El discurso social y su impacto en los chicos
Las personas siempre han sido influenciadas por los estereotipos y los clichés culturales. Pero quizá lo inédito de nuestra época es el alcance e intensidad de esa fuerza persuasiva sobre los más chicos.La llamada sociedad de consumo, como se caracteriza al actual estadio de la civilización, tiene un formidable poder de presión sobre los sujetos. Los medios de comunicación y la publicidad, son los aliados de este poder.Un poder homogeneizador de valores, hábitos y conductas que no deja inmune ninguna esfera de la vida de las personas. Y son los chicos los más vulnerables a los estereotipos impuestos.Los niños -hasta los doce e incluso catorce años- no han desarrollado todavía sus capacidades físicas e intelectuales y están aprendiendo hábitos y pautas de comportamiento.De ahí que cualquier influencia tenga importancia capital en su desarrollo posterior. La televisión -los programas infantiles, los dibujos animados y la publicidad-, ejercen una poderosa fascinación en ellos.Un estereotipo predominante del discurso social, remite a la estética de la delgadez corporal, asociado a la idea de que a través de ella se consigue éxito social.Lo paradójico de este fenómeno de la sociedad consumista es que mientras se incita a los individuos a comer, por otro lado se les solicita que tengan una figura esbelta.Uno de los graves efectos de este modelo es que puede ser causa de serios trastornos alimenticios en las personas, como la bulimia y la anorexia. El dato novedoso es que este trastorno, que hasta no hace mucho afectaba a adolescentes y adultos, ahora se da en chicos de 9 años.El tema ya preocupa a los médicos. "Hay un corrimiento en las edades de los trastornos alimenticios hacia edades más tempranas", reconoció Mario Elmo, a cargo del comité de pediatría ambulatoria de la Sociedad Argentina de Pediatría."Hay una preocupación en la comunidad médica -reconoció en diálogo con diario Clarín-, porque estos desórdenes de los chicos con la comida dan cuenta de una impronta social muy fuerte"."Hay patrones de consumo y modelos estéticos que hacen que los niños de vuelvan muy vulnerables", sostuvo. Y agregó: "No se trata de trastornos psicopatológicos individuales. Los chicos expresan una problemática social".Estar más flaco es un mandato social muy fuerte en la Argentina, donde predomina el culto al cuerpo. La presión de las familias y el contexto cultural por la delgadez están trastornando ya la infancia.Para la psicoanalista Felisa Lambersky de Wider, esto se da en un marco donde la vida de los niños de hoy se ha vuelto una vorágine bastante complicada, toda vez que se les imponen a ellos múltiples actividades y exigencias.Todo esto hace, según opinó, que quemen etapas. "Se los obliga a crecer más rápido en muchos aspectos de su vida: que tomen gaseosas Light o que se vistan con ropas de adolescentes. Incluso, hasta los bebés ahora se los viste de negro", señaló."Se les hace escuchar el conteo de calorías, y se les regalan muñecos súper flacos. A esto se suma que los padres se matan en el gimnasio. En las escuelas reciben burlas, insultos o discriminación por algunos rollitos en la panza", describió.La esquizofrenia de la actual sociedad, que por un lado alienta el consumo compulsivo de comidas y dulces, y por otro exige un perfil estético asociado a la delgadez, afecta la psiquis y el cuerpo de los chicos, una población vulnerable a la simbología y a la persuasión del entorno.Proteger a la infancia pasa por resistir esta presión social.
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