CAMINO A LAS PASO
El 'Macri de los milagros' que va por su segundo mandato
Desde este domingo empieza formalmente la campaña de cara a las PASO. Serán cuatro semanitas intensas, cargadas de mentiras, datos falsos, pocas propuestas y seguramente unos cuantos agravios. Como siempre, parece que en la Argentina ponemos en juego todo, como si de este voto, valiera nuestra supervivencia. No les crea.
Jorge Barroetaveña Macri tuvo su mejor semana en mucho tiempo. Saboreando algunos números positivos que le acercó Durán Barba, con los seguimientos diarios que hacen, más el impacto del acuerdo Mercosur-UE en el que todos admiten que fue una pieza clave, disfruta de su mejor momento en muchos meses. Pese a que la economía sigue arrojando datos negativos, el gobierno se aferra al ‘lo peor ya pasó’ para sentar las bases de la campaña y recrear la esperanza de un triunfo que, hasta hace un par de meses, se iba acercando a la epopeya antes que a otra cosa. La apuesta a esta altura no tiene dobleces: la polarización. A medida que avance la campaña, nada irá quedando en el medio. Lavagna, Espert y los candidatos tendrán que hacer un esfuerzo supremo para atraer votantes en las PASO y retenerlos en la primera vuelta. Como el peligro de victoria de los Fernández en la primera vuelta dejó de ser algo más que eso, en el gobierno bajaron la bandera de denostar las PASO para darle importancia extrema. Pichetto, más macrista que Macri, avisó que hasta podrían ganar en primera vuelta. Algo exagerado pero descriptivo del objetivo que persigue el oficialismo: quedar a la menor distancia posible del binomio favorito, y precipitar el corrimiento del voto ‘susto’ directamente en la primera vuelta. El temor que cunde en los despachos oficiales es el efecto que podría tener una distancia grande, léase más de 7 puntos, en los mercados y en la gente el día después de la elección. Eso sin tener en cuenta la suerte que podría correr María Eugenia Vidal en la Provincia de Buenos Aires que quedó con un cuchillo y un tenedor para pelearle al peronismo de Cristina y Massa. Es que, a medida que pasan los días, el territorio bonaerense se vuelve más y más crucial para los dos contendientes. Cuanto mayor sea la diferencia que Alberto y Cristina le saquen a Macri y Pichetto, mayor tendrá que ser el corte de boleta que beneficie a Vidal. En el 2015 el corte fue histórico y traspasó el 6%. Pero nadie asegura que se pueda repetir la historia. Vidal quedó colgada de un pincel el día que le negaron el desdoblamiento de las elecciones. Ese día ató su suerte a su jefe y mentor. Se quedó sin red. Claro que Macri también ató su suerte a la de Vidal, no por decisión propia sino porque así lo marca el armado electoral. Si Vidal gana en Buenos Aires, aún él perdiendo, la ola lo llevará puesto para arriba. Si Vidal pierde en la provincia, sus chances de ser reelecto se reducirán, encima con el principal distrito en manos de la oposición. Es a todo o nada. Alberto Fernández, el equilibrista que esta semana anduvo por Brasil no se sabe bien para qué, o sí. El ex jefe de gabinete trata de mantener un delicado equilibrio entre los que lo llevaron al lugar que hoy detenta y los reclamos de los que están afuera. ¿Cómo es eso? Alberto sabe que para ganar la elección necesita de un voto refractario al kirchnerismo. Sabe que el voto kirchnerista lo va a acompañar, pero necesita imperiosamente los famosos votos del centro para ganar la elección. Con Massa desandó parte de ese camino, y está cerca del objetivo. Pero le falta. Es probable que la otra pata la aporten los gobernadores, aunque da la impresión que siguen fieles custodios de su propio destino y ninguno está dispuesto a ‘inmolarse’ por nadie. Schiaretti en Córdoba hace ‘cordobesismo’, como alguna vez lo definió José Manuel de la Sota. Fernández ya tendió puentes y se conforma con una foto y una charla. Cree que con eso le alcanzará para limar las asperezas con el mandatario, aunque el rencor con el kirchnerismo es bastante más profundo. Alberto sabe que en el 2015 el 70% de los cordobeses votó en contra de su jefa. Bajando ese porcentaje ya será un éxito. Mientras los políticos juegan el juego de la campaña, la economía real sigue su propio camino. El dólar planchado, le da aire a las ilusiones oficiales, pero el impacto en la calle todavía no se siente. Al menos en la magnitud que lo necesitan. Algunas variables empezaron a dar buenas señales, pero cuando se vuelve desde el sótano cualquier aire luce saludable. Habrá que preguntarse si la sociedad está dispuesta a darle cuatro años más a un gobierno que, en lo económico, cometió errores groseros, subestimó la situación y tampoco emprendió reformas profundas. Si en diciembre Macri se vuelve a calzar la banda presidencial se habrán producido un par de pequeños grandes milagros para la política argentina. Será el primer presidente no peronista en culminar su mandato. Un dato certero de la historia. El otro milagro será político. Reelecto en medio de una economía maltrecha y golpeada, por herencia y por errores propios. Del otro lado está el peronismo agazapado, esperando la oportunidad de volver a quedarse con todo. ¿Maquillado? ¿Reciclado? ¿Renovado? Sólo ellos lo saben.
ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
ACCEDÉ A ÉSTE Y A TODOS LOS CONTENIDOS EXCLUSIVOSSuscribite y empezá a disfrutar de todos los beneficios