El invierno más largo de la historia y las elecciones del 2019
Macri ha tenido algo que caracterizó su carrera política y es la capacidad de cambiar. Lo puso en práctica cuando arrancó en Boca, siguió en la Ciudad de Buenos Aires y ahora está obligado a hacerlo en la Nación. El problema económico, también es político. Todavía no se dieron cuenta. Jorge Barroetaveña El franeleo político con los radicales viene desde hace tiempo. El año pasado, una foto en Olivos buscó llevar un poco de calma a esa interna de Cambiemos pero fue sólo eso, una foto. No hubo una sola consulta, ni reunión para disimular. En la cúspide del poder siguieron operando los mismos, con la presencia de Marcos Peña, el hombre que acompaña a Macri desde antes de ser este Macri y a quién el Presidente siempre tuvo en alta estima. Es Peña el que ha llevado adelante la estrategia de estos años en el gobierno nacional, a punto tal que terminó eyectando a Prat Gay y Melconián entre otros. El 'escudo' siempre fue 'el equipo', un lugar adónde los destacados no pueden entrar, si no se someten a su dinámica. Conclusión: Peña se fue quedando solo y con eso arrastró a su jefe, que tampoco hizo mucho por contradecirlo.La estrategia del gradualismo, con pocos cambios, fue un fracaso. Macri llegó a las dos terceras partes de su mandato habiendo impulsado pocos cambios económicos, tratando solamente de administrar la crisis. Fue un error que encima se nutrió de algunas groserías como los tarifazos que todavía no terminan. El eterno axioma que dice que lo que un gobierno no hace sus primeros dos años, difícilmente lo pueda hacer después es cierto. Con todo el capital político a favor, eligió no dar malas noticias, no mostrar cómo estaba la Argentina y patear para adelante los sinsabores, dando por sentado que el tiempo podría morigerarlos. Es cierto que Cambiemos nunca tuvo mayoría en el Congreso, un lugar clave para emprender las reformas, pero en sus manos estaban dos de los distritos más grandes de la Argentina con capacidad de influencia decisiva como Capital y Buenos Aires. Sin contar a otras provincias grandes como Mendoza y aliados estratégicos como Schiaretti en Córdoba. Ese viento de cola, no lo supo aprovechar y estamos ahora, en el punto de partida del 2015, o quizás un poco peor, porque cuando la confianza se rompe es casi imposible recuperarla.Los números de la economía serán estruendosos este año, no por lo buenos precisamente. Caerá el PBI, habrá más de 40% de inflación y aumentará la pobreza, como correlato doloroso y previsible.Las provincias y el estado en general deberán enfrentar un ajuste que implicará menos obra pública y, seguramente, más impuestos. Que pocos serán los que puedan pagar obviamente.El invierno económico es probable que dure hasta bien entrado el 2019, y las elecciones caerán en el medio de él. Será y es, una de las crisis recurrentes a las que la Argentina nos somete, recordándonos de dónde venimos pero no hacia dónde vamos. Este panorama apocalíptico ofrece matices.Quizás por primera vez en mucho tiempo la oposición en general mantiene una postura prudente. Salvo cuatro o cinco delirantes que creen que apostando al incendio se pueden salvar ellos. Agitar el fantasma de la violencia en un país con pasado, es imperdonable y demuestra hasta dónde algunos no han aprendido a vivir en democracia. La declaman hasta que no les sirve. Cuando eso ocurre todo es válido.Los gobernadores saben que están en el mismo barco que Macri. Que la crisis se los puede devorar a todos sin distinguir partidos ni administraciones y que la sociedad ya no tolera salvadores. Por ahí campea el fantasma de la corrupción ese que muchos políticos denostan, aunque buena parte de la gente ha decidido darle entidad.Faltan gestos. El Presidente anunció la reducción del gabinete, que él mismo aumentó, igual que hicieron Néstor y Cristina. Un legislador nacional presentó un proyecto para congelar 'los aumentos' de las dietas. Ejecutivo y Legislativo unieron sus voces para pedirles a los jueces y magistrados que paguen, como cualquier hijo de vecino, impuesto a las ganancias.Los bancos siguen ganando plata, con tasas estrambóticas que impiden a cualquier pyme financiarse o a algún emprendedor encarar un proyecto productivo.La tabla de salvación puede ser el presupuesto, pero ya lo escuchamos antes. El acuerdo está cerca aunque no se sabe hasta dónde llegará el cinturonazo en las provincias. Por eso, pensar en las elecciones del año que viene, suena a locura. Falta una eternidad y es probable que, el que se anime a asomar la cabeza, reciba fuego de todos lados.Cambiemos tiene fortaleza en la debilidad ajena. Lejos de la economía, su campo será la política, sobre todo diferenciarse de lo que vino a reemplazar en el 2015. Si eso que vino a reemplazar en el 2015, intenta volver, será papita para el loro, como dice el dicho. Sino, sus posibilidades se complicarán, dependiendo de los nombres que estén enfrente. El peronismo se sacude la modorra. Busca, indaga, revuelve. No alumbró todavía. Que sea prudente. Una porción importante de la sociedad también le está tomando examen. Tiene expectativas sobre él. Por favor, que no defraude.
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