El ejemplo de altruismo de bomberos y rescatistas
En medio de la paranoia y el sálvese quien pueda de estos días motivados por la crisis económica, siete bomberos y dos rescatistas mueren en un incendio en Buenos Aires, llevando hasta sus últimas consecuencias la vocación de servicio que abrazaron. Por un lado una sociedad crispada por el dinero, y por otro personas que en medio de una catástrofe, no dudan en arriesgar sus vidas.En estas pampas las únicas crisis son económicas (no existen las morales ni las institucionales). El malhumor social está estrechamente vinculado a la pérdida de poder adquisitivo. El bolsillo sigue siendo el órgano más sensible de los argentinos.Son momentos en los cuales los espíritus se ponen inquietos y todo parece que se va a derrumbar. Se escuchan voces grandilocuentes del tipo: "peligra la Nación". La sensación de zozobra se instala en los individuos y los grupos sociales.Es que nadie quiere quedar rezagado en el reparto de los bienes. El egoísmo social campea en medio de lo que los economistas -pragmáticos ellos- catalogan como "puja distributiva".En este tipo de crisis, como la que vive hoy Argentina, el instinto adquisitivo coincide con el instinto de conservación, más allá de los llamados patrióticos de los gobiernos.Frases del pasado bien podrían aplicarse al presente. Como la que lanzó en 1989 el ministro de Economía, Juan Carlos Pugliese, luego de tratar, infructuosamente, de detener una corrida bancaria: "Les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo".La gente, como ha quedado demostrado en cada crisis por la que pasó nuestro país, no suele ponerse muy "sentimental" a la hora de tomar decisiones: piensa en sus propios intereses y en la mejor forma de defender lo que logró.Sin embargo, los gestos de altruismo que disparó el incendio del depósito de la empresa Iron Mountain, en Barracas, contradicen la miserabilidad moral de un país que se enfurece cuando no alcanza la plata.Las nueve vidas que se llevó ese incendio interpelan la conciencia pública de Argentina. Nos recuerdan que más allá del poder y la economía, existe el culto al deber cívico o el ansia de luchar contra la adversidad para socorrer al prójimo.Quizá el ejemplo de los bomberos y rescatistas, que encarnan esos valores, pueda servir para que la sociedad argentina, sobre todo su clase dirigente, pueda afrontar con espíritu de grandeza y generosidad la urgencia económica que atravesamos.¿Qué lleva a una persona a arriesgar su propio pellejo para salvar a otros, en el fondo un acto desinteresado que pone en entredicho la visión pesimistas de que los humanos somos bichos egoístas y agresivos?Las religiones y algunas filosofías hablan del "misterio de la compasión". Un sentimiento universal que algunos asimilan al amor. La compasión sería la unificación con el sufrimiento de todo lo existente, y la consecuente ruptura del principio del individualismo egoísta.La voluntad compasiva sería el puente hacia los demás, lo que hace posible el altruismo social. El deseo de reparar el sufrimiento ajeno, crea lógico afecto entre las personas, e instaura el principio de que el otro importa.Esta es la filosofía de la vida de tantos voluntarios que despliegan su acción solidaria en el país, paliando necesidades de todo tipo. Estamos lejos, aquí, de aquella imagen de una sociedad como conjunto de enemistades latentes, de malevolencia mutua, que es la que proyecta la Argentina de la crisis económica.
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