una discusión aparte. De lo que no se duda es del origen oficial de los temas en debate.Los asuntos polémicos en su gran mayoría reconocen dos fuentes: la Casa Rosada y el periodismo crítico. La oposición, ausente, haciendo cálculos. Con este si, con este no, con aquél veremos. Pasa el tiempo, mientras los problemas se agravan.Otra interpretación que tanto puede ser distinta como complementaria de la anterior, acerca de la catarata de proyectos, entiende que el oficialismo percibe su final y apura los trámites, en ciertos casos para complicarle la vida al que vendrá y en otros para garantizar la tranquilidad (o la impunidad) de sus funcionarios. Este es el caso del código civil y comercial que ha disminuido notablemente las responsabilidades del gobierno y de sus servidores ante determinadas situaciones. En el mismo sentido se orienta la reforma del código procesal penal, actualmente en etapa de estudio parlamentario.En un clima de distracción opositora, sólo alumbrado por los faroles del periodismo (y no todo), el gobierno opera a sus anchas. Al margen de la salud presidencial empuja temas comprometidos. Uno se pregunta por qué esta urgencia, cómo han transcurrido doce años sin que de esto se hablara y ahora vienen los apurones.Detrás de la escena, el discurso queda desnudo y a la intemperie. Las banderas de lucha contra el capital concentrado, el monopolio y otras consignas similares, han sido arriadas y archivadas. En todo caso se mantiene la guerra contra los fondos buitre y su representante, el juez Griesa, pero nadie puede asegurar por cuánto tiempo más En enero comenzará el acercamiento, sostienen los entendidos. Mientras tanto el recitado continúa, pero la realidad es otra.Un meganegocio de los grandesUn caso evidente de la destrucción del discurso ha sido la reforma de la ley de hidrocarburos. Por lo pronto, adiós federalismo. Chau Artigas. Se llevaron por delante a las provincias petroleras, protegidas por la Constitución de 1994. Y lo peor es que esto ha ocurrido con el aparente aval de varios gobernadores a cambio de ciertas ventajas inmediatas (léase fondos) para cumplir ineludibles compromisos de fin de año. "Votos comprados", se decía antes.En la discusión parlamentaria el oficialismo adujo la necesidad de "recuperar el autoabastecimiento de petróleo y promover inversiones". Incuestionable el objetivo. Tanto como el de la reestatización de YPF, hace dos años y medio. En el tratamiento del tema se habló también de la Patria Grande, mencionándose a Bolivia como ejemplo de la lucha por recuperar la soberanía a través de las fuentes energéticas.Un pequeño detalle: el caso de Bolivia es muy distinto. Evo Morales intervino en el negocio petrolero, en su mayoría privado hasta 2008 e impuso fuertes regalías que llegan al 82%. Los privados se quejaron, amenazaron marcharse, pero se quedaron, porque de igual manera los beneficios son fabulosos.Alguien recordó entonces una anécdota de David Rockefeller cuando se le preguntó cuál es la empresa más rentable del mundo. "Una compañía petrolera", respondió de inmediato el magnate. "-¿Y la segunda más rentable?" "-Otra empresa petrolera, mal manejada."La ley de hidrocarburos está hecha a la medida de Chevron, Exxon y otros monopolios universales, sostienen especialistas independientes. Es decir, muy favorable al capital concentrado, tan mencionado en los discursos. Es un enorme negocio de los grandes, a tal punto que estos han impuesto condiciones, como la de unificar en todo el país lo relacionado con regalías, tarifas de acarreo, etc., sorteando de esta manera la intervención de las provincias petroleras, en una violación explícita de la Constitución que acuerda derechos a los estados provinciales sobre los yacimientos y su explotación.La vida por ChevronNi hablar de los convenios secretos. Nadie sabe exactamente qué compromiso se firmó con Chevron el año pasado. El titular de la petrolera estatal, Miguel Galuccio, intentó semanas atrás salvar a la Presidenta, explicando que no firmó ella, sino YPF. De todos modos es un acuerdo secreto, inadmisible en un régimen republicano y democrático.No obstante, por debajo de las puertas se ha filtrado que el convenio tira a la hoguera el argumento contra los fondos buitre -entre otros relatos-, pues admite que en caso de disputas o controversias, definirá la cuestión la justicia de Nueva York. (Cabe esperar que para entonces Griesa se haya jubilado). Si se plantearan otros asuntos conflictivos los decidirá la Comisión de Comercio Internacional (CCI) con sede en Francia. Por otra parte, la Argentina se habría comprometido a cubrir posibles incumplimientos depositando una garantía de cien millones de dólares a favor de Chevron.Ante probables cambios de gobierno, la multinacional ha tomado sus precauciones. En caso de ser obligada a retirarse, la empresa continuará percibiendo hasta el fin de la concesión, el monto que produzcan los pozos que haya abierto. Dicho sea de paso, las concesiones se extienden ahora a 30 ó 40 años. Nada despreciable la changa.No hace falta agregar mucho más, salvo la agresión del "fracking" al medio ambiente y a las reservas acuíferas que necesitarán nuestros nietos para vivir, todo esto comprendido en la ley que acaba de aprobarse a favor del capital multinacional concentrado.
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