El pasado y el arte de aprender de los errores
"La historia es maestra de la vida". La célebre frase del orador romano Marco Tulio Cicerón sugiere que la mejor lección es aprender de errores pasados. La sociedad argentina, por caso, ¿tiene capacidad de rectificarse ante los traspiés colectivos? José Ortega y Gasset hacía consistir la especificidad del hombre en su memoria, y por tanto en su capacidad de capitalizar la experiencia vivida. Los animales, en cambio, están condenados a olvidar casi todo lo que han vivido el día anterior."El tigre de hoy -decía el filósofo español- es idéntico al de hace seis mil años, porque cada tigre tiene que empezar de nuevo a ser tigre, como si no hubiese habido antes ninguno"."El hombre, en cambio, merced a su poder de recordar, acumula su propio pasado, lo posee y lo aprovecha (...) Éste es el tesoro único del hombre, su privilegio, su seña", refería.Pero lo esencial de ese recuerdo no es lo que parezca acertado y digno de conservarse. No, "lo importante es la memoria de los errores, que nos permite no cometer los mismos siempre".Ortega diría que aquellas sociedades que hacen caso omiso de la experiencia, que son incapaces de tomar nota de sus desgracias y fracasos, para rectificar a tiempo, para así ser mejores cada vez, están plagiando a las bestias, que todo el tiempo comienzan de nuevo.La sociedad argentina, ¿toma activa posesión de su pasado, conservando lo que vale la pena, pero sobre todo sacando enseñanzas de sus fracasos, con el afán de superarlos, de suerte que está en condiciones de avanzar en la historia?¿O es una sociedad que está estancada porque es incapaz de aprender de sus errores, como los seres de la historia natural, de tal manera que al no aprovechar de su pasado está condenada a repetirlo siempre?"Esta película ya la vimos", repiten los que pintan canas, al desalentarse ante el regreso de las mismas conductas colectivas. Una mirada pesimista que abreva en la teoría del "eterno retorno", donde los mismos acontecimientos se vuelven a repetir sin ninguna posibilidad de variación.Circularidad fatídica que nos condena a ser siempre los mismos, donde el cambio real nunca tiene lugar, este esquema instala la idea de una Argentina siempre idéntica a sí misma.Están los que creen que para superar los errores primero hay que reconocerlos. ¿Es acaso la sociedad argentina tan autocomplaciente consigo misma que ha perdido el sentido de autocrítica, o la capacidad de detectar sus propios vicios?¿Se ha vuelto reincidente porque en lugar de tomar el camino opuesto a los errores, prefiere echárselos en cara a los otros, como si sus males fuesen productos de una conjura externa?Para no caer en la teoría pesimista del eterno retorno -postulada por algunos filósofos como Friedrich Nietzsche-, quizá valdría la pena enfatizar que la vida es siempre diferente de lo que fue. Y en este sentido no debería existir la monótona repetición de los hechos y acontecimientos, como si una ley inmanente de la historia los mandara.Así como ocurre en la vida individual, las colectividades pueden evitar cometer los errores del pasado. Interrogando valientemente la experiencia, no ocultándola ni evadiéndola, haciéndose cargo de ella en plenitud, lo vivido puede ser así fuente de enseñanza."Mal acabará quien pretenda adentrarse en el futuro, ignorando lo que sucedió en el pasado, porque entonces no vivirá el presente" (Proverbio oriental)
ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
ACCEDÉ A ÉSTE Y A TODOS LOS CONTENIDOS EXCLUSIVOSSuscribite y empezá a disfrutar de todos los beneficios
Este contenido no está abierto a comentarios