El empleo, ese gran desafío de la economía
Es la base del bienestar de una población. Por eso la cuestión del empleo se ha convertido, aquí y en el resto del mundo, en una preocupación central en el marco de una economía menos dinámica.El tópico lo acaba de reconocer el ministro del área Carlos Tomada. "Se detuvieron las incorporaciones y eso es un síntoma de que hay que empezar a cuidar el empleo", advirtió.A todo esto, el mundo enfrenta el "desafío urgente" de crear 600 millones de empleos productivos durante la próxima década, según el informe anual de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).Argentina ha creado mucho empleo en la última década, después de exhibir una tasa obscena de desocupación del orden del 20%. Según el Indec, en 2011 se situó en alrededor del 7% de la población económicamente activa.En 2003 había una ocupación de algo más de 12 millones de personas y ahora casi se llega a los 15 millones de ocupados, según datos del economista Orlando Ferreres. Eso quiere decir que aumentó en 2.830.000 personas, en el marco de una gran recuperación del PBI.La ocupación estos años, por tanto, ha crecido mucho. Sin embargo, no todo es tan lineal ni simple. Porque una cosa es la cantidad y otra la calidad del empleo.Y resulta que el mercado irregular de trabajo sigue siendo casi el 50% del empleo total en Argentina. La informalidad en el trabajo equivale a menor salario, falta de cobertura social y desprotección laboral.La informalidad laboral involucra a contratados y similares del sector público o cuentapropistas o informales del sector privado. Que casi la mitad de la fuerza de trabajo no posea un empleo "decente" o en regla, es un dato que debería preocupar.Existe la presunción de que ante un frenazo de la economía la mayor destrucción de puestos de trabajo se observa en este universo informal. Aquí el trabajador está más expuesto a recortes salariales y a que prescindan de sus servicios llegado el caso.Por otro lado, algunos economistas sostienen que no es lo mismo que sea el Estado que el sector privado el generador de empleo. Eso piensa Ferreres, para quien la "productividad" del sector público es más baja, lo que dificulta la eficiencia del sistema económico y la competitividad del país.Según sus cálculos, prácticamente un tercio de la creación de empleo desde 2003 hasta 2011 lo explica el Estado. En ese período el sector público incrementó su plantilla de empleados en 1.000.000 de personas.Los dichos del ministro Tomada sugieren que, ya que no hay generación de empleo privado y la del sector público se ha desacelerado, la clave pasa hoy por preservar los puestos de trabajos existentes.El otro problema sensible, aquí y en el resto del mundo, son los jóvenes sin ocupación. Los analistas internacionales vienen señalando que ahí reside una de las causas, por ejemplo, que ha precipitado las rebeliones en el mundo árabe.En Argentina hay un sector de la población juvenil todavía más complicado con su futuro. Se trata de los "Ni-Ni", es decir aquellos jóvenes de entre 15 y 24 años que ni estudian ni trabajan.Según cifras del Indec, este segmento se incrementó un 17% de 2003 a la fecha y hoy alcanza casi a un millón de personas. Y si a esta precaria situación laboral se la combina con el dato que ofreció hace poco un estudio de la UNESCO, según el cual uno de cada dos alumnos argentinos no termina la secundaria, la perspectiva es más dramática.La exclusión de los jóvenes del sistema educativo y del mercado de trabajo contrasta, por otro lado, con la queja de las empresas argentinas de que no encuentran profesionales, técnicos especializados e ingenieros, para cubrir vacantes.La cuestión del empleo, como se ve, es algo que tiene varias aristas, y por eso mismo es arduo y complejo. En un contexto de crisis económica, los retos en este plano son aún mayores.
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