
"¿A dónde van los niños cuando crecen? Se duermen por un tiempo para despertar, en el pequeño que está vivo en los grandes, que siempre encuentra un tiempo para jugar".Por Guillermo RégoliOpinión Todos tenemos un niño en el corazón y se despierta de vez en cuando. Seguro que este fin de semana abrirá otra vez los ojos, para verse reflejado en los de tantos niños que, en un regalo, reciban una caricia al alma.Nuestro niño vivió otros tiempos donde la imaginación existía, donde los sobrenombres no lastimaban tanto, no había tanto chusmerío, si había peleas las cosas se arreglaban y seguíamos jugando.Los chicos no estábamos tan preocupados por la ropa de marca y se jugaba con lo que había: en mi barrio una bicicleta que se prestaba a la barra de amigos, y el primer grabador donde escuchábamos casettes, los autitos rellenos con masilla y la calle como nuestro lugar en el mundo. Allí imaginábamos ser superhéroes, policías y ladrones en un mundo donde era lógico que ganaran los buenos o el equipo de fútbol del barrio que soñaban con levantar la copa.El mundo de los adultos era de ellos y nosotros teníamos el nuestro. Sabíamos que algún día sería nuestra realidad, pero mientras tanto disfrutábamos de una vida donde los peligros eran pocos, los problemas estaban lejos. En más de una ocasión, cuando queríamos intervenir en alguna conversación nos pedían que nos calláramos porque estaban hablando los grandes, de temas de grandes.No tenían que recomendarnos tantas cosas: llevaste el celular?, no hablés con nadie extraño, no tomes alcohol, cuidado con alguna patota...porque todo era más simple y más sano.No había computadoras, ni tantos cambios educativos, ni programas didácticos, ni chat y sin embargo no nos fue tan mal en la vida.¿Qué pasó con ese niño cuando se volvió adulto? ¿No añoramos esas cosas para nuestros hijos? ¿Quién nos robó la posibilidad de darles un mundo, en algo parecido al que vivimos? Claro, muchas cosas cambiaron: el mundo, la sociedad, pero lo peor es que cambiamos nosotros.Le hemos dado a los niños un mundo complejo: ya no existe el mundo de los chicos, existe solo un mundo adulto que piensa que los ellos entienden todo lo que pasa, pero que pocas veces se pregunta en serio si eso es lo que merecen. Es que si respondiéramos tendríamos que cambiar en tantas cosas que es preferible seguir pensando que "entienden".Hemos mejorado en la conciencia de que tenemos que garantizar sus derechos pero nos sigue costando entender primero los deberes que tenemos con ellos.¿Por qué si tuvimos una infancia buena hemos bajado los brazos para que ellos la tengan también?Hay un niño dormido en nosotros y tal vez pueda despertarse a tiempo. Tal vez nos falte dedicar tiempo a pensar una realidad, en algo distinta; aunque a veces sintamos que somos lo únicos, aunque nos digan que ya pasó de moda, y recuperar el coraje de ese niño que se peleaba por defender a un amigo, que ponía todo para ganar el partido, que pudo vencer enemigos cuando se sentía un superhéroe.Podemos llenar de regalos y festejos a los chicos este fin de semana, y es bueno porque se lo merecen Hay algo más que podemos darles: los chicos y jóvenes necesitan sentir que son valiosos y eso se enseña con amor, necesitan sentir que no están solos y eso se descubre con una familia; necesitan descubrir un sentido a su vida, valorar el esfuerzo para lograr cosas y eso se lo enseñan adultos que se animan a poner límites y que los acompañan en los desafíos.Ya no somos el niño que fuimos, ya crecimos pero nos cuesta aceptarlo. El mejor regalo que podemos intentar brindarles a los chicos es un mundo mejor en el que ellos vuelvan a confiar que vale la pena crecer, porque cuando eso pase serán como esos padres, esos abuelos, esos maestros que les regalaron una infancia feliz.