El largo camino de nuestra lucha
La protesta de Gualeguaychú ha despertado conciencia y abierto los ojos a una realidad, que voluntariamente o por comodidad la mayoría ciudadana desvalorizaba e ignoraba.El desconocimiento manifiesto de la problemática medioambiental, fue el motor del perjuicio a nuestro derecho a una vida sana, y el facilitador primordial del avance de las nuevas expresiones de coloniaje y sometimiento de nuestros pueblos.El movimiento social que caracteriza esta lucha, nacido como espontánea reacción de vecinos de esta comunidad dotados de una visión futurista de la alta complicación y perjuicio a la que comenzábamos a someternos, ha ido creciendo de manera tal que hoy nadie, absolutamente nadie de quienes vivimos y trabajamos aquí, desconoce esas repercusiones lamentables que tiene la radicación de industrias tan contaminantes, y que desde entonces nos anunciaban.Esa virtud de concientizar anticipando con fundamentos la problemática y sus consecuencias, hizo que el efecto multiplicador del mensaje abarcara todos los frentes.Las espectaculares e impactantes marchas al puente, las diferentes movilizaciones, la gimnasia semanal tan participativa de las asambleas en el teatro y en arroyo Verde, diferentes acciones llamadoras de atención en distintos lugares del país y bajo distintas circunstancias, los estudios y conclusiones de los informes técnicos propios y externos, más una cantidad mayor aún de actividades ciudadanas demandantes, han logrado esa convicción férrea de una comunidad que para adentro, entendió que esta lucha no se lleva a cabo con esfuerzos aislados.Aquí estamos todos juntos. Superando circunstanciales diferencias metodológicas. Aceptando criterios divergentes. Tolerando las voces elevadas, y hasta olvidando algunos insultos inconducentes en ciertas circunstancias lógicas.Pero aquí estamos todos juntos en un derrotero que no tiene vuelta atrás. Sin embargo él requiere de la suma y adhesión de los que están más alejados (físicamente) de este drama.Sí porque, quién no toma debida conciencia de lo que significa un problema cualquiera, sino hasta que lo sufre en carne propia.La excepción está sólo en aquél que es engañado, o no lo informan adecuadamente. Le retacean o esconden elementos de información serios y correctos.Es hora tal vez de pensar en cómo hacer, qué estrategias desarrollar, para penetrar en el pueblo uruguayo y también en el ciudadano argentino en forma colectiva.Particularmente en aquéllos que creen o están convencidos, que a ellos "no les toca" o "no los perjudica". Ensanchar la base es imperioso.Con los medios de comunicación uruguayos y también los grandes medios de nuestro país que ignoran deliberadamente, o realizan un tratamiento inadecuado y surrealista de la causa de Gualeguaychú, estamos obligados a pensar la manera de perforar la influencia poderosa de los grandes intereses.Los graves problemas para nosotros, que ya visualizamos en las anormales situaciones de una actividad cada vez más intensa, tarde o temprano serán también graves problemas para los que se sienten alejados del escenario del "conflicto papelero".La gente común, la que entiende del negocio cotidiano más importante que es el negocio de la vida sana, si se puede llegar a comunicarle por los medios que sean, pero comunicarles masivamente con verdaderas "lluvias de información", por lógica, por sentido común, por dignidad, habrán de sumar mucho antes que después de lo que nos imaginamos, sus adhesiones y sobre todo también, su presión para que el avance prepotente de poderes políticos interesados, de los poderes de gobiernos genuflexos y entreguistas, y los insaciables poderes económicos internacionales, culminen, se terminen para siempre por la falta de una licencia social, hoy en día dura e intransigente aquí en Gualeguaychú, pero por la que hay que obrar inteligentemente para expandir y generalizarla. (Editorial publicado el 27 de setiembre de 2007, que creemos oportuno reiterar)
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