El fútbol, ese sí es un asunto de Estado
¿Por qué el Estado argentino sigue subsidiando al fútbol? ¿Cómo se explica que con las penurias sociales que existen, en medio de un ajuste económico, se destinen para ese fin la friolera de 2.500 millones de pesos?Esa es la cifra que involucra la continuidad del programa Fútbol para Todos (FPT), y se trata de un incremento del 50% respecto de lo que los clubes argentinos recibieron de fondos públicos el año pasado ($1.665 millones).Esto le da vida a la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), una entidad intervenida por la justicia por corrupción, al tiempo que garantiza que la pelota siga rodando.En efecto, el acuerdo del gobierno de Macri con los clubes permite la creación de un nuevo torneo: la Superliga, que arrancará el próximo 19 de agosto. En esencia, si el Estado no pusiera la plata, dado la quiebra de los clubes y de la AFA, no habría fútbol.La pregunta es incómoda: ¿no hay otras prioridades en el país donde un tercio de la población vive bajo el umbral de la pobreza? ¿No está pidiendo el gobierno que, para evitar la hiperinflación, se paguen tarifas de servicios más caras y que se ahorre en energía?A poca gente en el país, por otro lado, le hace ruido que el presupuesto del programa Fútbol para Todos, que financia la televisación gratuita de ese deporte, tiene más recursos que el Ministerio de Cultura de la Nación.¿Qué cosas se podrían hacer con 2.500 millones de pesos? ¿Cuántas viviendas sociales y hospitales? ¿Cuántas obras de infraestructura básica?El gobierno de Macri, que pide hoy ajustar los cinturones, al parecer no está dispuesto a romper el compromiso de campaña de mantener la gratuidad del fútbol hasta el 2019.Y de hecho ninguna de las fuerzas políticas opositoras, que despotrican contra el "ajuste salvaje", han salido a pedirle al gobierno que deje de subsidiar al fútbol y a clubes en default cuyos dirigentes están sospechados de corrupción.Ocurre que en Argentina el fútbol, el gran distractor social, el que permite la evasión colectiva de los problemas cotidianos, es un asunto de Estado, al que hay que garantizar continuidad por todos los medios posibles.Esto lo sabían los gobiernos militares, que en 1978 organizaron un campeonato mundial en el país. También los gobiernos democráticos explotaron esta veta.El presidente Fernando de la Rúa, por caso, llegó a levantar el Estado de Sitio para que Racing pudiera jugar y salir campeón. El kirchnerismo, en tanto, llevó la alianza con el fútbol a nivel paroxísmico, al estatizar la actividad mediante el programa FPT.Reforzó así el poder de Julio Humberto Grondona, que fue amigo de los militares y presidió con mano férrea la AFA durante 35 años, hasta que murió en 2014, poco tiempo antes de que fuese involucrado en el escándalo de corrupción de la FIFA.Ayudar a los clubes con problemas económicos fue la herramienta de Grondona para amasar poder. En los últimos diez años la AFA que él presidió actuó como el Fondo Monetario de los clubes argentinos, amenazados siempre de default.Dado el desquició en que está la AFA, maneja su destino una comisión normalizadora de la FIFA, en tanto que la justicia detectó corrupciones de todo tipo en su seno.En este contexto de desmanejo, el Estado decide auxiliar a los clubes de fútbol aportando una cifra millonaria de dinero, en un país que atraviesa serios problemas sociales y económicos.
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