El miedo a los hijos, tendencia inquietante
La posibilidad de que un hijo le pegue a su padre o madre resulta perturbadora. Sin embargo, esta violencia es más común de lo que se cree aunque las estadísticas no siempre la reflejen.En países europeos, como Reino Unido y España, ya se publican guías informativas sobre la agresión y abuso de adolescentes hacia sus padres. El dato es que desde hace algunos años ha crecido la estadística que muestra que las víctimas son los progenitores."La violencia de hijos a padres es un problema social", viene diciendo desde hace tiempo Javier Urra, psicólogo, escritor y presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Violencia Filioparental.Como sea, en la mayoría de los casos los padres tienen tanta vergüenza en reconocer que están siendo agredidos por sus propios hijos que la violencia se queda puertas adentro.Urra, que durante muchos años fue psicólogo forense en la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia y Juzgados de Menores de Madrid, viene escribiendo sesudos ensayos sobre la aparición, en muchos hogares, de "hijos tiranos" que son capaces de maltratar a los mayores.La violencia se manifiesta de todas las formas posibles: de la agresión psicológica a la física pasando por el robo y la rotura de objetos."Cuando no se ponen límites se gesta el pequeño dictador, que se ensaña con la figura materna. El padre no suele intervenir hasta la adolescencia del menor, cuando las agresiones pasan a ser físicas y el problema los ha desbordado", diagnostica Urra.En el momento en que los padres acuden a los centros o reclaman ayuda ante la justicia el problema ya es difícil de reconducir y necesitan ayuda profesional.Los "tiranos" no pertenecen al lumpen ni a familias desestructuradas, son jóvenes de todos los extractos sociales. Frente a la conducta de ellos, los padres callan porque se sienten avergonzados.Se avergüenzan cuando denuncian porque se sienten culpables de no haber sabido educarlos, o cuando creen que sus hijos los culpan por haberlos traído al mundo sin saber ejercer de padres.En argentina el filósofo Jaime Barylko, encaró en varios ensayos el fenómeno de la anomia (sin norma) de la juventud. Uno de sus libros, "El miedo a los hijos" (1992) atribuyó el fenómeno a una crisis de los adultos.Allí describe que los niños argentinos de clase media de fines del siglo XX crecían totalmente solos, sin la presencia de los padres que tenían que trabajar todo el día para brindar a sus hijos toda clase de bienes materiales, pero descuidando su rol de padres y educadores.Lo cierto es que hoy cada vez más padres se declaran incapaces de controlar a sus hijos y entonces delegan en los colegios la responsabilidad de encauzarlos por el buen camino.Pero pretender que los profesores u otros expertos (psicólogos, psiquiatras, etc.) asuman un problema cuya raíz no es otra que la falta de presencia y autoridad paterna, resulta algo ilusorio.El maltrato de hijos a padres, que va más allá de la típica rebeldía de un adolescente, está siendo catalogado por los especialistas como un fenómeno extendido. Se trata de un comportamiento abusivo que incluye la violencia física, emocional (chantajes, mentiras, manipulaciones), violencia verbal y financiera (robo o venta de objetos y propiedades de los padres).También se ha desarrollado una literatura de prevención, que detalla cuáles son las señales que anticipan este tipo de maltrato.
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