El hábito de postergar tareas que son ineludibles
Postergar, aplazar tareas imprescindibles, dejando que las cosas se hagan por sí solas, sin tomar el "toros por las astas", como se dice habitualmente, se llama "procrastinación".Del latín "pro", adelante, y "crastinus", referente al futuro, el término se aplica comúnmente para denominar un complejo fenómeno que consiste, de última, en evitar la realidad.Realidad, en este contexto, como tareas cotidianas que hay que completar de manera obligatoria. Es decir, el procrastinador es un ser consciente de la realidad, pero busca zafarse de ella.La mejor manera que encuentra para la evasión, es postergar la tarea pendiente. Por lo general, como una estrategia de defensa del ego, autojustifica la indecisión, mediante un mecanismo de autoengaño.Puede sentir autocompasión de sí mismo, escudándose en que las exigencias de la realidad son muchas o culpabilizando al mundo o a los otros, a los que acusa de "conspirar" contra él.La procrastinación puede convertirse tanto en un síndrome individual como colectivo. A las personas que son hábiles para aplazar actividades o tareas que deben atender, se les suele amonestar con la frase popular que dice: "No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy".En algunos libros de psicología hablan de tipos de procrastinación. Por ejemplo, cuando se evita empezar una tarea por miedo al fracaso, lo cual revelaría que la persona en cuestión tiene baja autoestima.Después están las personas indecisas, que se entregan a la cavilación, es decir se pierden en pensar la mejor manera de hacer el acto, pero nunca llegan a tomar una decisión.El fenómeno, por otro lado, puede explicar la conducta de determinados grupos sociales. El hecho de dilatar, postergar o posponer los estudios, sin completar una carrera académica, parece afectar a los estudiantes argentinos.Según las últimas estadísticas oficiales, los alumnos universitarios argentinos tardan en promedio un 60% más que la duración teórica de las carreras en recibirse en universidades públicas, y un 40% más en las privadas.Se habla concretamente de los "alumnos crónicos", es decir aquellos estudiantes que cursan sus carreras a un ritmo muy lento y tardan años en recibirse, cuando no terminan abandonándolas.De hecho cada vez egresan menos estudiantes de nuestras universidades. Es una de las excepcionalidades del sistema de enseñanza superior en Argentina.Nuestro alumnado universitario supera en un 30% al chileno y en un 55% al brasileño. Tenemos 4.090 estudiantes cada 100.000 habitantes, más que los 3.150 estudiantes universitarios chilenos y mucho más que los 2.640 estudiantes brasileños.Pero los nuestros no concluyen sus estudios satisfactoriamente, según advierte Alieto Guadagni, miembro de la Academia Nacional de Educación, para quien graduamos anualmente apenas 243 profesionales cada 100.000 habitantes, mientras los chilenos gradúan 395 (63 por ciento más) y los brasileños 427 (76 por ciento más).El célebre filósofo Ortega y Gasset criticó hace tiempo la conducta evasiva de los argentinos, cuando en 1939, en una conferencia en La Plata, los exhortó: "¡Argentinos a las cosas, a las cosas!Nos vino a decir, así, que éramos muy talentosos a la hora de armar proyectos maravillosos -y sobre todo muy retóricos-, pero después no los llevábamos a la práctica.Como si nos consumiéramos en el puro afán proyectista. Como si soñar algo bastase para darle existencia, sin que medie el hacer o el empeño para hacerlo realidad.La procrastinación, de última, acaso sea un rasgo del carácter de los argentinos.
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