El ‘efecto Francisco’ vivirá sin él hasta después de las elecciones
El 'efecto Francisco' dominará la agenda política en los próximos meses. Su intensidad dependerá de la cercanía de las elecciones y de las convicciones de la dirigencia local. No quiere que lo mezclen en las rencillas internas y mucho menos en las miserias de la política terrenal.Jorge BarroetaveñaOpiniónFrancisco es Papa, una obviedad, pero también es un gran político. Con cada gesto, con cada palabra, fue desarticulando las críticas de sus pocos opositores y dejó entre la espada y la pared a los que lo cuestionaban. Jorge Bergoglio, y el Papa Francisco son, al cabo, la misma persona. Recién ahora y por imperio del Papado es que se conoce vida, obra y milagro del Cardenal. Es un caso típico de ignorancia por parte de los medios de comunicación y desconocimiento inducido del establishment político. El Papa Francisco siempre actuó como tal. Desde que daba misas en las villas o ayudaba a los que iban a pedir trabajo al Arzobispado. Nunca predicando la pelea sino el diálogo y el consenso, escuchando a las gentes de los pelos más variados. Pero ese Jorge Mario Bergoglio sólo se conoció desde que sus pares cardenales lo eligieron hace un puñado de días para conducir la institución religiosa más antigua de la humanidad. Fue como un velo que se descorrió veloz para mostrar impúdicamente su corazón, limpio y puro.Para los que creen en Dios, un designio de él, para los que no creen una mera circunstancia de la historia que paró a este hombre en el lugar indicado en el momento indicado. Y el Papa Francisco quiere estar a la altura de las circunstancias y envía mensajes a todos. A los argentinos les dio el ejemplo una vez más: recibió a quién le había negado 14 audiencias, se mostró cariñoso y comprensivo y poseedor de una paciencia infinita. Fue amoroso con quién no lo había sido con él y transmitió ese mensaje para los 40 millones. La Presidenta respondió el gesto con la misma sinceridad y emoción. Acostumbrada a los gritos de una política vernácula verbal violenta, bajó los tonos y se sumó a la ola de felicidad que inundó a los argentinos. Al final, también Cristina Fernández de Kirchner es una política sagaz. Tardó unas horas en darse cuenta la marea de alegría que inundó el país y que hubiera sido una locura intentar plantarse ante una figura de la magnitud del Papa, aunque tuviera cosas para cuestionarle de su pasado.Ha sido insólito el debate abierto en las venas del kirchnerismo en torno a la figura papal. Para algunos, los escépticos, hablar de un Papa 'peronista' fue un insulto y para otros, el inefable Guillermo Moreno, una bendición. Todos son excesos devenidos de un grueso error de interpretación: cuando los cardenales lo ungieron a Francisco no pensaron ni remotamente en la política argentina, sólo los guió el espíritu de encontrar al hombre más calificado para conducir la iglesia de hoy, con sus defectos y virtudes. La misma errónea traducción literal suele hacerse cada vez que un sacerdote levanta la voz: hablar de la dignidad del trabajo o en contra de la corrupción no es atacar a un gobierno, es plantear una realidad de la que somos todos responsables. Si un gobierno es corrupto, es porque la sociedad también lo es. O al menos tiene un grado de tolerancia que la hace altamente sospechosa.Ese discurso conciliador del Papa Francisco también es político. Si habla de una iglesia por y para los pobres define su filosofía. Si el poder es servicio, como repitió durante su primera homilía, todos deben ponerse el sayo, especialmente aquellos que, con sus decisiones, pueden cambiar el rumbo de los pueblos y mejorar las vidas de sus ciudadanos.Francisco no vendrá a la Argentina antes de las elecciones. Nadie quiere que sea tironeado por unos y otros para ver quién saca ventaja. Aunque con sus mensajes no se mantendrá al margen. El día de su asunción saludó cariñosamente a la Presidenta, luego del almuerzo y la entrevista que habían mantenido. Pero también se cuidó de mandar a llamar a Mauricio Macri y saludarlo especialmente, sin olvidarse de preguntarle por su hija Antonia. Le dio a cada uno lo suyo, en su medida y armoniosamente, deslizando con sus gestos qué es lo que quiere para la Argentina. Pero sin gritos ni estridencias, fiel al estilo que lo hizo jefe de la iglesia.Claro que la influencia de Dios no alcanza para tanto, aunque se le podría pedir que reproduzca dólares así baja el precio en la Argentina. Hace un año y medio, cuando se estableció el cepo cambiario el gobierno se autoimpuso una condena. La medida, se sabía, no podía ser eterna, pero su salida implicaría una fuga para adelante. Y así fue. 25 medidas en estos meses que han cerrado aún más el cerco sobre el dólar con una consecuencia directa: un mercado chico, de un puñado de operadores, le va marcando el ritmo a la economía. Y aquí hay otra equivocación habitual. Si el mercado es tan chico, ¿porqué no se lo puede dominar? Fácil, porque las expectativas que genera lo exceden largamente y se relacionan con la asociación histórica que el argentino hace con la moneda dólar. ¿Quién piensa en el peso como moneda de ahorro? Nadie, salvo aquellos que tienen gran poder adquisitivo y pueden pagar una propiedad. La maestra que cobra su sueldo a fin de mes y destinaba unos poquitos billetes para comprar dólares ya no lo puede hacer, pero no ha dejado de pensar en eso. Por esa lógica se filtran la dudas del equipo económico, que hace rato no se sabe bien quién comanda. Si es la Presidenta se percibe que la han dejado demasiado sola.
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