UN AÑO ELECTORAL CARGADO DE ESPECULACIONES
El peronismo nacional huele que el kirchnerismo está más débil que nunca

¿Es Aníbal Fernández el preanuncio de lo que viene? Lo que dice, es el pensamiento de gran parte del peronismo o sólo una expresión de deseos destinada a defender al tambaleante Alberto Fernández? Hay algunos síntomas que vale la pena evaluar y quizás le den la razón al hombre del bigote poblado.
Por Jorge Barroetaveña
Hace tiempo que el predicamento de Cristina viene en baja. Es la candidata más competitiva. Es cierto. Le asegura un piso cercano al 30% al peronismo pero sigue empantanada en el 2019. Con eso no alcanza para ganar. A lo mejor en primera vuelta con una oposición dividida, pero en segunda, la cosa se pone espesa. Pasaron cuatro años de desgaste y exposición judicial. Cristina ha focalizado todas sus energías en defenderse y proteger a sus hijos de cualquier tribulación riesgosa en Comodoro Py. Ha intentado todas las maniobras posibles para desguazar el poder que la persigue, gritando a los cuatro vientos que está proscripta. Su “Luche y Vuelve”, no tiene mucho sentido. Luchar, ¿contra quién? ¿Volver? ¿De dónde? Si está en la Argentina y forma parte del mismo gobierno que Alberto Fernández. Es raro que un peronista se diga perseguido teniendo el poder. Allí quizás radique el fondo de la cuestión.
Este gobierno peronista que ni siquiera puede controlar la calle, ¿cumple con todos los requisitos históricos? No. La imagen de miles de piqueteros acampando en la 9 de Julio y desafiando a la Ministra de Desarrollo Social no encaja. Las palabras de Aníbal y del eterno D’Elía contra La Cámpora y sobre todo contra Máximo Kirchner tampoco. El mismo Máximo arremetiendo contra el Presidente y pidiendo un nuevo acuerdo con el FMI, menos. Y lo peor: el 100% de inflación anual. Ahí se terminan todos los análisis.
Es difícil imaginar cómo puede ser la defensa de una gestión que no pudo controlar la inflación. Ya no importa la inseguridad, la corrupción o los problemas sociales. Todo se termina diluyendo cuando aparece ese número que escupe el INDEC. El 6,6% de inflación en Febrero sigue dejando un piso alto para el resto del año y sepulta el anuncio del Ministro de Economía de ‘tender’ hacia el 3%. Massa, que sabe que su candidatura está atada a lo que consiga en economía, no asoma la cabeza y aún goza del encanto de Máximo que se cuida primorosamente de criticarlo. Raro, porque defenestra el acuerdo con el Fondo y el que lo firmó fue, justamente, Massa.
En rigor nada importa a la hora de ver cómo se salvan del naufragio. El Presidente sigue resistiendo bajar su candidatura y afirman desde su entorno que esperará hasta último momento. Hay lógica en lo que hace. Si lo va a hacer, lo hará ni un minuto antes ni un minuto después. Demasiado ninguneo se ha comido del kirchnerismo como para dar el brazo a torcer. ¿Qué perjudica la estrategia del PJ? Es relativo porque si Cristina aún no ha confirmado que será candidata, debajo de ella el abanico se abre riesgoso. Kicillof? Se quedará en la Provincia. Scioli? Capitanich? De Pedro? Ni siquiera esta último se salvó de los rayos cristinistas. El enojo fue provocado por su presencia en la ExpoAgro, algo así como un antro de Clarín y La Nación. De Pedro charló y se saludó amablemente con los dueños de ambos medios y posó para la foto. De inmediato las agujas mediáticas de Cristina lo cruzaron.
De Pedro cultiva hace tiempo un perfil propio, típico del que está buscando despegarse y llegar a otros sectores del electorado. En otra época hubiera sido número puesto para el kirchnerismo. Hoy no lo parece tanto. Tampoco ha hecho nada del otro mundo. Algún día deberá explicar cómo fueron aquellos días del 2021 cuando renunció y volvió al gobierno, luego de la debacle electoral de medio término.
Si alguien puede ser condenado por una foto o por dar un apretón de manos estamos en problemas. Forma parte de la política maniqueísta que vive buscando enemigos o si no los hay los genera. En el oficialismo tampoco abundan los candidatos si es que Cristina decide llamarse a cuarteles de invierno. No están para el lujo de revolear candidatos por la ventana.
Aníbal, viejo zorro de la política, sabe lo que pasa. Ha sido oficialista de todos los gobiernos peronistas, de Menem a Cristina y ahora con Alberto. Fue cambiando su discurso con pragmatismo y ha demostrado su capacidad de resiliencia. Claro que eso no alcanza para ser candidato, pero sí para decir algunas verdades. En nombre propio y de los demás que ven cómo, lentamente, el kirchnerismo empieza a replegar sus alas. ¿Consejo? No lo den por muerto como en el 2015. Puede estar debilitado pero su influencia va más allá del poder del estado. Ahí radica buena parte de su vigencia.