El gobierno festejó pero la realidad le patea los tobillos

La euforia que invadió al gobierno por el "Mini Davos" tuvo sus matices. Quizás en la mejor semana en mucho tiempo desde lo económico, porque parece haber podido encauzar el tarifazo y al mismo tiempo el INDEC mostró la puntita, apenas eso, de la luz al final del túnel. Jorge Barroetaveña Ese escaso 0,2% de inflación que dio a conocer oficialmente el INDEC tiene mucho que ver con el freno al tarifazo que dispuso la Corte. Igual, los signos de enfriamiento de la economía también impactaron en la inflación, que seguirá aletargada, con pequeños altibajos, desde acá hasta fin de año. Miguel Bein, economista jefe de Scioli durante la campaña es ahora hombre de consulta de Macri. Y es, paradójicamente, el más optimista de todos. Para los especialistas hay un dato clave que se conoció en las últimas horas: el aumento de los pedidos de cemento. Esto indica que la rueda de la obra pública ha comenzado a girar y el impacto en la economía real está empezando a hacerse sentir.El cocoliche que es Cambiemos desde lo ideológico tiene aquí, su alter ego. La apuesta a la obra pública como reactivador de la economía es extraño para un gobierno que se dice liberal. Es probable que lo sea en otros aspectos, pero no en este. La obsesión por el anuncio de inversiones dominó el "Mini Davos" en el CCK. Si bien sólo hubo un par, predominaron las declaraciones de buenas intenciones. Igual, el éxito de la convocatoria sorprendió a propios y extraños. CEOS de las empresas más grandes del mundo dejaron su opinión sobre el país, se mostraron predispuestos a evaluar seriamente la posibilidad de traer sus negocios a la Argentina y celebraron el mensaje unívoco. Si hasta el Presidente de la Corte Ricardo Lorenzetti le dijo a los empresarios que ellos son los garantes de la seguridad jurídica, uno de los ítems más consultados por los empresarios. "La actual conformación de la Corte responde a tres presidentes constitucionales diferentes. Qué mayor garantía que eso", disparó certero Lorenzetti. Si bien estuvieron sus legisladores y economistas la única ausencia que hizo ruido fue la de Sergio Massa. O no lo invitaron o no quiso ir, pero hubiera sido positivo que el principal líder de la oposición tuviera escenario. Las noticias del enfriamiento de la inflación, fueron música para los oídos de los funcionarios que encontraron un argumento más para intentar hacer atractiva a la Argentina. A esta altura hay algo cierto: el país ha vuelto a ser una referencia a la hora de las inversiones, pero son procesos que llevan tiempo y es altamente probable que ni siquiera sea este gobierno el que disfrute de esos beneficios. Este fin de semana, si no hay demasiados contratiempos, también habrá quedado encaminado el tarifazo. Y fue la Corte la que le dio una mano a Macri, cuando el desbarranque era evidente. Con la obligatoriedad de hacer las audiencias públicas y aumentar 'razonablemente' las tarifas, le pusieron coto al dislate y la confusión que rodeó al principal error que cometió el gobierno en la primera parte de la gestión.Pero las puertas de la realidad tampoco dejaron festejar demasiado a las huestes oficiales. El desmadre de la seguridad en los grandes centros urbanos de la Argentina es un azote diario para la gestión. El desangramiento de Santa Fe obligó a mandar gendarmes de nuevo, en medio de la polémica con ese gobierno provincial. El episodio del médico hace un par de semanas y ahora el del carnicero de Zárate que mató al ladrón en medio de una persecución ponen el problema en otro estadío. Es que el riesgo de justificar la justicia por mano propia es un fantasma peligroso. Pero la ausencia del estado es la que azuza la situación. Y el deterioro de la situación económica también. Sin contar con la penetración del narcotráfico, a esta altura una batalla de resultado incierto. Algún día alguien deberá dar explicaciones de por qué la Argentina dejó de ser un país de tránsito para convertirse en un país de producción y consumo. De hasta dónde existió complicidad de los poderes de turno. El daño que le han hecho al plexo social argentino da miedo medirlo.A la realidad no le faltan condimentos bizarros. En la zaga interminable de las bodegas de Lázaro, los bolsos y el convento de López se sumó esta semana el dragón de Scioli, o de un funcionario muy cercano a él. Hacer un dragón de tres metros de alto con una caja fuerte en la panza y colocarlo en el patio de tu casa de fin de semana, es raro no? Demasiado, ¿no le parece? Tanto como salir a decir que la caja era para guardar los instrumentos de la pileta. A veces uno se pregunta si nos toman por tontos o es que verdaderamente lo somos.El culebrón de los que se robó en la Argentina en los últimos años es probable que forme parte de nuestro paisaje habitual de los próximos años. Cristina Kirchner fue citada a declaración indagatoria por la obra pública, por primera vez por sospechas de corrupción. De un entramado oscuro que llegó al poder para apropiarse de los dineros públicos, con una estrategia para tal fin. Ya no se trata del difuso y polémico acuerdo con Irán, jalonado por la muerte de un fiscal. Ni de dólares a futuro, que bien podrían ser una cuestión política antes que judicial. Esto se trata de corrupción. De meter la mano en la lata y robarle la plata a los contribuyentes. Estamos en otra instancia. La ex presidenta lo sabe. Y huye hacia adelante, quizás esperando encontrar el paraguas que hoy no tiene. Los jueces son los mismos de hace doce años, pero los dueños de la política están en otros despachos. Así es la crueldad del poder. La gloria, o Devoto. Hoy, más que nunca.
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