El mammonismo, la fuerza del dinero
La avidez por la riqueza es una afección antiquísima del hombre. Y es conceptuada como la causa de los trastornos e injusticias sociales. En la teología se conecta con el nombre Mammón. El pueblo hebreo utilizó este término para simbolizar el pecado de la avaricia. Lo tomó prestado del mundo fenicio, en cuyo panteón Mammón era el dios de la riqueza.En el evangelio de Mateo, se cuenta que Cristo establece una polaridad irreductible entre Dios y los amantes del dinero, dos fuerzas que se disputan el corazón humano."Nadie puede servir a dos señores; porque odiará al uno y amará al otro; o se adherirá al uno y despreciará al otro; vosotros no podéis servir a Dios y a Mammón" (Mt.6,24).Por otro lado también en el Evangelio se relata que antes de iniciar su vida pública, y retirado en el desierto, Cristo es tentado por el diablo con riquezas y poder.En la Edad Media se habla comúnmente del demonio de la avaricia. "Mammón, que era ascendido desde el infierno por un lobo, viniendo a inflamar el corazón humano con su avaricia", dice Tomás de Aquino.El frenesí posesivo por la riqueza se refleja en la literatura universal. En el mundo hispano Francisco de Quevedo (siglo XVII), ha dejado unos versos elocuentes en el poema "Poderoso caballero es don Dinero"."Madre, yo al oro me humillo, / Él es mi amante y mi amado, / Pues de puro enamorado / Anda continuo amarillo. / Que pues doblón o sencillo/ Hace todo cuanto quiero, / Poderoso caballero / Es don Dinero", se lee allí.Impugnadores morales contra el dinero ha habido siempre. Aunque el filósofo Gustave Thibon, que suscribe la tesis de que la avaricia es un pecado, nos previene contra los simuladores de todo desprendimiento dinerario.Se trata de aquellos incapaces o parásitos, escribe, "que no saben ganar dinero, pero descuellan a la hora de gastarlo". También están "los generosos defensores de la pobreza que disimulan su impotencia y su envidia bajo la máscara de la virtud indignada".Para Thibon hay que estar en guardia, por tanto, contra tantos falsos críticos del dinero, muchos de ellos burgueses acomplejados.Algunos autores utilizan el término "mammonismo" para explicar que la devoción a la riqueza mueve al mundo. Esto puede entenderse en el sentido de una concepción de la vida orientada exclusivamente a los valores materiales.Bajo esta perspectiva los adoradores de Mammón serían mayoría. Cabría hablar de una religión que no sería patrimonio de ninguna clase social. Así el rico, al estar varios escalones arriba, suele despreciar al pobre.Pero no es menos cierto, también, que el pobre en ocasiones envidia al rico. Y por tanto está dispuesto a mirar con desprecio al de abajo en caso de que la fortuna le sonría.Con lo cual, bien mirado, se diría que ambos exponentes de la escala social, paradójicamente, son básicamente parecidos porque quieren lo mismo.El mammonismo, por otro lado, puede entenderse como el poder mundial del dinero. Al respecto abunda la literatura que habla de la existencia de una suerte de "plutocracia" internacional. El poder estaría en manos, así, de un grupo privilegiado que maneja los resortes del dinero, el cual impondría su voluntad sobre las sociedades, a través de una herramienta: el préstamo a interés.Por este mecanismo el dinero se reproduce a sí mismo, con independencia del trabajo y la producción. Esta propiedad mágica provoca un deseo de enriquecimiento sin límites.
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